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El estado del malestar

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No vivo en Madrid, pero gracias a la generosidad de los medios estoy perfectamente enterado de todo cuanto acontece en la capital del reino, ya sea el último cotilleo político, o el estreno teatral en un pequeño teatro de barrio. Sé de más hechos, actores y eventos capitalinos, que de mi ciudad, igual que en otros tiempos los niños sabíamos más de la guerra de secesión americana que de la española de sucesión.

Lo último es el conflicto causado por la política sanitaria del gobierno autonómico. No me afectan las deficiencias del sistema madrileño de salud, el mío las padezca del mismo u otro tipo sin que merezcan atención mediática, pero el amplio y profundo conocimiento que los medios me han proporcionado sobre el tema, me permite opinar.

Y me llama la atención la forma en que se nos presenta este grave problema: el de una pelea entre la Presidenta y los sectores profesionales afectados, en que unos u otros ostentarán el papel de bueno o malo según el medio que lo trate, cuando lo que se está produciendo aquí no es sino un capítulo más de la voladura programada del estado de bienestar que desde hace tiempo llevan a cabo las grandes corporaciones económicas, que tienen a su servicio a partidos políticos que les hacen el trabajo sucio para así recoger los enormes beneficios que genera la gestión privada de la sanidad, la educación, el sistema de pensiones y, no tardará en llegar, la dependencia, sin mancharse las manos.

El procedimiento es de libro. Primero, alegando a la sacro santa e incuestionable doctrina del control del déficit público, se reducen las asignaciones presupuestarias a sanidad y educación, con el consecuente deterioro en la calidad del servicio debido a la falta de medios y personal. Segundo, aparecen las compañías de seguros que te ofrecen el oro y el moro. El tercero, que no tardará en llegar, será el de las bonificaciones fiscales para quienes estén pagando un seguro privado, o el de la posibilidad de reducir la cuota de la Seguridad Social si se está acogido a este sistema. Lo que se está viendo no es sino la intensificación de la primera fase: hecho polvo el sistema público gracias a las decisiones de su gobierno, sólo falta ver a sus consejeros repartiendo propaganda de seguros privados a las puertas de urgencias.

Lo mismo en educación. Primero deteriorar del sistema público: ¿Cómo voy a llevar a mis hijos a un colegio donde las instalaciones amenazan ruina, hay pocos profesores, y tienen como compañeros a moros, negros y sudamericanos?, se plantean muchos padres que deciden llevarlo a un centro privado aunque les cueste un potosí. Conciertos, subvenciones y ahora desgravaciones fiscales para quienes lleven a sus hijos a un centro privado son los rejones que se van clavando en la espalda de la escuela pública que pacientemente espera al de la muerte.

Y qué decir del sistema público de pensiones. Recordemos aquellas noticias apocalípticas que anunciaban la quiebra del sistema de pensiones, a los que seguían agresivas campañas de los planes privados, alentados a su vez por alguna que otra información gubernamental tendente a favorecer la suscripción de ese tipo de protección, que afortunadamente cayeron en el olvido, pero que a poco que cambien las cosas resurgirán de sus cenizas.

Así que dejémonos de batallitas, bastante tiene el personal sanitario con pelear por sus derechos laborales, y cuando escuchemos al gobierno madrileño no pensemos que está en un cuadrilátero goleándose con los sanitarios, sino que está llevando a cabo una guerra de desgaste con un objetivo final muy claro: la privatización total de la sanidad para ponerla en manos de quienes les han aupado al poder.

Y tengo la sensación de que juegan en terreno propio. Leía hoy que es Madrid el lugar donde más suscriptores de seguros privados sanitarios hay. A todos ellos les importa muy poco los problemas que la sanidad o educación pública puedan tener ya que no les afecta personalmente, y poco incidirá en su tendencia de voto, aspecto que sospecho tienen muy estudiado los actuales gobernantes, pero tengamos claro que esto no es problema del personal sanitario o educativo, es un peligro que se cierne sobre toda la sociedad porque son mayoría los que no pueden pagarse un seguro sanitario, las cuotas, encubiertas o no, de un colegio privado, o suscribir un plan de pensiones individual, y son ellos el objetivo de los ataques de ese ejército en la sombra que no busca más que derribar el estado de bienestar, y sustituirlo por el malestar.

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