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La tragedia del común
Doñana nos recuerda estos días con gran crudeza el significado de la “Tragedia de los Comunes”, término acuñado por el biólogo y ecologista Garrett Hardin en su artículo del mismo nombre. Este concepto económico se refiere a la situación en la que múltiples individuos, actuando independientemente y racionalmente según su propio interés, terminan agotando un recurso compartido, aunque este deterioro no sea en el interés de nadie a largo plazo.
En el caso de Doñana, el agua es el “común”, el recurso compartido de vital importancia para la existencia del parque y la sostenibilidad de la agricultura local. Para los agricultores, desde su perspectiva individual, cada litro de agua que extraen beneficia directamente a su producción agrícola, y dejar de hacerlo resultaría en una pérdida económica personal.
Sin embargo, cuando todos los agricultores actúan igual, la extracción sobrepasa la capacidad de recarga del acuífero, que se saliniza. Muere del parque natural y su biodiversidad y por supuesto ya no se puede cultivar en la zona. La clave está en ver qué está ocurriendo en el largo plazo.
El porcentaje de trabajadores autónomos ha disminuido en España del 25% en 1.991 al 16% en 2022, y este año tampoco pinta bien, con una reducción de 20.000 trabajadores autónomos de marzo de 2.022 a marzo de 2.023.
Un trabajador autónomo tarda entre 5 y 10 años en crear una empresa sostenible y generadora de empleo, y lo consigue menos de una quinta parte de las veces que lo intenta. Y no hay muchas opciones alternativas, o somos un país de empresas grandes y eternas, de las que cuando la ingeniería fiscal no les da para ahorrar más se marchan a Holanda, o un país de empresas públicas que crea supermercados y empresas de delivery (¿?), o bien un país que facilita la creación de pequeñas empresas, que son las que más empleo generan e innovan en un mundo que cada vez va más rápido.
La “tragedia del común”, del trabajador autónomo, es ver como sobre su sueldo de 1.700 euros al mes tiene una presión fiscal superior al 43% (un 21% de IVA más 440 euros de cuota de autónomo societario), una presión fiscal equivalente a la que soportan por IRPF las rentas superiores a 50.000 euros al año, para un neto mensual que se le queda en poco más de 1.000 euros.
De vez en cuando doy una charla sobre emprendimiento en la facultad de Economía de la Universidad de Sevilla, y al comenzar siempre hago la misma pregunta: ¿Qué queréis hacer al terminar vuestros estudios? Menos del 3% de la audiencia quiere fundar una empresa, el 20% quiere trabajar para una gran corporación y el 77% restante quiere ser funcionario. Les explico que esta es una decisión mayoritaria perfectamente racional desde el punto de vista económico. La media del salario público mensual bruto (2021) ascendía a 2.800 euros, mientras que se reducía a 1.900 euros en el sector privado ¡La media!, en la estadística están metidos los sueldos de ejecutivos de grandes corporaciones y aún así esta media es un 33% inferior. La decisión de emprender es irracional a corto plazo, pero fundamental para generar empleo sostenible en el largo plazo.
Llevo 6 años como autónomo societario, lo que más satisfacción personal me produce son los 6 empleos que puedo generar, mi sueldo son esos 1.700 euros, y no es el más alto ni el más bajo de la empresa, este año me han subido la cuota de autónomo de 380 a 440 euros al mes, y no sé si sobreviviremos otro año más.
Nos estamos secando, como Doñana, y somos una fuente de generación de empleo futuro y un recurso público, ¿Nadie ve nuestra tragedia del común?
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