Feijóo, dos años como líder de la oposición a lomos de los gobiernos de otros
“Cuando llegué a la presidencia, en el PP gobernaban Feijóo y cuatro más. Hoy gobernáis casi todos, pero no gobierna Feijóo. Así que tenemos tarea por delante”. La frase la pronunció el propio Alberto Nuñéz Feijóo el pasado martes 2 de abril ante la Junta Directiva de su partido. Ese día cumplía dos años al frente de la organización tras el golpe de mano de los barones que acabó con el mandato de Pablo Casado. Dos años en los que ha tenido que acostumbrarse a celebrar el triunfo de sus compañeros y a esperar el suyo.
El aniversario se celebró con un limitado respaldo de los que no eran presidentes autonómicos en 2022 y hoy sí tienen esa responsabilidad. Al acto orgánico acudieron los máximos mandatarios de Madrid (Isabel Díaz Ayuso, que entró por el garaje para evitar a los periodistas), Galicia (Alfonso Rueda) y Castilla y León (Alfonso Fernández Mañueco). Más tarde se incorporó la balear Marga Prohens, quien llegó tarde.
El resto de dirigentes autonómicos con mando en plaza se ausentaron de una convocatoria que era ordinaria, obligada por los estatutos del partido, y con poco contenido. Y eso que entre los barones cunde el agradecimiento a Feijóo porque, dicen, pacificó el partido cuando estaba en su peor momento desde la refundación que lideró José María Aznar hace más de tres décadas.
“Es difícil hacer un análisis catastrofista”, apunta a elDiario.es uno de los presidentes autonómicos del PP. “Nunca el PP ha tenido tanto poder territorial como ahora”, apunta. Ni siquiera cuando entre mayo y noviembre de 2011 la derecha barrió al PSOE en casi toda España a lomos de la crisis económica y los recortes que entonces impulsó José Luis Rodríguez Zapatero. “Es un éxito de la política local y autonómica” del partido, zanja el mismo dirigente.
Feijóo no obvia nunca este dato. De hecho, quien estuvo acostumbrado a presumir de sus continuos triunfos y a que los demás los usaran en beneficio propio, se ve ahora en la tesitura de hacer lo contrario: usar el amplio poder territorial del PP para tamizar su propio fiasco al no conseguir el año pasado su investidura por apenas cuatro votos. “Es evidente que el PP está en la oposición”, apuntó en su breve discurso del pasado martes. Y añadió: “Pero gestiona a través de las comunidades autónomas”.
Al líder del PP le gusta remarcar que “el 70% de los españoles” está bajo un gobierno (regional) de la derecha. Así lo expresó esta misma semana en otro acto en Valladolid, o en Córdoba el pasado 8 de marzo en un evento por el Día de la Mujer. Aquél día, Feijóo dijo también que el suyo es “el partido con más responsabilidad de gobierno en España”.
Precisamente una de las consecuencias de los hechos de febrero de 2022 fue que el PP mutó su fisonomía interna, como recuerda Lluís Orriols, vicedecano de Ciencias Políticas de la Universidad Carlos III de Madrid. “Se ha descentralizado”, apunta. Ha pasado de tener en la sede nacional de la madrileña calle de Génova un “ultrapoder” concentrado a un proceso de “baronización” por el que los líderes autonómicas han ganado peso.
“Es un legado” que debe apuntarse en la casilla de Feijóo, cree Orriols, porque “tiene consecuencias” quizá negativas, como una mayor dificultad de gestión interna. Pero también “ventajas”. “Haces un partido más adaptable al terreno, como es el PSOE. Más moldeable, que puede adaptarse”, señala.
Un proceso que no ha terminado, pero que a la larga le permitirá “ser más flexible en territorios donde es muy poco competitivo”. Por ejemplo, Catalunya. Precisamente, donde Feijóo ha perdido su primera gran batalla interna al no poder quitarse de encima como candidato a Alejandro Fernández.
El análisis en el PP es que el balance de Feijóo en estos dos años es positivo. “A nivel nacional, hemos ganado las elecciones aunque no gobernemos”, apunta un presidente autonómico. Y añade: “Hoy, todas las encuestas dan crecimiento al PP”.
Para este barón, cuando se desató la crisis de Casado “era difícil que alguien pudiera ver que los resultados iban a llegar como han llegado”.
El breve ‘efecto Feijóo’
Pero la realidad es que Feijóo no llegó a la Moncloa. Y que su fiasco en la investidura se produjo porque sus opciones pasaban exclusivamente por aliarse con Vox, lo que inmediatamente le cerraba las puertas al resto de la mayoría plurinacional que sí ha logrado armar Pedro Sánchez.
La situación de Feijóo en agosto de 2023, cuando intentó convencer a Junts de que apoyara su candidatura, era muy diferente a la de un año antes. En el verano de 2022 sus opciones estaban disparadas y su liderazgo había conseguido romper los dos bloques dominantes en la política española.
Lo recuerda el politólogo Lluís Orriols. “Hubo un Feijóo distinto en términos de atractivo electoral hace año y año y medio”, asegura en conversación con elDiario.es. Orriols sostiene que el gallego se convirtió “en un líder muy bien valorado entre los suyos”, pero también entre los votantes de Vox y entre los del PSOE.
“Hubo ‘efecto Feijóo’, fue capaz de romper, de ser transversal”, rememora. Pero no duró mucho. “Primero se desvaneció en el PSOE” y, añade este profesor de la Universidad Carlos III y miembro del colectivo Piedras de Papel que “ahora está en valoraciones muy bajas” porque “también ha perdido atractivo con Vox” desde donde llegó a recibir un 6 de nota.
El problema de Feijóo es que “ha quedado sepultado por la polarización y ha perdido parte del atractivo” con el que llegó a la política nacional como “barón de barones”, según le calificaron en el PP. Hoy ese papel está en disputa, y los presidentes autonómicos que le auparon, y sobre cuyos resultados galopa el líder del partido, también hacen sus cálculos.
Y evolucionan con el paso del tiempo. Ayuso parecía ser quien marcaba el paso del partido, a quien todos miraban de reojo, capaz de poner patas arriba las negociaciones para renovar el CGPJ con un mensaje o de obligar a su supuesto jefe de filas a hacer una foto con una cesta de frutas a cuestas para hacerle copartícipe del sonado “hijo de puta” que le espetó a Sánchez en el debate de investidura del presidente del Gobierno.
Hoy, Ayuso afana a su equipo, pagado con dinero público, en evitar que le salpiquen los problemas fiscales de su pareja, Alberto González Amador, así como los negocios que mantiene con el grupo Quirón, uno de los principales contratistas de la Comunidad de Madrid que ella dirige. “Aquel que meta la mano en la caja, lo expulsaremos de nuestro partido y nos avergonzaremos de él”, dijo Feijóo en Ávila a mediados de marzo, cuando estalló el escándalo. Después la ha defendido con todo y ha asumido la estrategia de la presidenta.
A la vez, Juan Manuel Moreno ha optado por recluirse al sur de Despeñaperros. Afianzar su personaje de presidente, aprovechar su momento dulce con la sociedad andaluza. Y esperar su momento.
¿Llegará pronto? Con los ingredientes actuales, no en este ciclo electoral. En el PP dan por hecho no solo que Feijóo “aguantará” y volverá a enfrentarse a Sánchez en las urnas. Sea cuando sea, sostiene un presidente autonómico. “Es un debate inexistente”, asegura. “Feijóo va a ser presidente del Gobierno sin ningún género de dudas”, añade. Y zanja: “Él aguanta, no tengo duda. Porque alguien que deja lo que deja ¿Va a permitir que su carrera acabe sin conseguir el objetivo de la Presidencia? No. Va a ser presidente, no tengo duda”.
¿Giro en el discurso?
El Feijóo transversal de 2022 decayó víctima de la creciente polarización política de la que él mismo es responsable, sostiene Orriols. “Ha quedado sepultado por la polarización y ha perdido parte del atractivo”, apunta el politólogo. Algo que no tiene por qué ser necesariamente malo en términos electorales.
“Al PP siempre le ha funcionado la crispación y la tensión, y Feijóo no ha cambiado esta estrategia”, dice. Y añade: “Ha quedado sepultado por las dinámicas dentro del PP. No las ha cambiado, sino que se ha acomodado. No ha marcado un tono nuevo. Lo parecía, pero no ha sido así. No es el PP quien se ha acomodado a Feijóo, sino Feijóo al PP”. En este sentido, el liderazgo de Feijóo “se ha desvanecido” porque “no marca una nueva etapa”, concluye Orriols.
Pero en los últimos días Feijóo ha comenzado a dejar algunos mensajes que intentan romper esta dinámica. O, al menos, comenzar a hacerlo. “Yo creo que en este momento se da la peor política de toda la democracia”, dijo en Antena 3 el pasado miércoles. “La clase política española es la peor de los últimos 45 años”, apuntó. E incluyó al PP en la ecuación: “Yo no estoy haciendo salvedades. Sí digo y reitero que la peor política que se ha practicado en la democracia española es la actual”.
“Cada uno tiene sus responsabilidades”, corrigió sobre la marcha, y explicó: “Obviamente, no es lo mismo estar en el gobierno que estar en la oposición, pero no me excluyo”. El día anterior presumió de gobernar sobre el 70% de los españoles.
También esta semana, en Valladolid, Feijóo lamentó “la agenda” política en España. “Para nosotros es la agenda de los problemas de la gente” frente a la de “los políticos”, que está “centrada en comisiones de contratos, en mordidas de los mismos contratos públicos, en referéndums, en amnistías o en contratos millonarios para las televisiones públicas”.
Pero en el PP sostienen que no hay un cambio de discurso. Que Feijóo hablará de según qué cosas en según qué sitios y según las circunstancias. “Adecuaremos nuestro mensaje cada día y cada momento a lo que más nos interesa, a nosotros y a los ciudadanos”, explican desde el equipo de Feijóo a elDiario.es. “No hay cambio alguno”, zanjan.
Orriols tampoco cree que se produzca un giro del discurso del PP en el corto ni medio plazo. Porque la crispación, a diferencia de lo que pudo ocurrir en los años previos al 15M, no penaliza a los grandes partidos. Los está apuntalando electoralmente.
“Hay una estrategia de alta tensión a la que se ha sumado el PSOE y que les genera enormes réditos” porque consiguen “monopolizar la agenda pública”. “No hay hartazgo”, añade, por lo que no se produce un efecto de trasvase hacia la “nueva política”, como ocurrió en su momento con Podemos o Ciudadanos. “Ahora es lo contrario, les da un plus de visibilidad, anula a los adversarios”.
Eso sí, advierte Orriols, “hay un nivel de tolerancia en los votantes”. Lo previsible es que esta “estrategia dura” se prolongue hasta las elecciones europeas del 9 de junio. Después, ya se verá aunque el politólogo avanza que “les costará” salir de la dinámica.
En esos comicios tiene Feijóo puestas sus esperanzas no solo de reeditar la victoria del 23J, sino de afianzar su ventaja en las urnas sobre el PSOE. Antes, serán las elecciones vascas (21 de abril) y catalanas (12 de mayo). Dos territorios en los que el PP aspira solo a mejorar los resultados que obtuvieron en 2020 y 2021, respectivamente.
Después del verano, con el panorama supuestamente despejado de elecciones, Feijóo tendrá que presentar su proyecto para volver a intentar el asalto a la Moncloa. Está por ver si mantiene la estrategia que tan buen resultado le dio a sus barones, pero le limitó a él sus posibilidades. O si apuesta por intentar recuperar el personaje que dejó en Galicia hace dos años y al que a veces dice añorar.
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