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PP y Ciudadanos se enzarzan por su Gobierno de coalición en medio de una lucha sin cuartel por cada voto

Pablo Casado y Albert Rivera, durante los actos de conmemoración del 11M.

Iñigo Aduriz / Carmen Moraga

La ruptura en tres de la derecha española aglutinada durante los últimos 30 años por el Partido Popular ha abierto una guerra encarnizada por el voto de cara al 28 de abril. Ese día en las elecciones generales se dirimirá cual de las tres opciones políticas liderará la derecha en los próximos años y puede que incluso el partido que intente formar gobierno si salen las cuentas en la noche electoral. Ciudadanos ha decidido pelear en ese lado del tablero y la batalla entre su líder y el del PP, que pelean papeleta a papeleta, por sacar un voto más, se ha recrudecido este miércoles. Por mucho que Casado y Rivera admitan que se necesitan para sacar a Sánchez de La Moncloa y formar gobierno, la competición hace saltar chispas entre ellos. Las hostilidades se desataron este miércoles, después de que Rivera pidiera la víspera a los populares que se comprometan a conformar un Gobierno de coalición con Ciudadanos si tras los comicios ambas fuerzas suman.

La propuesta –que llega en plena caída de Ciudadanos en las encuestas y mientras el tercero en liza, Vox, no deja de crecer–, es un dardo envenenado porque en el partido de Rivera dieron por hecho que el pacto debía liderarlo “un partido moderno”, es decir, el suyo. El miércoles ambos partidos se enzarzaron en una escalada de de reproches sobre el supuesto compromiso de cada uno de ellos con el centro derecha.

En el PP escuece que la propuesta de Rivera llegara apenas 24 horas más tarde de que se cerrara el plazo para presentar las candidaturas para las generales, después de que Casado hubiese insistido una y otra vez en pedir a Ciudadanos que se integrara en sus listas en el Senado para poder mantener la mayoría absoluta. El líder de los populares también les había reclamado que no se presentaran en provincias pequeñas donde la división de la derecha puede favorecer al resto de partidos.

La iniciativa del líder de Ciudadanos descoloca además el esquema dibujado por el PP para las generales, siguiendo el modelo que conformó el Gobierno en Andalucía, en el que Ciudadanos encarnaba el centro derecha, el PP la derecha y Vox la derecha extrema. El plan de Casado consiste en que todo eso sume para que el, llegue a presidente, igual que hizo Juan Manuel Moreno Bonilla en Andalucía. Rivera trata, precisamente, de reemplazar al PP en ese espacio político y de tomar la iniciativa.

“Entiendo que haya formaciones políticas que no quieran compartir listas con el PP en el Senado y no quieran retirar sus candidaturas en el Congreso. Pero que no digan lo contrario cuando ya se han cerrado las candidaturas, porque a lo mejor el elector lo que puede pensar es que no están diciendo toda la verdad”, defendía Casado durante un acto en Melilla.

“Una estrategia táctica”

El líder del PP presenta a Rivera como un político que no es de fiar. Y este miércoles no ha escatimado críticas hacia los de Rivera, cuya propuesta de Gobierno de coalición es “incluso una estrategia táctica para ocultar lo que en otras ocasiones ya se ha hecho, que es pactar con el PSOE cuando se ha podido”. Casado ha recordado “que en 2015 [en Ciudadanos] dijeron que no iban a pactar con Sánchez y pactaron con Sánchez y no solo eso sino que pidieron a Pablo Iglesias que fuera su amigo. Dijeron que no iban a pactar con Mariano Rajoy y afortunadamente apoyaron a Rajoy y en Andalucía dijeron que no iban a pactar con Susana Díaz y pactaron con ella”.

En el doble juego que caracteriza la relación entre PP y Ciudadanos desde hace meses –son a la vez rivales electorales pero sobre todo socios necesarios para lograr mayorías de centro derecha–, Casado llegó a relatar a renglón seguido todas las bondades del Ejecutivo de coalición planteado por Rivera. Pero para el final de su intervención reservó un dardo envenenado, el lugar que reservaría a Rivera en Gobierno hipotético que según todas las encuestas necesitaría del apoyo de Vox.

“Albert Rivera sería un excelente Ministro de Exteriores que llevaría mucho mejor la política contra las mentiras de México y contra la actuación de senadores franceses. Es más, creo que se podría hacer un Gobierno tan eficaz que como cuando hemos gobernado en Andalucía o cuando hemos llegado a acuerdos en La Rioja, Castilla y León o en la Comunidad de Madrid”, zanjaba, no sin antes apelar a Ciudadanos a “hacer una estrategia coordinada antes de la votación” y no después.

Para el secretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas, la propuesta de Casado a Rivera para que este sea su ministro de Asuntos Exteriores no es plausible. “No es el momento de ir de sobrados” ni de hacer “bromitas” con el futuro de España, ha asegurado en La Sexta. “España vive un momento serio, los españoles son conscientes de ello y no podemos estar con ese tipo de declaraciones que lo que hacen es quitarle gravedad y parece que nos estemos tomando a risa la situación del país”, advertía.

Ciudadanos atacaba al PP por esa idea de Casado de aunar el voto antes y no después de los comicios. El número tres del partido, Juan Carlos Girauta, recalcaba que Ciudadanos es una “marca distinta” al PP en muchos aspectos y es por ello por lo que no han aceptado candidaturas conjuntas para las elecciones generales del 28 de abril.

“Un problema muy serio de credibilidad”

La crítica del líder popular al ofrecimiento de Rivera es a su juicio “extraña” porque, tal y como ha dicho, “eso significa que Casado cree que las coaliciones de gobierno no son adecuadas”. “A nosotros nos parece que si lo son cuando se tratan de emergencia nacional”, ha añadido, en una entrevista en Telecinco.

Dirigentes de Ciudadanos explicaban a eldiario.es las razones por las que Rivera planteaba su iniciativa este martes: “Albert tiene un problema muy serio de credibilidad y quiere que nuestros votantes esta vez sepan que cumplirá su palabra”.

El propio líder de Ciudadanos reconoció implícitamente esa percepción muy extendida de que es “poco de fiar”. “Os pido con toda humildad que confiéis en mí; no os vamos a defraudar”, dijo a sus seguidores en el último de los tres actos de precampaña que protagonizó en un solo día en la capital gallega, feudo de Alberto Núñez Feijoó, y en donde su partido no tiene apenas implantación.

Con su oferta al PP, que motivó por la “situación de emergencia” que vive España, el líder de Ciudadanos asumió indirectamente también que ese futuro Gobierno tendrá que ser liderado por Pablo Casado y no por él, dado que el sorpasso ya no se ve posible en las filas de Ciudadanos.

A última hora, el líder de Ciudadanos decidió responder con otro ataque a Casado en el programa El Hormiguero, que conduce Pablo Motos en Antena 3. En tono irónico, cuando fue preguntado por la oferta del Ministerio del Exteriores, el líder de Ciudadanos dijo que “siguiendo la broma” él propondría a Casado, “el de universidades”, en alusión al máster concedido al líder del PP sin acudir a clase y en el que la Justicia vio trato de favor, aunque no llegó a ser investigado por el Tribunal Supremo.

Reaccionar a los cantos de sirena del PSOE

El mensaje lanzado por Rivera, que a muchos les ha sonado casi como un grito a la desesperada, no solo va dirigido a esa parte de su electorado que sigue sin creer en sus promesas. Es una reacción también a los cantos de sirena que desde el PSOE le ha lanzado el secretario de Organización, José Luis Ábalos, invitándole a que rompa “el cordón sanitario” contra su partido.

“Si nos tuviera que apoyar Ciudadanos, bienvenido su apoyo. Es siempre preferible al de alguien que cuestione la unidad de España y el marco constitucional”, dijo Abalos en una entrevista en El Español. Sus declaraciones sentaron muy mal tanto en las filas del propio PSOE –que se apresuraron a matizar– como en el partido naranja en donde las ven como “un caramelo envenenado”.

“Albert con esta maniobra [de ofrecer ahora la coalición a Casado], además de intentar reforzar su palabra, se dirige a esos votantes que se disputa con el PP y Vox porque el electorado de centro izquierda hace tiempo que lo tiene perdido”, opina un antiguo cargo de Ciudadanos que no comulga desde hace tiempo con la estrategia de la dirección.

Otro de los cargos consultados opina que Rivera “está mal asesorado por su equipo de campaña y los expertos externos que trabajan con el partido”. “No puede dejarse llevar por los prontos que le dan”, añade. Este cargo cree que el líder de su partido tendrá que analizar tras el 28A “con mucha tranquilidad” los resultados de las generales para ver las salidas que hay “para garantizar la gobernabilidad”.

Vox y los tribunales

En Ciudadanos, apuntan los dirigentes consultados, existe una enorme preocupación por los sondeos que dan una lenta pero constante bajada al partido y un imparable ascenso de Vox. De ahí que estén intentando distanciarse cada vez más de los de Abascal criticando sus fichajes con pasado franquista o algunas de sus medidas, como lo de legalizar las armas para la “autodefensa”, que calificaron de “ocurrencia muy grave”.

Pese a ello, saben que tendrán que volver a depender del partido de extrema derecha para que –en el caso de que sumen– prospere ese acuerdo de coalición con el PP como ocurrió en Andalucía. Esa situación a muchos les desagrada e inquieta.“No podemos convertirnos en muleta del PP y rehén de Vox”, lamenta uno de los actuales parlamentarios del partido.

Rivera tiene abierto otro preocupante frente que no ha sabido desactivar a tiempo dando carpetazo al asunto: el caso del pucherazo en las primarias de Castilla y León, que ha llegado a la Fiscalía de Valladolid tras una “denuncia anónima”. “Si se demuestra que hubo fraude intencionado, u otros delitos el asunto se va a poner muy feo para el partido y para Rivera”, auguran voces internas.

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