Ciudadanos trata de ser bisagra otra vez: coaliciones con el PP y acuerdos puntuales con Sánchez
La decisión de Arrimadas de fijar una nueva estrategia para el partido, una vez jubilado Albert Rivera, y asumido el batacazo de pasar a 10 escaños tras haber soñado con la presidencia del Gobierno y el liderazgo del centro–derecha en España, empieza a generar conflictos en el seno de Ciudadanos. Aunque los dirigentes del partido insisten en que ese nuevo rumbo solo persigue actuar con “pragmatismo”, hacer “política útil” para “resolver los problemas de los ciudadanos” en un momento muy complicado para el país por la crisis sanitaria, económica y social, ese papel de bisagra, que ha decidido jugar la líder del partido, está encontrando resistencias internas.
La nueva cúpula de Ciudadanos es consciente del coste político que supone mantener determinados gobiernos de coalición con el PP donde siempre ocupan papeles secundarios, fundamentalmente en Madrid, con la polémica gestión de Isabel Díaz Ayuso, al frente de un Ejecutivo partido en dos. Aunque la líder de Ciudadanos se esfuerza en defender que todas estas alianzas, al estar formadas por dos fuerzas políticas distintas, tienen sus legítimas diferencias, la situación de la Comunidad amenaza con convertirse en una nueva vía de agua para el partido, que sigue cayendo en las encuestas, en algunas a costa de la propia Ayuso.
Fuentes de la dirección sostienen que no hay riesgo de ruptura en la Comunidad, pese a la situación imposible de la coalición. Y esa difícil convivencia, que además depende de los votos de Vox, es lo que ha llevado a la formación a tratar de hacer visible su capacidad para pactar también con el Gobierno de Pedro Sánchez. Pero esta decisión también le acarrea problemas.
Fisuras en el grupo y baja de uno de los fundadores por el 'sí' al estado de alarma de seis meses
El pasado jueves sus diez diputados apoyaron de nuevo al Gobierno en el decreto de alarma sobre la Covid–19, que durará seis meses, y que fue aprobado por el Pleno con el voto en contra de Vox y la abstención del PP. Ciudadanos había puesto encima de la mesa sus condiciones para votar a favor: que este nuevo estado de alarma “durara solo tres meses”; que “Sánchez compareciera mensualmente a rendir cuentas” y que el ministro Illa lo hiciese cada quince días. Pese a no cumplirse sus exigencias, Ciudadanos decidió respaldar al Gobierno. Ese voto, impuesto sin debate interno, no gustó a todos en el grupo.
De hecho, la diputada por Alicante, Marta Martín, puso poco después de finalizar el Pleno un tuit en el que decía: “Día muy duro. He tenido que apoyar con mi voto algo que no comparto. Creo que el Estado de Derecho y el control parlamentario son irrenunciables aún en circunstancias dantescas. He respetado la disciplina de voto. Confío en que acertemos y en que no me vuelva a pasar”. Después, ese tuit desapareció. Fuente del partido aseguran a eldiario.es que desde la dirección se le 'recomendó' a la diputada retirar ese comentario pero el portavoz adjunto, Edmundo Bal, lo negó y señaló que lo hizo por iniciativa propia.
“Hablé con Marta y me dijo que posiblemente podía ser malinterpretada y decidió borrarlo. Ella misma lo ha explicado de forma razonable porque sabe lo difícil que es negociar con este Gobierno. Al final Ciudadanos tiene que tomar decisiones difíciles, ser responsable y estar a la altura pensando en que la gente se muere”, afirmó Bal, quien ha negado que la decisión se tomara de forma unilateral, sin consultar con sus compañeros. “Hablé con cada uno de los diputados del grupo y al final se adoptó esa decisión. Somos un grupo parlamentario que habla, que está muy unido, lo hemos demostrado y lo volveremos a demostrar ahora en la negociación acelerada de los presupuestos”, zanjó. Sin embargo, las quejas por la ausencia de debate interno no son nuevas. De hecho, con la excusa de la pandemia, han desaparecido las reuniones de grupo semanales que antes se hacían con Albert Rivera. Y la mayoría de las decisiones de calado las toma el Comité Permanente, el núcleo duro de Arrimadas, como ocurrió con el cambio de candidato en Catalunya.
Hace poco, una situación similar dio origen a que el empresario Marcos de Quinto abandonara su escaño por Madrid y la militancia en el partido al no estar de acuerdo con el apoyo que dio el partido a la quinta prórroga del estado de alarma por otros quince días. Este nuevo apoyo a Sánchez ha tenido más consecuencias. Xavier Pericay, uno de los históricos fundadores de Ciudadanos, decidía este sábado darse de baja como afiliado, una decisión que ha hecho pública a través de un mensaje en su perfil oficial de Twitter en que adjuntaba el pantallazo con la petición al partido: “Fue bonito mientras duró”, escribía.“ Su distanciamiento con las decisiones del partido venía de hace tiempo –ya había dimitido de todos sus cargos en la etapa de Rivera– pero el detonante, según reconoce Pericay, esta vez ha sido el apoyo al estado de alarma decidido por Arrimadas con a la que no le notificó previamente su decisión. ”No tengo nada que hablar con ella“, afirma a eldiario.es el ya ex militante de Ciudadanos.
Se sentará a negociar los presupuestos para no dar excusa a que Sánchez diga luego que “no quiso”
A pesar de la marejadilla interna que se ha levantado en el partido y de los desplantes que le están haciendo los socios de Sánchez, fundamentalmente Unidas Podemos, la líder de Ciudadanos sigue dispuesta a negociar también los Presupuestos Generales del Estado (PGE), cuyas líneas maestras ya se conocen, y ha anunciado que no presentarán una enmienda a la totalidad del proyecto. Su determinación contra viento y marea de mantener los canales de diálogo con el Gobierno la ha justificado en que no quiere dar excusa a que Sánchez diga luego que “Ciudadanos no quiso sentarse a negociar”. Ese empeño le ha hecho enterrar varias de las líneas rojas que ha ido poniendo: primero, rechazar unas cuentas públicas que llevaran el sello de Podemos –que lo llevan puesto que han sido pactados en el seno de la coalición–; su 'no' a la mesa de diálogo en Catalunya y a posibles indultos de los condenados del procés, o al acercamientos de presos de ETA al País Vasco que el Gobierno medidas que ya negocian con los republicanos y el PNV. Todo lo ha olvidado en su afán de que Pedro Sánchez cuente con ellos y poder presentarse a la sociedad como una fuerza que sabe pactar a derechas e izquierdas.
Pero la situación se le está poniendo cada vez más complicada. No solo porque ERC haya decidido volver a la senda del acuerdo y quiera vetar a su grupo a las puertas de una campaña catalana, sino también porque Podemos está demostrando sin tapujos que también los quiere fuera de la negociación. El tuit del portavoz de Unidas Podemos, Pablo Echenique, mofándose de la 'flexibilidad' que demuestran no ha caído muy bien en la dirección del partido.
“Están rabiosillos y escocidos”, “ese tuit responde a que sabe que la primera partida la hemos ganado nosotros porque se han cumplido las líneas naranjas”, le respondía este viernes Edmundo Bal. La mano derecha de Arrimadas en el Congreso se refería a algunas medidas que aseguran que ya han pactado con el Gobierno, como suprimir la subida del 15% en el impuesto de Sociedades; que no se suba el IVA a la educación concertada ni a la sanidad privada; y tampoco se grave más “a la clase media” en e IRPF, junto a un plan de lucha contra el fraude.
Entre sus victorias se han arrogado que no se lleve a cabo el alza del impuesto al diésel, como se recoge ahora en el anteproyecto, pese a que la posibilidad de que se elimine tiene más que ver con la presión del PNV, como ha reconocido la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que niega haber hecho concesiones de antemano a los de Arrimadas.
Por su parte, el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, en una entrevista en la Cadena Ser había calificado los Presupuestos como “progresistas y lejos de la austeridad y los recortes”, e ironizó sobre la posición de Arrimadas de sentarse con el Gobierno: “Si Ciudadanos se hace de izquierdas, bienvenidos”. Una de las medidas que la formación de Arrimadas critica duramente es la regulación del mercado del alquiler que al final se tramitara como ley.
Mientras en Unidas Podemos empujan para dejarles fuera del acuerdo presupuestario ante el riesgo de que rebajen los avances sociales, en las filas socialistas apuestan por contar ellos para ofrecer una imagen de apoyo amplio y transversalidad política. El cambio de estrategia de la líder de Ciudadanos levantando el veto que le impuso Albert Rivera al PSOE abre además la puerta a que en un futuro ambos partido se entiendan, como ya ocurrió en 2016.
Por otro lado, la aparente ruptura del PP con Vox en el debate de la moción de censura ha desconcertado a la líder de Ciudadanos. Aquel día, Arrimadas buscaba los focos dado que era su gran oportunidad para marcar claras distancias con la formación de extrema derecha, aunque ya sabía que el PP también rechazaba la iniciativa. Pero Casado no había desvelado aún si su grupo se abstendría o iba a votar en contra, incógnita que mantuvo hasta su intervención en la segunda jornada del debate. Y en vista de la crispación que se ha instalado en la Cámara, Arrimadas, fiel a sus llamamientos a “enterrar las trincheras” y hacer “política útil”, optó por una exposición templada pero contundente contra el líder de Vox, al que le dijo que tenía un discurso “trasnochado” y que “su modelo de España y de Europa no tiene nada que ver con el que yo defiendo”. La líder de Ciudadanos desgranó los motivos para rechazar su iniciativa, principalmente porque creía que “beneficiaba” solo al Gobierno. “¿No se han percatado qué felices están los señores socialistas y sus socios?”, le preguntó, sarcástica, al líder de la extrema derecha, para terminar sentenciando, en alusión a la gestión del Gobierno en la pandemia: “Si la pregunta fuera si estamos indignados o cabreados la respuesta sería sí. Pero la pregunta no es esa hoy. La pregunta es si queremos a Abascal de presidente del Gobierno, y la respuesta es no”, insistió Arrimadas, a la que incluso Abascal agradeció su “tono moderado” tras acusarla de ser la “muleta de Sánchez”.
A pesar de que ha sido preguntada reiteradamente sobre qué opinaba de ese sorprendente giro estratégico de Casado, la presidenta de Ciudadanos no ha querido mojarse. En una entrevista en TVE, diferenció la actitud “responsable” de su partido desde el inicio de la crisis del coronavirus, alcanzando acuerdos para “corregir errores” y aportando propuestas, del “discurso de media hora” de Casado. “Un proyecto político no es un discurso de media hora”, zanjó, algo molesta por la insistencia de esa pregunta, asegurando que ella “no está pendiente de qué hacen los demás partidos”, aunque reiteró que ellos no son “socios” de Sánchez.
Precisamente la desconfianza de los de Pablo Iglesias incluye el temor a que Ciudadanos intente aprovechar la tramitación de los Presupuestos para alejarse de sus alianzas con el PP y, sobre todo, con Vox, imprescindible para sostener los Gobiernos de Madrid, Murcia o Andalucía. “PP y Ciudadanos están encerrados por la ultraderecha en la Plaza de Colón”, dijo Echenique en el debate del jueves sobre el decreto del estado de alarma . Y añadió: “El señor Casado y la señora Arrimadas pueden reivindicar el centro y los consensos de la Transición, pero votan junto a la ultraderecha retirar a martillazos la placa de Largo Caballero, presidente democrático de España y víctima del nazismo. Están atrapados por Vox y los motivos son fáciles de entender”. Echenique aseguró que Arrimadas busca “desesperadamente” “escapar del mordisco de Vox”, para insistir: “Vox los tiene encerrados en la Plaza de Colón y de allí sólo sale una cosa: el '¡a por ellos!'. El a por nosotros”.
15