Casado frena su actividad en busca de un perfil moderado ante el desgaste de Rivera por la crisis de Ciudadanos
De la hiperactividad de sus primeros meses como presidente del Partido Popular a despejar por completo su agenda, con apenas uno o dos actos a la semana. Pablo Casado ha aprovechado la creciente exposición mediática del líder de Ciudadanos, Albert Rivera, a raíz de la crisis interna que vive el partido que se define como liberal, para echarse a un lado, cambiar de raíz su estrategia política y confiar en el desgaste de la formación con la que desde hace meses mantiene una cruenta batalla por el electorado del centro derecha.
Casado ya frenó esa agenda maratoniana –que durante meses le llevó a celebrar hasta tres actos diarios– después de las sucesivas derrotas que encajó en las elecciones generales del 28A y en las municipales, autonómicas y europeas del 26M. Al día siguiente de estos comicios, los principales barones del partido pusieron en cuestión la estrategia que mantuvo desde su triunfo en las primarias y le exigieron un giro hacia la moderación y el centro político para poder volver a ganar elecciones.
Para dirigentes de la máxima confianza de Casado esa apuesta por la moderación se ha traducido ahora, precisamente, en la menor presencia del líder del PP en actos o entrevistas en medios, justo cuando el foco está centrado en las peleas internas que vive Ciudadanos por la “derechización” de su dirección. Destacados miembros populares consideran que el plan de Génova –esta semana, por ejemplo, Casado tan solo presidió el Comité de Dirección del lunes, a puerta cerrada, e intervendrá en la escuela Miguel Ángel Blanco en Vitoria el fin de semana– les sitúa, en cambio, en la “centralidad”.
En el PP confían en que la figura de Rivera, con quien algunos dirigentes populares quieren formar una coalición electoral –'España Suma'– similar a la alcanzada en Navarra por si hay un adelanto de las generales, se queme ante las últimas polémicas en las que se ha visto envuelto Ciudadanos, su “socio preferente”, con el que han pactado el Gobierno de Castilla y León, con quien administran ciudades como Madrid y Zaragoza y junto con el que negocian, además de con Vox, los Ejecutivos de la Región de Murcia y la Comunidad de Madrid.
Aprovechar las fugas
Los dirigentes consultados citan, por ejemplo, la estrategia de la confrontación que el partido liberal llevó a la marcha estatal del Orgullo del pasado 6 de julio, o el descontento del electorado más moderado que no ve con buenos ojos que Ciudadanos se siente a hablar sin complejos y a negociar con Vox después de haber prometido que no lo haría incluso mediante una resolución aprobada por unanimidad por la Ejecutiva del partido.
La crisis interna del partido de Rivera se agravaba en las últimas semanas con sonadas salidas de exdirigentes que en el pasado reciente tuvieron mucho peso en Ciudadanos. El último en marcharse, este miércoles, fue Francesc de Carreras, catedrático de Derecho Constitucional que participó en la fundación de Ciudadanos y que comunicó al partido que se daba de baja como afiliado. De Carreras se unía así a Toni Roldán, que dimitió de todos sus cargos y dejó el partido el pasado 24 de junio, y a Javier Nart, que abandonó la dirección del partido pero continúa como eurodiputado.
“Es el momento de que todo se centre en Ciudadanos, es mejor que nosotros estemos en un segundo plano”, explica un alto dirigente del PP, que reconoce que la nueva estrategia de Casado de mantenerse más al margen de la actividad mediática, sin protagonizar entrevistas cada día, le permite también esquivar algunos de los asuntos más controvertidos para los populares como el aborto o la memoria histórica. Se trata de debates que en el partido reconocen que les perjudican electoralmente y les escoran a la derecha.
En la dirección del PP confían en que en los próximos meses se produzca una “fidelización del voto 'popular” y que eso se traduzca en un mejor resultado e incluso en la posibilidad de llegar a la Moncloa en el caso de que la investidura de Pedro Sánchez fracase y se celebre un adelanto electoral, con las generales previstas para el 10 de noviembre.
Ante un posible adelanto electoral
Génova cree que habrá un regreso de muchos votantes “decepcionados”, especialmente con Vox, por su “actitud ante las negociaciones” en las comunidades autónomas donde realizan exigencias desproporcionadas. Pero también esperan recuperar a electores que el 28A optaron por Ciudadanos, aunque su principal objetivo son aquellos que apoyaron a la extrema derecha.
Aunque en privado los dirigentes del PP reconocen que un adelanto electoral puede suponer un nuevo varapalo del que difícilmente podría recuperarse Casado, el mensaje oficial es que, en cualquier caso, el partido está preparado para volver a las urnas.