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Cómo fueron detenidos los titiriteros

Una casa una ruina. Títeres desde abajo

Pedro Águeda

Minutos antes de las 17:00 del viernes, una vigilante de seguridad da la espalda al teatrillo de guiñoles que ofrece una representación en la Plaza del Canal de Isabel II de Madrid, en el barrio de Ríos Rosas. La obra es parte de la programación oficial de los Carnavales en el distrito.

“Los bruxos y las bruxas que se encargan de ocupar las casas que están vacías, que se enganchan a la luz y al agua, no son malos”. Así arranca la obra, según el testimonio de la madre de un menor ante la Policía. La misma mujer relata después que en un momento dado los personajes de guiñol comienzan a acuchillarse y que su hija le dice: “Los muñecos se están cortando y haciendo sangre”. La mujer decide llevarse a su hija.

Minutos después, algunos padres requieren a la agente de seguridad porque no les está gustando en absoluto el contenido de la representación, pero ella alega que está de espaldas y que no sabe a qué se refieren. Los ánimos se caldean.

Sobre las 17:30 horas, dos policías municipales que realizan funciones de seguridad ciudadana con motivo del dispositivo para el carnaval “observan a una multitud de gente alterada y a un indicativo de Protección Civil en actitud de intervención en uno de los escenarios”, según declararon después a la Policía Nacional.

Los agentes locales, de paisano, se identifican y preguntan a los miembros de Protección Civil qué ha pasado. Estos les cuentan que los espectadores “habían presionado” para detener la obra cuando uno de los guiñoles mostró una pancarta en la que se podía leer “Gora Alka-ETA”. En ese momento, los dos detenidos se apresuran a recoger sus pertenencias mientras eran “reprendidos” por el público.

Los agentes se acercan a recoger la versión de Raúl y Alfonso. Estos, según el atestado, le dicen a los agentes que “transcurridos 20 minutos más o menos de la obra, dentro del contexto de la función, habían sacado junto a uno de los guiñoles la citada pancarta, así como un cuchillo simulado de plástico, momento en el que la gente, a iniciativa propia, arremetió contra ellos con la intención de parar la misma”.

“En el lugar había padres con sus hijos y desconocían el contenido violento de la misma, si bien afirman los ahora presentados como detenidos que al inicio de la función avisaron a los padres del alto contenido violento de la misma”.

Los policías detienen a los dos artistas y piden refuerzos para su traslado. Allí se personan más agentes municipales y una patrulla de seguridad ciudadana de la Policía Nacional. Después llegan los agentes de la Brigada Provincial de Información, que investiga los delitos de terrorismo y otros relacionados con radicalismos.

Los enseres de los titiriteros son requisados e inventariados posteriormente en el atestado policial: “Un muñeco de guiñol con toga judicial colgado mediante una soga de una estructura de madera con apariencia de horca; ”Una especie de cuaderno-libreto realizado a mano en el que se puede leer en su portada Contra la democracia“; ”Una pequeña pancarta de aproximadamente 20 cm de alto con la inscripción Gora Alka-ETA“; ”Una hoja doblada en la que se incluye parte del guión y de los diálogos“...

Los detenidos son trasladados a la sede de la Brigada Provincial de Información, en la calle Tacona, debido a que se puede tratar de un delito de enaltecimiento del terrorismo. A las 19:45 comparecen para declarar en el atestado los policías municipales. Media hora después, los agentes de la Policía Nacional que se desplazaron hasta el lugar.

Los dos detenidos rechazan declarar y pasan la noche en los calabozos de la Brigada Provincial de Información. En la mañana del sábado son trasladados a la Audiencia Nacional para prestar declaración.

Pasadas las 15:00 horas del sábado se celebra la vistilla y la Fiscalía solicita la prisión incondicional que el juez Ismael Moreno acuerda en un breve auto. Los titiriteros son trasladados en un furgón de la Guardia Civil a la prisión de Soto del Real.

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