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Perfil
Begoña Villacís, la vicealcaldesa de Madrid que sobrevive al naufragio de Ciudadanos

La vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís.

Carmen Moraga / Sofía Pérez Mendoza

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Ha sido la sombra de Edmundo Bal en esta intensa campaña para la presidencia a la Comunidad de Madrid. Begoña Villacís (Madrid, 1977), vicealcaldesa de Madrid, tuvo que cambiar de pareja inesperadamente ante la decisión del expresidente madrileño, Ignacio Aguado -que ya había anunciado su deseo de concurrir a primarias-, de dar un paso a un lado para facilitar la candidatura del abogado de Estado y reeditar el pacto de 2019 con el PP si lograban mantenerse en la Asamblea de Madrid y eran “decisivos” el 4M. Durante varias semanas Villacís se ha pateado Madrid haciendo de 'cicerona' de un neófito candidato que, a pesar de vivir y trabajar en la capital, desconocía los intríngulis de la política madrileña, que ella domina muy bien.

Con todas las encuestas en su contra, el reto de llegar a ese 5% mínimo de apoyos que necesitaban para no desaparecer del mapa madrileño era difícil y la vicealcaldesa lo sabía. Pero se entregó a la tarea con la misma pasión que antes lo había hecho con su compañero Aguado. Sin embargo, esta vez no pudo ser. Inés Arrimadas le agradeció el miércoles pasado su esfuerzo y dedicación: “Gracias, Begoña, por tu implicación personal como vicealcaldesa de Madrid en esta campaña”, le dijo durante su intervención ante el Comité Permanente, el órgano de dirección reducido que la líder de Ciudadanos amplió recientemente para atajar la fuerte crisis desatada por la fracasada moción de censura presentada con el PSOE en la región de Murcia. Villacís y Aguado -que ya eran miembros de la Ejecutiva Nacional- fueron dos de los dirigentes que se integraron en ese núcleo duro de confianza de Arrimadas que se reúne todas las semanas y en el que se toman las decisiones más importantes.

Tándem electoral con Aguado

La dirigente madrileña, abogada y madre de tres hijas a las que cita habitualmente para pedirles 'perdón' por no dedicarles todo el tiempo que le hubiera gustado, sabe lo duras que son las campañas. Ha formado tándem con Aguado en las dos anteriores elecciones municipales y autonómicas: en las de 2015, en la que ambos se estrenaron como candidatos; y en las de 2019, en las que ya hubo dudas de si Aguado era la mejor opción para la Comunidad de Madrid. Los 26 diputados autonómicos que logró Aguado en aquella cita con las urnas abrió el camino al gobierno de coalición con Ayuso, recién llegada a la presidencia regional. Villacís, por su parte, consiguió once actas en el Ayuntamiento, cuatro más de las que había obtenido en 2015, y también selló un acuerdo municipal para cogobernar con el dirigente del PP, José Luis Martínez Almeida, que tuvieron que negociar también con Vox. Los dos dirigentes de Ciudadanos intentaron previamente que el PP les cediera la alcaldía de la capital a cambio de garantizarles la comunidad, esgrimientodo que eran el partido que “más había crecido”, pero en Génova no lo permitieron. Además, iniciaron también conversaciones con Vox, para asegurarse su apoyo. Villacís siempre se negó a hacerse fotos con el partido de extrema derecha, aunque los últimos presupuestos del Ayuntamiento salieron adelante con su apoyo y su grupo ha respaldado algunas de sus iniciativas, como la eliminación de la placa de Largo Caballero o del mural de Ciudad Lineal, que le han obligado a rectificar después.

La campaña de 2019 le cogió con un tercer embarazo muy avanzado y el parto le impidió ir al principal debate de candidatos en Telemadrid. En aquella carrera electoral sufrió un escrache en el acto que celebraron en la Pradera de San Isidro en donde fue insultada y abucheada por un grupo de activistas antidesahucios. Un desagradable episodio que la vicealcaldesa no olvida, por lo mal que lo pasó, y que en esta campaña no ha parado de recordar a raíz de otros actos de violencia sufridos por varios de los candidatos, y tras las amenazas de muerte que han recibido Pablo Iglesias, el ministro del Interior y la directora general de la Guardia Civil.

En esa misma campaña también salió a la luz una empresa que compartió hasta antes de que tuviera cargos institucionales con su exmarido, y a través de la cual se compraron una casa de 600 metros cuadrados cuyo alquiler, por debajo de precio de mercado, se autopagaban. Esa vivienda nunca se declaró entre sus bienes y ella justificó que ya no estaba relacionada con la sociedad pese a que hasta 2018 no había inscrito en el Registro Mercantil que cesaba como administradora solidaria. La entonces candidata aseguró que fue un error no comunicarlo antes.

Sobre ella y Aguado han pesado siempre los rumores de sus tensas relaciones, algo que ella siempre ha desmentido, e incluso ha querido dejar claro en sus mítines, en los que siempre tiene palabras de cariño y respeto para su compañero de tantas batallas. “Ignacio, ¿te acuerdas de nuestros primeros mítines? ¡Qué nervios pasábamos!”, ha confesado en más de una ocasión. Esa supuesta rivalidad también se ha extendido al ámbito orgánico en Madrid. Hace poco la vicealcaldesa fue nombrada por Arrimadas coordinadora de Ciudadanos de Madrid capital, un puesto de nueva creación, aunque Aguado es el coordinador del partido en la región. Pero a los afines a Aguado no les gustó el hecho de que Villacís lograra colocar a dos personas de su máxima confianza en el Comité Autonómico, la concejala delegada de Deportes, Sofía Miranda, que es ahora responsable de Programas de Ciudadanos Madrid; y al delegado de Urbanismo, Mariano Fuentes, al frente del control del aparato local.

La moción de Murcia y el “botón nuclear” en el Ayuntamiento

Dos años después de las elecciones de 2019, la vicealcaldesa de Madrid es la única superviviente en Madrid de aquellos acuerdos con el PP decididos por el exdirigente de Ciudadanos, Albert Rivera, que fue quien la fichó y presentó como una de las políticas con mayor futuro y proyección pública. Ambos se conocieron siendo tertulianos en diversos platós de televisión que sirvieron a Villacís de “entrenamiento” para cuando tuvo que enfrentarse por primera vez a un mitin. Pese a ser un 'producto' de Rivera ella se considera gran amiga de Arrimadas y también de Marta Rivera de la Cruz, con quienes todos los lunes desayunaba en una cafetería junto a la sede del partido antes de asistir a la reuniones de la Ejecutiva Nacional. Rivera de la Cruz acaba de darse de baja como afiliada en la formación a la espera de ser tocada por Isabel Díaz Ayuso para su nuevo Gobierno.

Después de la fracasada moción de censura en Murcia, que fue la que desencadenó la decisión de Ayuso de desprenderse de sus socios de gobierno de Ciudadanos y convocar elecciones a la Comunidad de Madrid, todas las miradas se dirigieron hacia Villacís por si se le ocurría “apretar el botón nuclear” para, junto con el PSOE y Más Madrid, descabalgar de la alcaldía a José Luis Martínez Almeida con una iniciativa similar, precisamente la excusa que esgrimió la presidenta regional contra Aguado para deshacerse de él. Pero en los planes de la dirigente de Ciudadanos, consciente de ese poder, no ha estado nunca romper ese pacto. Una y otra vez ha repetido que en el Ayuntamiento se necesita “estabilidad” y por el momento en el partido no quieren arriesgarse a otro error de cálculo con consecuencias devastadoras.

“No me voy a ir al PP”

Además, presume de sus excelentes relaciones con el edil madrileño, que le corresponde con halagos a su vez. Esa buena sintonía, no obstante, ha sido la que ha desatado numerosos rumores de que Villacís también está a un paso de marcharse al PP, como han hecho y están haciendo otros compañeros de filas. Ella está cansada de negarlo y asegura que acabará su vida política en Ciudadanos. Las mayores especulaciones se desataron cuando se supo que había habido dos reuniones promovidas por el PP con una concejala, Concha Chapa, y Rivera de la Cruz -entonces consejera de Cultura-, para provocar su salto a la formación de Pablo Casado. Entonces Villacís tuvo que reunir a los concejales de su equipo para ahuyentar la psicosis que había ante la Opa hostil que ya les estaba preparando en Génova y advertirles de que no se dejaran llevar por los cantos de sirena.

Otra cosa es que reconozca que haya recibido ofertas por parte de los populares en ese sentido. “Me las han lanzado medio en broma, pero no me voy a ir al PP”, ha señalado más de una vez. “Siempre me he sentido naranjita”, ha contestado en alguna entrevista Villacís, quien aunque ahora no oculta que lo están pasando muy mal, también sabe lo que es haber vivido los momentos más dulces en su partido.

En Ciudadanos la consideran uno de los mayores activos, de los escasísimos que han sobrevivido al ascenso y caída de la formación, y de las pocas esperanzas a las que agarrarse para reflotar el proyecto con la incertidumbre de si podría decidir cambiar de siglas en la próxima convocatoria electoralo o bien optar por la fórmula de una candidatura conjunta, una “fusión fría” con el PP como apuntan otros dirigentes de su partido, como Juan Marín en Andalucía. “Quedan más de dos años, nada de lo que podríamos dar por sentado hoy será probablemente lo que ocurra. Vamos a seguir trabajando muchísimo porque somos conscientes de que somos mas necesarios que nunca”, respondía Villacís al ser preguntada este viernes, en plena resaca postelectoral, si teme desaparecer también del Ayuntamiento de Madrid en 2023. Si los resultados del 4M se extrapolaran al Consistorio, el alcalde José Luis Martínez-Almeida quedaría al borde de la mayoría absoluta y Ciudadanos, sin representación.

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