En este blog publicamos los artículos y cartas más interesantes y relevantes que nos envíen nuestros socios. Si eres socio/a puedes enviar tu opinión desde aquí. Consulta nuestras normas y recomendaciones para participar.
Elecciones en Paraguay: el abismo ante un necesario cambio político
A escasas horas de que Paraguay acuda a las urnas para elegir la dupla presidencial que dirigirá el Gobierno y la composición del Congreso nacional, las últimas encuestas y los más recientes acontecimientos invitan a pensar que las opciones para las dos principales candidaturas a la Presidencia son muy reales.
En Paraguay gobierna desde 1947 el Partido Colorado (ANR por sus siglas oficiales), un Partido-Estado que ha cooptado desde entonces los recursos públicos, controlando y utilizando las instituciones y el erario de manera prebendaria y clientelar en su propio beneficio. Esta hegemonía colorada solo se vio interrumpida en 2008, cuando una coalición de organizaciones progresistas logró desbancar a la ANR y aupar a Fernando Lugo a la Presidencia. Aquel cambio terminó con una reacción antidemocrática del coloradismo, que provocó un golpe parlamentario en 2012 (cuando aún le restaba más de un año de periodo legislativo a Fernando Lugo), y destituyó al presidente electo en menos de 48 horas.
En las elecciones de 2013, la ANR recuperó el control del Ejecutivo gracias al capital aportado por el empresario Horacio Cartes –presidente desde 2013 a 2018–, que regó el partido con el dinero necesario para sobrevivir fuera del Gobierno (recientemente fue señalado y sancionado por Estados Unidos como corrupto por sus importantes negocios ilegales e irregulares. En 2018 la ANR volvió a ganar las elecciones, gobernando Mario Abdo Benítez (actual presidente), hijo del que fue secretario personal del dictador Alfredo Stroessner en tiempos del régimen militar autoritario.
Este domingo 30 de abril los casi 5 millones de paraguayos y paraguayas con derecho a voto elegirán, entre las varias candidaturas a la Presidencia, quiénes serán los encargados de formar el Gobierno que gestionará y administrará el Estado durante los próximos 5 años. Lo hacen a una sola vuelta y con circunscripción única, siendo proclamada presidente y vicepresidenta la dupla más votada. Son elegidos también los 80 diputados/as y 45 senadores/as que conformarán el Congreso de la nación, institución con importantes atribuciones legislativas y que con mucha probabilidad no otorgará mayoría absoluta a ningún partido, lo que obligará al presidente electo (sea quien sea) a navegar las aguas de una negociación parlamentaria durante el mandato.
Las encuestas electorales son poco fiables en Paraguay; la mayoría están elaboradas por empresas o medios propiedad de políticos del Partido Colorado o sus socios; las escasas encuestadoras fiables detectan una intención de voto que ronda el 35% de apoyo a las dos candidaturas con opciones de alcanzar el Gobierno: la ANR (dupla formada por Santiago Peña y Pedro Alliana) y como alternativa a ese continuismo aparece la denominada “Concertación Nacional” (candidatura opositora conformada por Efraín Alegre y Soledad Núñez).
Esta Concertación es una coalición electoral de partidos de izquierda, centro-izquierda y derecha moderada, que abandera el cambio político en un país donde ha quedado demostrado que sus principales problemas estructurales –corrupción, desigualdad, inoperancia del Estado, falta de transparencia en la Justicia, políticas educativas y sanitarias muy deficientes o la cultura social autoritaria– no pueden resolverse sin un cambio en la cabeza del Gobierno.
El resultado del domingo estará marcado por el desgaste electoral que sufran tanto la ANR como la Concertación por la fuga de votos hacia las otras dos candidaturas con cierto apoyo: la de Euclides Acevedo (también progresista) y la de Payo Cubas (reaccionario y antisistema), candidatos sin opciones que, sin embargo, restarán votos a la ANR y a la Concertación, aunque más a la segunda (el voto duro colorado es mucho más sólido). Esto podría suponer la derrota de la Concertación Nacional, y no sería por falta de deseo de cambio político del pueblo paraguayo, sino por la división del voto progresista y del voto del hartazgo con el coloradismo.
Soplan vientos de cambio en Paraguay, pero las velas no han terminado de desplegarse. Si la ciudadanía no toma conciencia de la importancia de su voto, el continuismo está asegurado; por el contrario, si este día 30 de abril cada paraguayo y cada paraguaya cansada de habitar el desastre estructural en su país asume con responsabilidad política su compromiso ciudadano, el cambio será posible, un cambio histórico y muy necesario en Paraguay. El momento íntimo de decisión de cada votante determinará el futuro de todo un país.
Sobre este blog
En este blog publicamos los artículos y cartas más interesantes y relevantes que nos envíen nuestros socios. Si eres socio/a puedes enviar tu opinión desde aquí. Consulta nuestras normas y recomendaciones para participar.
0