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La “enterrada y renacida” declaración de Pedralbes cumple hoy un año

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente de la Generalitat, Quim Torra, durante la reunión que mantuvieron en el Palau de Pedralbes de Barcelona.

EFE

Barcelona —

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La declaración de Pedralbes, el texto acordado entre el Gobierno y la Generalitat que aboga por una “respuesta democrática” al “conflicto sobre el futuro de Cataluña”, cumple hoy un año en el que ha transitado desde el ostracismo a volver a cotizar al alza en el mercado de futuros político.

Según ERC y JxCat, que siguen considerando este texto como un aceptable “punto de partida”, Pedralbes permite “poder hablar de todo”, sin límites prefijados, mientras que el Gobierno mantiene el sí a hablar de todo, pero dentro del marco constitucional.

Que la palabra “Constitución” no apareciera en los dos folios y pico que ocupa el redactado y sí la expresión “en el marco de la seguridad jurídica” denota que la Declaración de Pedralbes fue un acuerdo tan medido en sus palabras que, pese a favorecer un consenso, no resulta fácil desarrollar en términos políticos.

Y esto se evidencia en las laboriosas negociaciones que mantienen ERC y el PSOE a vueltas de la investidura de Pedro Sánchez tras las elecciones repetidas de noviembre, que han situado a los republicanos como fuerza clave en el tablero político.

Cabe decir que tampoco Pedralbes recogía la expresión “autodeterminación”, un término recurrente en las reivindicaciones de dirigentes independentistas.

Si la arquitectura es el arte de crear un cierto equilibrio imperfecto, Pedralbes es un tratado de semiótica política para intentar explorar una salida al laberinto de la cuestión catalana.

Metáfora de este equilibrio imperfecto fue la foto de aquel 20-D de 2018 de los presidentes Pedro Sánchez y Quim Torra y, entre ellos, tres poinsettias estratégicamente situadas por sus respectivos servicios de protocolo: dos amarillas y una roja.

Dos flores amarillas -el color de las protestas para reivindicar la libertad de los políticos presos por el 1-O- y una roja -el color sentimental del PSOE- ¿Fue aquello un resultado de dos a uno? Depende. Las flores rojas aparecían en un primer plano.

Toda una metáfora para un redactado calculado hasta el milímetro y alcanzado en un contexto en el que todos los astros, más bien meteoritos, parecían alinearse en contra de cualquier acercamiento.

Rebobinemos. Diciembre de 2018. Los astros en Cataluña tienen nombre de siglas: Los CDR “aprietan” contra el consejo de ministros que se celebraba en Barcelona, la ANC llama al bloqueo, “paro de país” de dos horas, presos en huelga de hambre. Todo son conjeturas sobre el día y hora del juicio del 1-O...

Y los despachos de Moncloa y Sant Jaume echando humo. Torra quiere una reunión bilateral, de “gobierno a gobierno”. Sánchez quiere reunirse con Torra, pero en Moncloa hablan de entrevista, no de “cumbre”. Otra vez la fuerza de las palabras.

En ese clima, la declaración de Pedralbes apuntaba a ser tan complicada como un mecanismo de relojería suiza. Y se acabó hablando más de las palabras ausentes que de las escritas. Más del color de las poinsettias que del valor de la foto del presidente de España y del de Cataluña conversando un año después del 1-0 y del 155.

Palabras ausentes como la del “relator”, por no hablar de los 21 puntos planteados por Torra que, al menos públicamente, las hemerotecas no registraron hasta casi dos meses después, cuando el ambiente político ya olía a elecciones.

Porque la negativa de ERC a pactar presupuestos generales, la inminente apertura del juicio del 1-0 y la polémica al trascender la figura de un posible relator para mediar entre ambos gobiernos hicieron el resto y desembocaron en las elecciones del 28-A.

Esas elecciones, más su repetición en noviembre, “enterraron” un acuerdo que establecía un doble foro de diálogo, entre gobiernos a través de la comisión bilateral Estado-Generalitat, y entre partidos a través de una mesa específica que nunca llegó a materializarse.

Pero como una versión de andar por casa de aquella comedia ochentera titulada “Este muerto está muy vivo”, la declaración de Pedralbes ha resucitado como un nuevo punto de partida doce meses después y ante el fantasma de unas terceras elecciones.

Por cierto, de aquella película que protagonizaba un joven Andrew McCarthy, llegó a rodarse una segunda parte.

Y que se sepa, a nadie se le pasó por la cabeza que hubiera una tercera.

Por Leandro Lamor.

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