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Sobre los mitos de la producción musical (actual)

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Soy un lector asiduo y socio de elDiario.es desde hace ya algunos años y respeto profundamente la labor de los profesionales de este medio. No obstante me veo en la obligación de matizar las informaciones que frecuentemente se realizan en torno a la producción de la música popular actual, y más concretamente de la música urbana, sus creadores y su relación con el ecosistema de la industria musical.

Escribo con la esperanza de aportar algo de luz en la difusión de esta profesión. Algo sé de ello, ya que llevo más de treinta años involucrado en la producción musical y en la formación de esta desconocida (y a veces incomprendida) pero también fascinante actividad creativa y profesional.

La figura de la productora musical siempre ha existido. Su papel queda frecuentemente oculto para la mayoría de los consumidores musicales y también para buena parte de la prensa musical especializada. Un productor musical clásico puede llegar a asumir funciones tales como el de director artístico, compositor/arreglista musical, técnico de sonido, entrenador/coach y psicólogo (no necesariamente todos ellos a la vez).

Sin embargo en el artículo se emplea el término productor para describir a un “creador musical que usa sistemas informáticos”. El uso de la palabra “productor” para los creadores musicales actuales otorga prestigio frente a otras denominaciones, como por ejemplo el de “beatmaker'', no tan de moda ahora. El productor actual en la música urbana en realidad funciona como un ”beatmaker“, pero con muchos más medios tecnológicos a su alcance que sus predecesores y ello enlaza con otro aspecto fundamental: la idolatría del individuo creador por encima del equipo musical.

A raíz de estos precedentes lxs aspirantes a nuevxs artistas se ven arrastrados por la idea de que una sola persona lleva a cabo todo el proceso de producción. Eso es así en tendencias musicales donde la complejidad técnica es limitada. En el artículo se habla de “productores” que tienen un catálogo no de cientos, sino de miles de canciones: ello ya no va de composición sino de industrialización del proceso creativo.

Desde hace unos años la sociedad ha virado hacia la visión de velar exclusivamente por unx mismx y eso ha impactado profundamente en la cultura musical popular donde la notoriedad es uno de los principales objetivos de una carrera musical, más que el prestigio de la obra musical. Juegan a favor la industrialización antes mencionada, las redes sociales o la agilidad en la distribución en las plataformas digitales. Por ello se ha acabado instalando en la psique colectiva de los aspirantes a creadores musicales ese individualismo autosuficiente.

Los productores de urbano se quejan de que no se les reconoce su trabajo porque quieren ser protagonistas de forma individual, es decir ser artistas por mérito propio. Hay que decir que en las producciones musicales de una cierta envergadura no se trabaja de forma individual sino que se delega: hay un miembro del equipo para cada tarea. Me remito a la entrevista hecha a Tainy en este mismo medio y que ya se dejaba entrever cómo detrás de cada éxito atribuido a ese “productor” aparecen técnicos de grabación y microfonistas, de mezcla, etc (¿deberíamos otorgarles el mérito de ese éxito también a ellos?).

(Re)Transmitir desde el periodismo ese modelo de individualismo salvaje en la música dinamita el concepto de trabajo en equipo y por tanto hace más débil la resistencia frente al modelo de creación grupal, tan enriquecedor. Si los artistas (cantantes/raperxs) y productores se asociaran en pie de igualdad en un proyecto conjunto con un nombre que les representara entonces ese problema de reconocimiento dejaría de existir, aunque, claro está, renunciando a la gloria individual del “lo hice todo yo”.

La segunda paradoja es que los productores citados desean ser independientes pero produciendo música urbana, que ahora mismo es el mainstream (¿es que acaso suena house, techno, rock o metal en el 90% de los clubes y discotecas actuales? ¿Nathy Peluso o Rosalía son artistas underground? ¿Alizz o El Guincho son productores del ámbito alternativo?). Ser independiente conlleva renuncias. Si lo que se quiere es ganar dinero, o ser notorio, o ambas cosas a la vez entonces no queda otra que arrimarse a la corriente principal y trabajar desde dentro. Aclarar ese punto es importante porque la música en España siempre ha sido una actividad precaria.

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