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Aznar: alumno del Pilar, falangista en la juventud, meritorio de las Azores, hombre de negocios y militante de base

El expresidente Aznar, en un barco en aguas mallorquinas fumando un puro, en junio de 2011.

Andrés Gil

José María Aznar (Madrid, 1953) acaba de dejar la presidencia de honor del PP para convertirse militante de base. Y acaba, también, de cumplir diez años como consejero de News Corp. En este tiempo se ha embolsado más de dos millones de euros de la empresa de Rupert Murdoch. El magnate ha demostrado estar contento con el desempeño de su consejero, hasta el punto de que le ha subido el salario un 29%, hasta la cifra récord de 282.000 euros.

Aznar, mientras se codea con Murdoch engordando sus cuentas corrientes, seguramente no recuerde aquellos tiempos en los que, en su juventud, militaba en el Frente de Estudiantes Sindicalistas, organización falangista católica.

Ni tampoco aquellos artículos tan críticos con la Constitución española que publicó en prensa durante su tramitación hace casi cuatro décadas. Una Constitución que años después defendió hasta el punto de reivindicar el “patriotismo constitucional”.

José María Aznar ha sabido resituarse, cambiarse el peinado, ponerse y quitarse el bigote, hacer pádel o running, fumarse un puro con Miguel Blesa o George Bush, ridiculizar a los nacionalistas catalanes o “hablar catalán en la intimidad”, ser comparsa en las Azores para invadir Irak o maniobrar para que la opinión pública creyera que el 11M era cosa de ETA.

¿Y por qué hablar catalán? Porque en 1996, Aznar ganó sus primeras elecciones el 3 de marzo con 156 diputados; el 12 de abril el rey Juan Carlos le propuso como candidato a la investidura.

Aznar aceptó el encargo sin saber a ciencia cierta si podría ganar o no el debate de investidura. Durante aquellos días, los dirigentes del PP, incluido Rajoy, se fajaron en buscar los apoyos que garantizaran la llegada a Moncloa de Aznar, fundamentalmente con los partidos nacionalistas. Y así fue.

El 28 de abril de 1996, Aznar y el entonces president, Jordi Pujol, cerraban en el hotel Majestic –el tradicional de las noches electorales convergentes– el voto afirmativo para la investidura del candidato popular, cuando aún resonaba el 'Pujol, enano, habla castellano' que cantaban los militantes del PP en la sede del partido en la noche electoral, el 3 de marzo.

Y en todos esos reacomodos, lo que siempre está en el horizonte es su ambición personal, política, económica. Que su figura trascienda, que Famaztella, la empresa familiar crezca, que los ingresos lleguen, ya sea vía Libia, Estados Unidos, Reino Unido o Australia.

O si para eso, para intentar ganar honores y honras, decidiera que la boda de su hija, Ana, con Alejandro Agag se celebrara en el monasterio de El Escorial. Con todo boato. Con nobles, personalidades internacionales y la cúpula de la Gürtel.

Aznar aterrizó en la presidencia del PP en 1990 desde Valladolid, “sin tutelas ni tutías”, como dijo entonces Manuel Fraga, el exministro franquista que le dio el relevo. El mismo Fraga con el que acabó mal Aznar, como ha terminado mal con el rey Juan Carlos, con el resto de expresidentes, con Mariano Rajoy y con tantos otros con los que ha coincidido en la vida política.

26 años después, vuelve a sentirse “sin tutelas ni tutías”: militante de base y entregado a sus negocios; libre para criticar al proyecto de Rajoy y libre para seguir enriqueciéndose.

News Corpd no es la única ocupación del también presidente de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), el think tank que hace unas semanas se desvinculó oficialmente del PP. Aznar, licenciado en Derecho e inspector de Hacienda en excedencia, también es desde 2011 asesor de la minera Barrick Gold Corporation, la mayor compañía de extracción de oro del mundo. Desde mayo de 2013 es asesor senior de DLA Piper, el mayor bufete de abogados del mundo, y en 2011 fichó por Endesa, la empresa que contribuyó a privatizar durante su etapa en la Moncloa, como asesor para Latinoamérica.

Aznar también administra junto a su esposa, la ex alcaldesa de Madrid Ana Botella, una empresa con la que gestiona los derechos de propiedad intelectual de ambos, Famaztella. El año pasado redujo a cero sus ingresos tras una multa de la Agencia Tributaria, aunque ganó 86.615 euros, gracias a las inversiones que tiene en cartera.

La retribución que recibe Aznar de News Corp es la única que tiene carácter público, dada su condición de sociedad cotizada.

Aznar también cultiva el mundo de las comisiones, en toda su extensión: en 2010 pactó una comisión del 1% con Abengoa para conseguir adjudicaciones en la Libia de Gadafi. Befesa, filial del grupo Abengoa, contrató al expresidente del Gobierno para interceder con el Gobierno de Gadafi y conseguir adjudicaciones de cuatro nuevas desaladoras en Libia, un negocio que Abengoa calculaba en 950 millones de euros. Aznar firmó una comisión del 1% de todos los contratos que cerrara la empresa en Libia hasta un máximo de 250 millones de euros de facturación, y de 0,5% a partir de esa cifra. Además, cobró un adelanto de 100.000 euros.

En total, José María Aznar habría ganado una comisión de seis millones de euros si Abengoa hubiese construido las desaladoras, pero la guerra civil en Libia y la muerte de Gadafi frustraron el negocio. El contrato tenía fecha del 8 de septiembre de 2010, sólo unos meses antes de la operación militar internacional en Libia a la que José María Aznar se opuso públicamente.

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