Cuatro acordes de Serrat
Pedro Sánchez cortó con Pablo Casado de noche y por whatsapp, que es una manera fea de acabar con lo que no se tiene. Luego viene la nostalgia, según cantaba Serrat: “No hay nada más bello que lo que nunca he tenido”. Después de que el partido que se dice más constitucionalista llamara okupa y filoetarra a Sánchez por servirse del mecanismo constitucional de la censura, el presidente del Gobierno puso la línea roja en que Casado lo acusaran de golpista, frase que ha quedado atrapada en las paredes del Congreso como aquella de la traición a los muertos y cuyo eco se alargará en todo lo que le quede a la legislatura.
El peor nivel del parlamentarismo coincide con el momento de mayor descrédito de la política, que de tanto empeño en mantenerlo cualquiera diría que sea a propósito. Coincide la grave acusación de Casado contra Sánchez con el barómetro del CIS, que apunta lo mismo que algunas encuestas en Andalucía: que Ciudadanos adelanta al PP, señal de todas las alarmas en Génova. Fue en esas que el líder del partido volvió a compartir escenario con José María Aznar, en lo que resultó una coincidencia en el espacio y en el tiempo. A la mañana siguiente, Casado se puso a citar a Ronald Reagan y se envalentonó en las Cortes entre vítores de los suyos. “Bravo, bravo”, le jaleaban. “Habla sin papeles”, celebraban regocijados.
Ha vuelto Aznar y se ha espesado el ambiente. Serán coincidencias, que las hay hasta en los números: el 27% de los españoles cree que la crispación se debe a los independentistas y otro 27% la atribuye al PP. Aunque no sea sólo a causa de unos y de otros, a decir verdad. También Pedro Sánchez lució maneras de defensa central en el Senado, la cámara que se proponía prestigiar, dando en los tobillos del portavoz del PP. Entre el Congreso y el Senado hay ya un camino de barro.
Coincide que la semana en que han roto PSOE y PP es cuando más se han querido, porque votaron juntos para que prosiga la venta de armas a Arabia Saudí. Lo que son las cosas. Aquellas pequeñas cosas. No hay desamor bipartidista si se trata de la guerra. PSOE y PP impidieron el veto español a las armas mientras Ciudadanos y el PNV decidieron abstenerse, que es mucha coincidencia en dos partidos que se desviven por llevarse la contraria. Es en este asunto donde Podemos, el partido más coincidente con el PSOE, trata de desmarcarse. Propone buscar ahora nuevos compradores para las corbetas que se fabrican en Cádiz. Buscarlos así, de pronto. Había este verso en Esos locos bajitos: “Nos parece que son de goma y les bastan nuestros cuentos para dormir”. Ocurre a veces, que se confunda a la ciudadanía con la infancia.
Faltaba el perdón de Rato –¡Rato!–, desprovisto de toda soberbia y transformado en un hombre que se disculpa y se arrepiente. Qué conversión tan oportuna, a las mismas puertas de la prisión, antes de cargar con sus dos bolsas negras y sus dos causas todavía pendientes. Faltaba el perdón de Lesmes –¡Lesmes!– por el caos que han provocado con las hipotecas. Dos perdones en la misma mañana supone el milagro de las coincidencias. Como lo es que el primer asunto en la historia del Supremo por el que se convoca un pleno después de dictar sentencia tenga que ver con los intereses de la banca. También ahí se oyen los acordes de Serrat: “Fue sin querer. Es caprichoso el azar”.
Prendió el azar, desde luego. Ahora que el Supremo abre el juicio al procés, el Gobierno duda del delito de rebelión. La semana estaba en eso: mucha coincidencia y muy poca casualidad.