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Seguimos a ciegas…, deslumbrados por los focos

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“La imaginación de los ”padres fundadores“ no llegó tan lejos como para prever que un delincuente condenado pudiera aspirar a presidir el país, hiciera campaña desde una celda de la cárcel e incluso llegara a la Casa Blanca”. Lluis Basset.

“El viejo ideal europeísta se juega su futuro ante el auge de la Europa de las naciones”. Ángel Muñárriz.

“La democracia es la papeleta”. Fernando Vallespín.

“.. ésta puede ser la última elección real”. Paul Krugman.

Y, sin embargo, y con todo, el mundo del primer nivel, ha decidido seguir festejando el fin de los tiempos, como narcotizados zombis, de alta clase y glamur contrastado, mostrando al mundo que nada podrá ir a peor, porque, de hecho, ya lo hemos asumido, y la fiesta no tendrá fin… nunca. El año pasado se celebró en nuestro país la llegada de 83 millones de turistas, y ya se habla de batir el récord. Y por eso mismo, en el actual año se confía en barrer todos los números, aunque no se quepa, aunque ya los trabajadores necesarios, médicos, enfermeros, camareros… para atender a tanto turista no encuentren “dónde dormir, dónde malvivir”, aunque ya se hayan comenzado a conformar protestas de quienes quieren seguir viviendo en sus lugares de origen y de habitabilidad sostenible.

En Portugal, el año pasado se alcanzaron los 30 millones de turistas. Hoy concluye el diario que “Lisboa está muriendo de éxito”. Se ha perdido el 30% de la población autóctona de la capital, donde los precios de los alquileres, por ejemplo, se han multiplicado por cinco o seis. Para abrir boca este año, en todo caso, se esperan más de 700.000 cruceristas que hagan escala en Lisboa, siquiera por unas pocas horas, siquiera por intentar colapsar definitivamente a la capital lusa.

Insisten las encuestas que, probablemente, hoy por hoy, la ideología ultra que representa Vox, en nuestro país, sigue creciendo, generando expectativas de voto, mientras avanza la carcunda molicie de quienes se han dejado acunar por la mala saña, la peor bilis y el insulto visceral y excluyente. Y se habla del fenómeno con normalidad, que es lo que resulta más peligroso.

Y, con todo, seguimos confiados en que a nosotros no nos alcanzará la peste y la vuelta atrás, porque ni yo era el transeúnte, ni yo era el vecino… hasta que llamaron a casa, y ya fue demasiado tarde.

Camino de la desactivación de una mayoría que crece y mira hacia otro lado, tan ajena a cierto concepto de solidaridad y convivencia que, por lo visto, se ha dejado de impartir en las escuelas, en los púlpitos...

Hasta llegar a una conclusión demoledora. Se refiere a la sociedad mexicana, pero que es extensible a la inmensa mayoría del resto, que ha sido comprometida para participar en el proceso electoral vigente. Existen tres grupos sociales más o menos marcados: un tercio indiferente al tipo de régimen, naturalmente democrático, como si no fuera con ellos, otro tercio que apoyan los procesos democráticos porque cree en su proceso y en su naturaleza, y otro tercio que, al contrario, apoyará el autoritarismo, el iliberalismo, cediendo derechos y libertades cívicas… en un proceso de recesión global democrático que nos va afectando, para mal, en demasiados rincones del mundo.

Y así, paso a paso, vamos ciscándonos en la degradación como si fuese algo tan inevitable como normalizado.

Cuando se ha llegado a que quienes más deberían callar culpan de sus faltas al resto, es que el sistema está gripado. Definitivamente.

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