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La mitad de los 39 partidos que se quedaron fuera del Congreso en 2016 desisten este 28A

Congreso de los Diputados

David Noriega

En las últimas elecciones generales, en 2016, un total de 592.757 ciudadanos introdujeron su papeleta en la urna para apoyar a algún partido que, finalmente, no obtuvo representación parlamentaria. En total, 39 de las 48 formaciones que se presentaron a los comicios del 26 de junio de 2016 consiguieron papeletas, pero no diputados. De todos ellos, el mejor parado en términos de apoyo fue el Partido Animalista Contra el Maltrato Animal (PACMA), que consiguió 284.000 votos; el peor, Unión de todos (Udt), con 54. Quedar fuera del hemiciclo supone perder visibilidad y no obtener financiación pública. Para muchos de estos partidos esta situación no supone un parón. En concreto, 18 partidos volverán a intentarlo el 28 de abril. Veintiún partidos han desistido.

Udt, por ejemplo, vuelve a presentarse a estas elecciones generales. En 2015, su líder, Helen Mukoro, de origen nigeriano, se presentó a la alcaldía de Denia, Alicante. En 2016, concurrió a las generales por Teruel, donde repite este año, al ser más fácil recabar el aval del 0,1% de los electores de esa circunscripción. Este requisito, que solo deben cumplir los partidos sin representación parlamentaria, se introdujo en la reforma electoral aprobada en 2011, alegando que algunos candidatos se presentaban, únicamente, para obtener datos del censo.

Algunos ven en esta norma una oportunidad. Lo explica la coportavoz y candidata de Recortes Cero, una plataforma que aglutina a 21 organizaciones (entre ellas Unificación Comunista de España, UCE), Nuria Suárez: “Los recogemos en mesa y a todo el mundo que nos firma le damos un folleto e información. Si tenemos que hacer esto, que es una traba democrática, convirtámoslo en un aliciente”.

“Estaban en Málaga, en una mesa. Quería enterarme de qué estaba pasando, me contaron los ejes que tenían del programa y dije: ¡qué bueno!”, ejemplifica Jesús, que conoció así a la formación de la que ahora es votante. En 2016 fueron la segunda fuerza más votada fuera del parlamento, con más de 51.700 votos.

De los que se quedaron fuera en las últimas generales, quien mejor previsión tiene de cara al 28 de abril es Vox, que consiguió entonces un 0,2% de los votos. Las últimas encuestas lo colocan en el 9,1% con entre 18 y 20 escaños. “Vox tuvo en las últimas generales 46.000 votos, nosotros casi 300.000. Pues Vox es el protagonista y Pacma no lo es. Podríamos imaginar que se atienen al resultado en Andalucía, pero ese resultado viene de la relevancia que se le dio cuando la intención de voto era menor que la nuestra”, explica la portavoz y candidata por Madrid del partido animalista, Laura Duarte, que presentó un recurso ante la Junta Electoral Central, que ha sido rechazado, por el debate a cinco (con PP, PSOE, Unidas Podemos, Ciudadanos y Vox), anunciado por Atresmedia. Su formación también está cerca de entrar al Congreso. Por primera vez, algunos sondeos, como el 'tracking' de IMOP Insights para El Confidencial, le dan un diputado.

UpyD, que en las elecciones de 2011 llegó a conseguir cinco representantes, se quedó a cero en 2015 y 2016, con casi 50.300 votos. Es uno de los 21 partidos que en 2016 no consiguieron representantes y que ahora no se presenta a las generales. Están pactando con Ciudadanos su integración en las listas para las europeas. El BNG es otro de los que sabe lo que es quedarse sin diputados después de haber entrado al parlamento. En 1996 consiguieron dos asientos, que mantuvieron (en 2000 lograron tres) hasta las elecciones de 2015, donde se quedaron fuera del hemiciclo. Tampoco consiguieron representación en 2016, con 44.900 votos. Este año, el partido nacionalista vuelve a presentarse por las cuatro circunscripciones gallegas. Otros se presentan, pero a menos circunscripciones, como Falange, que en las anteriores elecciones concurrió en 18 provincias (y consiguió cerca de 9.900 apoyos) y estas en seis; el Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE, con 26.550), que pasa de 34 a 12; Escaños en Blanco (EB, con unos 12.000), de 15 a 11; o Geroa Bai, que se presenta al Congreso por Navarra (en 2016 obtuvo casi 14.300 votos), pero no al Senado en esta ocasión.

Otros concurren esta vez en coalición, como Som Valencians (6.600 votos en los anteriores comicios), que ahora va como Som Valencians en Moviment. Y otros se han disuelto, pidiendo el voto para otras formaciones, como Plataforma per Catalunya (PxC, que tuvo 720 votos), que se ha reconvertido en fundación y ha animado a sus seguidores a votar a Vox.

“Una carrera de obstáculos permanente”

La presencia en el Congreso y el Senado conlleva aparejada una cantidad anual en concepto de subvención para los partidos. Durante el primer semestre de 2018 estas fueron desde los 8,7 millones de euros que recibió el PP, a los 84.150 de Coalición Canaria (que en las elecciones anteriores obtuvo 78.000 votos). Pacma y Recortes Cero, explican sus portavoces, se financian mediante las cuotas de sus afiliados y las donaciones. Entre otras dificultades, explican, se encuentran que “nuestra papeleta no va a estar en ningún buzón” -esta propaganda electoral la paga el Estado, pero solo a aquellos partidos que obtienen diputados-, que el espacio gratuito en medios de comunicación públicos se les da en horarios de baja audiencia -el reparto lo decide una comisión de RTVE, con un representante de los partidos en el Congreso- o que tengan que recabar los avales del 0,1% de la circunscripción por la que se presentan. “Consideramos que vivimos en una carrera de obstáculos permanente”, denuncia Duarte.

La llamada al voto útil, muy presente en una campaña en la que PP, PSOE y Podemos lo han reclamado para sí (Ciudadanos lo hizo en las últimas andaluzas), es algo que molesta a los representantes de estas formaciones. “Estamos cansados de que se banalicen los votos de Pacma y se considere que tienen menos valor y son intercambiables cuando la situación política lo requiere”, lamenta Duarte. “Es inútil hasta que es útil”, dice Víctor, un votante de esta formación que considera que el voto útil es “una excusa para que no cambie nada”. “Hay mucha gente que dice, por ejemplo, 'es que no se va a acabar nunca con la tauromaquia'. Si cada vez más gente levanta la voz, sí se acabará. Por esa regla de tres, la sociedad no habría evolucionado y no habríamos cambiado de forma de pensar”, justifica.

“Una vez que se ven las votaciones se pueden hacer pactos y llegar a puntos comunes”, defiende una votante de Recortes Cero, María José, desde Murcia. Andreu, que votará a esta formación en Galicia, considera que “todas las alternativas que se plantean en unas elecciones, siempre que no promuevan la violencia, la xenofobia o el racismo, son lícitas. Lo del voto útil me parece bien que lo digan, pero no me llega. Creo que lo importante es defender un proyecto”.

Redes sociales, manifestaciones

Para darse a conocer y tener visibilidad, recurren a las redes sociales o la acción social, donde marcan sus posiciones y exponen sus reinvindicaciones. “Lo que veo de posiciones no tan comunes es a través de las redes sociales, eventos, manifestaciones... Se ve que es gente activa”, apunta Víctor. También a la movilización en las calles. “Consideramos que somos activistas haciendo política”, dice Duarte. “Los encontraba en todas las manifestaciones a las que iba”, secunda Dani, para quien “eso es lo importante, que a los partidos se les vea en las calles y no inaugurando edificios”. “A Recortes Cero es fácil conocerlo porque es muy activo en la calle, tiene publicaciones y son muy activos con campañas concretas, como la de blindar las pensiones”, defiende María José.

La acción judicial también les ayuda a lograr sus objetivos y ganar notoriedad. “A través de un recurso, hemos conseguido paralizar la caza en Castilla y León. Este trabajo refleja lo que haremos dentro de las instituciones”, señala Duarte. Otro ejemplo: Vox se ha personado como acusación particular en el juicio del procés. Al contrario, UPyD, que había presentado una veintena de recursos por asuntos como el caso Bankia, sobre la consulta soberanista o contra varios dirigentes o exdirigentes catalanes, fue retirándolas en 2015, según iba encadenando malos resultados en las elecciones autonómicas y municipales, con la consiguiente merma en sus ingresos, que provocó que el partido se viera obligado a hacer frente a una reestructuración económica.

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