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Granados salva a Rajoy mientras implica a Aguirre con los primeros documentos que entrega en Púnica

Esperanza Aguirre junto a Mariano Rajoy, en un acto del PP.

Marcos Pinheiro

Francisco Granados continúa con el difícil equilibro de destapar la financiación ilegal del PP de Madrid sin que esta le salpique. Esta semana, además, se ha ocupado también de excluir a Mariano Rajoy de todas las irregularidades que se gestaron unas plantas por debajo de donde tenía su despacho. Además, el exsecretario del PP de Madrid ha entregado por primera vez documentos que según él prueban esa presunta caja B del partido que dirigía Esperanza Aguirre.

Lo ha hecho en el tercer capítulo de su anunciaba colaboración con la investigación. En dos sesiones delante del juez que instruye el caso Púnica, Manuel García Castellón, no aportó prueba alguna de la campaña paralela de las elecciones de 2011 que se habría pagado con dinero negro. Esta circunstancia provocó que el fiscal general del Estado, Julián Sanchez Melgar, hiciese referencia a que las acusaciones deben tener un sustento documental: “Las imputaciones se hacen con pruebas”.

Así que el exsecretario general del PP de Madrid hizo caso a esa recomendación y acudió el jueves a la Audiencia Nacional con una carpeta llena con una veintena de facturas. “Falsas”, explicó ya dentro de la sala de declaraciones, donde añadió que las había encontrado en su casa, revisando algunos papeles de su etapa en política. Algunos abogados interrumpieron para decir que su casa ya había sido registrada por agentes de la UCO y no habían encontrado esos documentos. Una letrada ironizó con que igual la Guardia Civil tenía que volver a revisar el inmueble.

Una parte de esas facturas corresponden a pagos entre GINSO, una asociación para la integración social de menores, e Inver-Eleto SL, una compañía propiedad de Álvaro Renedo, expresidente de Telemadrid, y el experiodista de esa cadena Germán Yanke. Según Granados, ambas mercantiles acordaron la elaboración de varios estudios sobre delincuencia juvenil para la Consejería de Justicia, a cuyo frente se encontraba entonces Alfredo Prada.

Sin detalles de cómo se usó ese dinero

Granados aseguró que Renedo, que insistió en que era íntimo de Aguirre, y Yanke no tenía la capacidad ni los conocimientos para elaborar esos estudios, así que supuso que se trataba de facturas falsas. El exsenador no detalló como había llegado ese dinero a destinarse a pagos de publicidad para la campaña de 2011. Durante su declaración no trazó el flujo del dinero, sino que se limitó a extender las sospechas y a añadir nuevos nombres a su larga lista de salpicados por la corrupción. Ahora serán los investigadores del caso los que comprobarán si se trata de facturas reales o si forman parte de la extensa maquinaría de financiación irregular.

Cuando las fiscales le interpelaron por las facturas, sobre si podía afirmar que se habían utilizado para financiar actos de campaña, Granados dijo que no estaba seguro. Según un letrado presente en la sala, la antigua mano derecha de Aguirre midió sus palabras más que en otras ocasiones porque teme una nueva demanda. De hecho, el miércoles de esta misma semana debe acudir a los juzgados de Plaza Castilla por la querella que le presentó Cristina Cifuentes por lo que dijo de ella en su primera declaración.

También esta semana tendrá que comparecer la presidenta de la Comunidad de Madrid en el Congreso de los Diputados, en la comisión que investiga la financiación del PP. Está citada para el martes, un día antes de que acuda a esa misma comisión el exsocio de Granados, David Marjaliza, y la persona que le está complicando el futuro judicial en Púnica con cada nueva declaración ante el juez.

Rajoy no sabía nada

A ese interrogatorio parlamentario ya se ha enfrentado esta semana Granados, que ya trazó una línea de separación entre el PP nacional, del que dijo desconocer cualquier irregularidad, del PP de Madrid. En su declaración ante el juez ahondó en ese relato que excluye a Rajoy del conocimiento de los desmanes investigados en Púnica.

Según explicó, el entonces candidato a La Moncloa no sabia nada de lo que ocurría en la primera planta de la sede del partido, que aloja al PP de Madrid. La mala relación con Aguirre, que había apoyado a sus adversarios en el Congreso de 2008 por el control del partido, había levantado un muro entre la formación nacional y la regional. Rajoy “no se enteraba de nada”, afirmó.

Granados ha continuado así por la línea de no manchar en exceso al partido en el que militó, al que solo reprochó la “expulsión express”. A pesar de los intentos reiterados de los portavoces de la oposición por sonsacarle trapos sucios de la formación a la que perteneció durante 30 años, el se negó: “En el PP he visto muchas cosas, pero todas buenas”.

No es la primera vez que Granados le echa un capote al ahora presidente del Gobierno. Ya dijo que él era quien había destapado la trama Gürtel y destapó una supuesta conversación entre Rajoy y Aguirre en la que el primero loaba a Granados y le definía como alguien de quien fiarse. También contó que habló con Rajoy después de que Aguirre le apartase de su Gobierno: le dijo que estuviese tranquilo y que aceptase ser senador. Así lo hizo.

Granados volverá a sentarse de nuevo ante el juez de Púnica, ya después de la Semana Santa. Ahí tendrá ocasión de continuar con este relato por fascículos en el que mantiene un difícil equilibro al intentar destapar la caja B del PP de Madrid sin implicarse. A ese equilibro añade ahora la defensa de Rajoy.

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