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Un desafío imprescindible: la defensa de una cultura democrática
La pandemia de COVID-19, ha puesto de manifiesto en España que los partidos políticos consideran a la sociedad sin cultura democrática, sin hábitos democráticos, idónea para desarrollar sus actividades que responden a intereses grupales, partidistas y clientelares.
Un sistema de socialización cuya finalidad es la adaptación de la persona a la filosofía de la organización para la internalización de pautas de comportamientos, valores, actitudes y formas de relacionarse.
¿Cómo es posible que unos pocos monopolicen el poder y mediante el empleo de la violencia legítima dominen a otros muchos con su consentimiento?
La democracia tiene que ser enseñada porque no es natural, porque va en contra de las inclinaciones muy arraigadas en los seres humanos. Lo natural no es la igualdad sino el dominio de los fuertes sobre los débiles, lo natural es la no civilización, la barbarie, el grito, el puñetazo y no el argumento persuasivo.
Según Max Weber, dos son los mecanismos principales:
1) El ideológico. Por esta vía se imponen las creencias vigentes y los ciudadanos acatan la autoridad constituida, siendo los fundamentos de este proceso los modelos legitimadores siguientes:
a) La dominación por la tradición. La costumbre arraigada en tradición se considera en si misma un valor sagrado no susceptible de ser cuestionado
b) La dominación carismática. El líder aparece con atributos especiales, heroísmo, gracia personal u otras cualidades, circunstancias que provocan la admiración , entusiasmo, adhesión y seguimiento del pueblo.
El carisma puede ser innato o fabricado, este último caso se manifiesta cuando las estructuras sociales están en crisis o debilitadas.
c) La dominación legal-racional. Su fundamentación es la existencia de normas creadas racionalmente y aplicadas de forma imparcial y objetiva. Las personas no se someten a otras iguales que ellas, sino a reglas impersonales, abstractas, racionales, universales y conocidas (publicada) que imperan sobre todos por igual y se imponen mediante procedimientos formalmente establecidos y conocidos que permiten prever y anticipar los resultados.
Su aplicación le corresponde a un aparato burocrático, pues como el carisma ni se hereda ni se transmite los líderes procuran prolongar su obra, institucionalizándola a través de un aparato y una estructura legal racional servida por una burocracia eficiente.
2) El material. Opera sobre las personas que por naturaleza son sensibles a los estímulos materiales tales como, el temor a la venganza del poderoso o bien la esperanza de obtener una recompensa, dinero, título, cargo, empleo, en general cualquier bien escaso.
Todo ello, se evitaría con una educación democrática a los ciudadanos que a través del paso del tiempo crea hábitos democráticos que calan en la sociedad y permiten ejercer los controles que facultan las leyes.
Los Principios Democráticos se regulan en nuestra Constitución de 1978 para garantizar la convivencia democrática conforme a un orden económico y social justo para consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la Ley como expresión de la voluntad popular necesita de la participación activa para su defensa y protección a través de la enseñanza de los Derechos y Deberes Fundamentales para crear una cultura democrática
En el Título I “De los Derechos y Deberes Fundamentales” se regula Derechos de la Persona, Derecho a la Igualdad ante la Ley, Derecho a la Vida, Derecho a la Libertad personal, ideológica y religiosa, Derecho a la intimidad, Inviolabilidad de domicilio.
Libertad de residencia y circulación, Libertad de expresión, Derecho de reunión, Derecho de asociación, Derechos de participación, Protección judicial de los derechos, Principio de legalidad penal, Libertad de enseñanza, Derecho de educación, Autonomía universitaria, Libertad de sindicación, Derecho a la huelga, Derecho de petición.
En el Capítulo Tercero “De los principios rectores de la política social y económica” se regula la Protección de la familia y la infancia, la Redistribución de la renta, Pleno empleo, Protección de la salud, Acceso a la Cultura, Medio ambiente y calidad de vida, Seguridad Social, Conservación del patrimonio artístico, Derecho a la vivienda, Utilización del suelo, Participación de la juventud, Atención a los disminuidos físicos, Tercera edad, Defensa de los consumidores.
En el Capítulo Cuarto “De las garantías de las libertades y Derechos Fundamentales”, Tutela de las libertades y Derechos, Recurso de Amparo.
El Título VII sobre “Economía y Hacienda” establece la Función Pública de la riqueza, la Participación en la Empresa y en los Organismos Públicos, Desarrollo del sector económico, Planificación de la actividad económica, Bienes de dominio público, Servicio del Estado a la Cultura (como una competencia exclusiva del Estado).
En el Título IX “Del Tribunal Constitucional”
Todos los Derechos y Deberes citados deben ser enseñado a los ciudadanos para que puedan participar activamente en su defensa y evitar que se queden en letra impresa sin aplicación real, en papel mojado y ello se consigue con una cultura democrática con el paso del tiempo.
Una sociedad abierta se caracteriza por ser “una asociación de individuos libres que respetan los derechos el uno del otro dentro del marco de la mutua protección proporcionada por el Estado y que logra, mediante la toma responsable y racional de decisiones una vida más humana y rica para todos”, según Kart Popper.
A la vista de como está España, parece que el problema de fondo es la falta de una cultura democrática que ocasiona el hecho cierto de que la Democracia numérica se ha impuesto sobre la Democracia participativa amparada en nuestra Constitución y en consecuencia ha fracasado en el objetivo de evitar cotos cerrados que se benefician del viejo patrón organizativo de la sociedad denominado caciquismo o clientelismo.
En las Instituciones regidas por una lógica clientelar el individuo acepta situaciones injustas, tiende a desconfiar de ellas y a buscar la solución individual renunciando a la lógica, la racionalidad o la aplicación de las leyes y esta expulsión salpica a toda sociedad que trata de saltarse las reglas del sistema.
En las sociedades sin cultura democrática la democracia numérica se impone a la democracia participativa y en este marco legalmente establecido se interpreta de una manera torticera que permite en la sociedad la existencia de un sistema de apadrinamiento que genera relaciones de vasallaje y los huérfanos de padrinazgo se convierten en víctimas.
Se trata de evitar que los ciudadanos se pongan cínicamente al servicio de los intereses personales del superior y no de los generales y públicos, con la esperanza y seguridad de ser recompensado con ascenso social.
En suma, se trata de evitar a toda costa la indiferencia social, esto es, estar de lado de quienes hacen o deshacen, la historia en lugar de quienes la padecen.
En España no hemos constituido una sociedad democrática real de verdad que ampare los Derechos de los ciudadanos con agilidad y eficacia solo una democracia numérica. Una sociedad sin cimientos democráticos sólidos se viene abajo con facilidad, hay que evitar la caquexia social mediante una cultura democrática capaz de generar una democracia avanzada, participativa que proteja a la persona autónoma, el interés general y público bajo el Ordenamiento Constitucional para fortalecer un Estado de Derecho que genere el bienestar de los ciudadanos con los Servicios Públicos y Prestaciones sociales sólidos fundamentado en una política fiscal progresiva y redistributiva.
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