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Casado rompe el PP vasco a semanas de las elecciones y recupera a Iturgaiz, otro representante del aznarismo

Imagen de archivo de Alfonso Alonso y Pablo Casado.

Iñigo Aduriz

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Cuando apenas quedan un mes y una semana para las elecciones vascas del 5 de abril, el líder del Partido Popular, Pablo Casado, decidía este domingo fulminar al que hace apenas 10 días había confirmado como candidato de su partido a lehendakari, el líder del PP vasco, Alfonso Alonso. Una reunión convocada in extremis en la sede nacional del partido de la calle de Génova de Madrid, hasta donde Alonso se desplazó desde Vitoria este mismo domingo, acabó por confirmar la ruptura total entre los dos dirigentes.

En sustitución del líder de los populares vascos Casado recuperaba a Carlos Iturgaiz, presidente del PP vasco entre 1996 y 2004, que se convertía en el enésimo fichaje aznarista del líder de los populares. Su decisión, anunciada en rueda de prensa por el secretario general, Teodoro García Egea, enfrentado con Alonso, rompía en dos el partido en Euskadi, que mayoritariamente es afín a los postulados de su líder, y donde el peso de ese sector más conservador al que pertenece Iturgaiz era hasta ahora más reducido.

La ruptura entre Casado y Alonso -que revelará su futuro este lunes, según fuentes del PP vasco, informa Iker Rioja- se venía barruntando desde hace meses con múltiples desencuentros principalmente por la contemporización de Génova 13 con los postulados de la extrema derecha de Vox y por el acercamiento de la dirección nacional del PP hacia el partido de Santiago Abascal. La pugna, no obstante, vivió su momento más grave el pasado viernes.

Ese día Alonso también fue convocado a Génova 13 para “analizar” el acuerdo de coalición que iba a suscribir el PP con Ciudadanos. Sin embargo, el dirigente vasco plantó a su dirección nacional, quejándose de que pese a haber sido proclamado como candidato de esa alianza –aunque no se le mencionó en el comunicado conjunto enviado por las dos formaciones una vez formalizado el acuerdo– no había sido consultado en ningún momento sobre los detalles de un pacto que consideró “inasumible”.

El punto final a una complicada relación

Por lo que conoció “por la prensa”, Alonso consideró que el pacto supone dar peso estratégico –con dos puestos de salida, los números dos por Bizkaia y por Álava– a un partido, Ciudadanos, completamente residual en Euskadi, sin ninguna representación en las instituciones autonómicas y municipales.

El plantón del viernes y la determinación del equipo de Casado de firmar el acuerdo sin el aval del candidato ya aventuraban una posible salida de Alonso, pero el PP vasco descartó su dimisión y, pese a las discrepancias, se mostró dispuesto a “ajustar” las listas de la coalición dentro del plazo previsto, que finaliza el 1 de marzo. El desaire de Alonso supuso, sin embargo, un punto final en la complicada relación entre el líder nacional del PP y su colega vasco. Y en la reunión de este domingo, constatadas una vez más las diferencias estratégicas, su cese como candidato fue fulminante.

Esta historia de desencuentros, roces y ataques mutuos comenzó el 21 de julio de 2018. Aquel día, los compromisarios que participaron en el XIX Congreso Nacional del Partido Popular eligieron a Pablo Casado como nuevo presidente, después de 14 años de mandato de Mariano Rajoy, que apenas un mes y medio antes fue expulsado de la Moncloa por una inédita moción de censura presentada por el hoy presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Cuando el presidente de la comisión organizadora de las primarias, Luis de Grandes, dio el nombre del ganador, “Pablo Casado Blanco”, todas las cámaras captaron el rostro desencajado de Alonso, que estaba a apenas unos metros del hoy líder del PP, dado que se había implicado personalmente en la campaña de la rival del triunfador, la exvicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría, que había sido la más votada por la militancia en la primera vuelta del proceso interno.

“Moderación, sensatez y centro”

El giro a la derecha que emprendió después Casado, adoptando el mismo discurso ultra que Vox en asuntos como la inmigración o Catalunya, chocó desde el inicio con la visión más moderada del líder del PP vasco. Tras meses de diferencias, Alonso le dio un polémico consejo a Casado para su primera prueba de fuego, las elecciones generales del 28 de abril en las que los populares encajaron el peor resultado de su historia, con solo 66 escaños. “Moderación, sensatez y centro”, le pidió, sin que su máximo jefe le hiciera caso.

Tras constatar la derrota en las urnas, que se repitió el 26 de mayo en las elecciones autonómicas y municipales –el PP solo pudo mantener su poder territorial pactando con Ciudadanos y con el apoyo de Vox–, Alonso volvió a pedir “moderación” a Casado. Fue lo mismo que le reclamaron otros barones populares, como el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, y el de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, en una convulsa comida con el líder del PP en Madrid, un día después de las municipales.

Pero sus dos compañeros del ala más centrista estaban entonces, como hoy, en una posición de mucha más fortaleza interna que Alonso. Aunque también apoyó a Sáenz de Santamaría, Moreno Bonilla es el primer presidente andaluz que no es del PSOE desde la declaración de la autonomía, solo gracias a un pacto con Ciudadanos y, paradójicamente, con Vox. Y Feijóo acumula tres mayorías absolutas, y aspira a una cuarta para el 5 de abril. En el caso de este último no ha habido ninguna duda en Génova 13: él será el candidato para el 5A en Galicia, donde el PP concurrirá con sus propias siglas por haber sido capaz de “aglutinar a todo el centro derecha”, según explica la dirección popular.

Casado, en cambio, no ha perdonado los constantes desaires de su barón vasco, que llegó a celebrar en septiembre una convención extraordinaria para marcar “perfil propio” frente a Génova 13. El entorno de Alonso siempre ha defendido que tras el hundimiento del PP vasco –el 28A no logró representación y el 10N obtuvo un único escaño por Bizkaia, en el último recuento del voto extranjero– estaba la estrategia del líder del PP de contemporizar con Vox.

Choques con Álvarez de Toledo

En la citada comida del 27 de mayo, según informó en su momento La Vanguardia, Alonso también se sumó a Moreno Bonilla o Feijóo reclamando a Casado que no nombrara a Cayetana Álvarez de Toledo portavoz en el Congreso, como finalmente sucedió, al ser ella una apuesta personal del líder del PP que, como Iturgaiz, es otra máxima exponente del aznarismo con el que Casado reconcilió a su partido tras lustros de discrepancias de José María Aznar con Rajoy. Los enfrentamientos entre la parlamentaria y el PP vasco han sido constantes desde entonces.

En septiembre, apenas un día antes de la convención en la que los populares vascos trataron de marcar perfil propio frente a Génova 13, Álvarez de Toledo criticó la supuesta tibieza de Alonso y los suyos frente al nacionalismo. “Mientras algunas caminaban cómodamente sobre mullidas moquetas, otros nos jugábamos la vida”, le respondió el entonces líder del PP en Gipuzkoa, Borja Sémper, que hace unas semanas dejó la actividad política tras protagonizar también distintas discrepancias con la deriva derechista de la dirección nacional.

Durante el citado cónclave que tuvo lugar en septiembre en San Sebastián, Alonso ironizó utilizando un partido de baloncesto entre España y Argentina que se iba a celebrar por esas fechas para decir: “Yo quiero que gane España, aunque yo respeto profundamente a los argentinos. Somos compañeros y amigos. Ni polémicas ni polémicos”.

Visiblemente enfadada por esa apelación a sus orígenes –Álvarez de Toledo tiene nacionalidad argentina, además de la española–, la portavoz del PP en el Congreso respondió: “Me sorprende que un antinacionalista acérrimo como Alfonso Alonso me califique de extranjera”.

Casado se la juega en Euskadi

En las últimas semanas fue el entorno de Álvarez de Toledo el que precisamente cuestionó la idoneidad de Alonso –uno de sus principales rivales internos– como candidato en Euskadi, apelando a la necesidad de un “revulsivo” que permita al PP vasco reflotar en las encuestas. El cese de este domingo y el nombramiento de Iturgaiz, de la máxima confianza de la portavoz popular en el Congreso, es también un triunfo de Álvarez de Toledo.

A cambio, los populares vascos se preparan para un duro proceso de guerras internas que marcará las elecciones del 5 de abril. Ahora bien, la responsabilidad de una debacle como la que auguran las encuestas ya no será de Alonso. Se le atribuirá, directamente, a quien decidió apartarle: Pablo Casado.

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