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La disposición de Arrimadas a concurrir a las elecciones con el PP facilita a Casado su ansiada “reconstrucción” de la derecha

Pablo Casado y otros dirigentes del PP durante una reunión del Comité de Dirección del partido.

Iñigo Aduriz

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“Juntos mejor”. En medio de una profunda crisis interna surgida tras la debacle del 10N y la dimisión de su presidente y fundador, Albert Rivera, esta semana la portavoz de Ciudadanos, Inés Arrimadas, se mostraba por primera vez en la historia del partido dispuesta a concurrir en coalición con el PP a las citas electorales previstas para este año. La dirigente de la fuerza que se autodefine “liberal” pedía a la dirección interina –la gestora– una reunión “urgente” para estudiar la posibilidad de presentarse juntos a las próximas elecciones en Catalunya, Galicia y País Vasco con el fin de frenar “el auge del populismo” y de los “nacionalismos”.

Su decisión era de inmediato celebrada con júbilo por la dirección nacional del Partido Popular, que lleva meses insistiendo en pedir esa alianza a Ciudadanos, a la que también quieren que se sumen otras fuerzas “constitucionalistas” como la extrema derecha de Vox e incluso socialistas “desencantados” con la gestión de Pedro Sánchez.

“Me alegro de que Ciudadanos parezca dispuesto ahora a unirse a esa operación de reagrupación, especialmente en Catalunya porque no es una operación ideológica. Es una operación democrática, de rearme moral, cultural y político del constitucionalismo. Y también, con él, del PP”, zanjaba este viernes la portavoz del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo.

Lo que puede surgir a raíz de las palabras de Arrimadas es el germen de la coalición España Suma soñada por Pablo Casado y por Álvarez de Toledo, una de sus principales impulsoras, que pese a las insistencias del PP no pudo consumarse antes del 10N por las reticencias de Ciudadanos y Vox, que optaron por presentar a las generales sus propias siglas con un resultado desigual: mientras los de Arrimadas se desplomaban y se quedaban en 10 escaños –47 menos a los logrados el 28A–, la extrema derecha crecía sobremanera hasta los 52 representantes, 28 más de los obtenidos siete meses antes.

Inspirado por Aznar

La nueva disposición de Ciudadanos permite a la cúpula del PP ver más factible esa “reconstrucción” del centro derecha en torno a sus propias siglas, el gran objetivo que se fijó Casado cuando ganó las primarias de julio de 2018. Inspirado en las tesis de su padrino político, el expresidente del Gobierno José María Aznar –que se ofreció a colaborar en la “refundación” el mismo día que dimitió Rajoy–, lo que busca el líder de los populares es un proceso similar al que se vivió a principios de los años 80 cuando “todo lo que estaba a la derecha del PSOE” se integró en el PP.

Esta transformación permitió a los populares mantenerse durante años como el gran partido hegemónico de la derecha en España, que aglutinó desde los sectores más centristas a los más extremistas. Se convirtió, junto al PSOE, en una de las dos grandes formaciones de Gobierno que ha estado al frente del país durante 15 años, ocho de ellos con mayoría absoluta. 

Casado, en cambio, se tuvo que enfrentar a la división de la derecha por la irrupción de Ciudadanos y Vox desde el inicio de su mandato al frente del PP. Ese escenario fragmentado le llevó a anotarse el peor resultado de la historia del partido en unas generales –el 28A logró solo 66 escaños–. Por eso el presidente de los populares considera ahora que para volver al Ejecutivo es imprescindible encabezar de nuevo otro proceso de integración como el de hace más de 30 años. 

Junto a Aznar, su asesor fundamental y padrino político, Casado reconocía el martes que su “principal función” es “unir al centro derecha”. “Lo estoy intentando hacer con Ciudadanos y con Vox. En abril propusimos a una fuerza política una alianza en el Senado y a la otra no concurrir en algunas circunscripciones. Y España Suma. Hasta que no lo hagamos va a ser muy dificil que una alianza entre la izquierda y los nacionalismos pueda ser derrotada”, señalaba.

La unión en Colón y en las instituciones

Hace año y medio, durante el Congreso Nacional que le hizo presidente, Casado asumió “la responsabilidad de reconstruir el centro derecha y recuperar los miles de votos perdidos” hacia las formaciones de Albert Rivera y Santiago Abascal. Pero desde entonces, lo único que había conseguido el líder del PP fue escenificar la foto de la unión de las tres derechas en la polémica concentración de Colón que tuvo lugar justo hace un año, en febrero de 2019.

También se ensayó la integración a través de los acuerdos logrados con Ciudadanos y Vox para controlar ayuntamientos y comunidades autónomas tras las elecciones del 26 de mayo. A la formación en enero de 2019 del primer Gobierno de la Junta de Andalucía no liderado por el PSOE gracias a la coalición con el partido de Arrimadas y el apoyo de Vox, se sumaron en verano los acuerdos de las derechas para mantener el poder en la Comunidad de Madrid, la Región de Murcia o Castilla y León, además de en los ayuntamientos de Madrid o Zaragoza. 

El objetivo de la dirección popular es, en todo caso, aprovechar la debilidad de la formación de Arrimadas y sus líos internos para lograr una fusión total con Ciudadanos antes de los comicios autonómicos de Catalunya, Galicia y Euskadi, para después, en el medio plazo, sumar a los sectores “constitucionalistas” tanto de Vox como el PSOE y llegar a las próximas generales, previstas inicialmente para 2023, con una única fuerza de centro derecha, el PP.

En el corto plazo, Génova 13 no quiere que la división de la derecha ponga en riesgo la mayoría absoluta de Alberto Núñez Feijóo en la Xunta y relegue al PP vasco a la irrelevancia en el Parlamento de Vitoria. De hecho, la idea de la fusión ya ha sido aceptada por el propio Feijóo, uno de los barones más críticos con Casado, a pesar de que en los últimos meses no vio con buenos ojos la alianza de las derechas.

El apoyo de populares gallegos y vascos

El presidente de la Xunta, que necesita revalidar su mayoría absoluta para garantizarse el poder autonómico, cree ahora que Ciudadanos “cabe dentro” del PP y que “sería bueno buscar fórmulas de entendimiento” con el partido fundado por Albert Rivera, que de momento ejerce un papel testimonial en Galicia, ya que no tiene representación en el Parlamento gallego y tampoco sacó escaño en las últimas generales.

Fuentes del PP vasco señalaban por su parte este viernes que, en principio, les parece “bien” la iniciativa de Arrimadas, aunque es algo que habrá que “hablar y trabajarlo”. En declaraciones a la agencia Europa Press, esas fuentes indicaban que la de las listas conjuntas con Ciudadanos es una idea que ha venido defendiendo el líder del partido, Alfonso Alonso, que apuesta por agrupar al centro derecha.

El PP recordaba que hubo un intento en las pasadas elecciones generales del 10 de noviembre para concurrir juntos en Euskadi, pero “lo frustró Albert Rivera” cesando fulminantemente a su secretario de Organización en el País Vasco por hablar con los populares vascos a espaldas de la dirección estatal.

La cúpula popular considera que con la iniciativa de Arrimadas se ha iniciado un “cambio de ciclo político” que le permitirá comenzar “la refundación del centro derecha” reivindicada tanto por Aznar como por Casado. “O se refunda el espacio de centroderecha o no ganaremos las elecciones”, zanjan en Génova 13.

El PP ha conseguido por el momento arrastrar a Ciudadanos a su terreno, no sin generar una nueva tormenta interna en las filas del partido que se dice “liberal” por la decisión de Arrimadas de explorar la vía del acuerdo con los populares cuando su formación se encuentra en una situación de interinidad y gobernado por una gestora al menos hasta el Consejo General de marzo.

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