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La ideología de los militares: algunos restos franquistas en una tropa de mayoría conservadora

La ideología en los ejércitos y la armada: mayoría conservadora con algún resto franquista

Raquel Ejerique

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Las Fuerzas Armadas –que incluyen el Ejército del Aire, Tierra y la Armada, en total unos 130.000 militares– y su ideología o su compromiso con la democracia han tomado protagonismo desde que el 17 de noviembre se conociera un manifiesto, firmado por medio centenar de oficiales retirados, en el que se pintaba un panorama político desolador y se apelaba al Ejército para la destitución de Pedro Sánchez, lo que se ha interpretado como una llamada subrepticia a un golpe de Estado. ¿Responde esa carta al sentir de las Fuerzas Armadas? ¿Hay ruido de sables? ¿Qué ideología impera en el Ejército y la Armada?

La conservadora sería sin duda la ideología predominante, según mandos y militares consultados. “¿Que el militar español es conservador o más bien liberal? Sí. ¿Que sea votante de Vox de manera mayoritaria? No. ¿Del PP? Sin lugar a dudas”. Quien lo explica es el catedrático de Ciencia Política en la Universitat de Barcelona Rafa Martínez, que hizo en 2002 un estudio con 2.500 aspirantes a oficial y suboficial y está dedicado a la investigación en el estamento militar. Los resultados que arrojó aquel estudio, el más amplio hecho hasta la fecha, revelaban que 27% de esos alumnos encuestados eran demócratas participativos, el 36% eran demócratas apáticos, el 22% demócratas desafectos y el 10% no demócratas. En enero de este mismo año ha entrevistado a su último grupo, unos 70 coroneles que aspiraban a generales: “El sentir generalizado es profesional, internacional, con poco o nulo interés por la política interior. Hay nostálgicos del franquismo en las Fuerzas Armadas, claro, pero o están jubilados o casi. También hay casos de militares que conectan con el PSOE o partidos a la izquierda, aunque no es lo habitual”.

La implantación de Vox –que dedica gran parte de su programa y declaraciones a la bandera, la unidad nacional o apelaciones a la patria– no se ha medido específicamente en los acuartelamientos, pero es un colectivo en el que el partido de Abascal está interesado. De hecho, incluyó en sus listas al Congreso de los Diputados de 2019 a cuatro militares retirados, uno de ellos el general de brigada Agustín Rosety, que encabezó la candidatura por Cádiz y es uno de los firmantes del manifiesto franquista que ensalzaba la figura del dictador y defendía el golpe de 1936.

Aunque no se haya hecho una investigación científica al respecto, como ejemplo se pueden cruzar datos de voto el 23J en zonas militares con la media de la provincia donde están esas infraestructuras (es solo un dato aproximativo porque depende de cuántos viven cerca o en la propia infraestructura). En casi todos los casos, elegidos aleatoriamente, hay una desviación de voto hacia la derecha y, además, Vox mejora mucho sus resultados, triplicando incluso el número de apoyos. Por ejemplo, en la sección censal de la academia militar de Zaragoza, Vox sacó un 26% de votos, mientras que la media de provincia fue del 15%. El PP saca seis puntos más en la base naval de Rota que en mesas donde hay población civil y el PSOE baja del 33% al 27%. Lo mismo pasa con la instalación militar de El Goloso, en Madrid, o Bétera (Valencia), donde hay un cuartel de la OTAN. Hay casos especialmente llamativos, por ejemplo en la provincia de Barcelona. Allí Vox sacó un 7% de los votos, pero en la sección censal donde está la comandancia de la Guardia Civil de Sant Andreu de la Barca el apoyo a la extrema derecha fue del 22%. El PP sacó allí el 25%, frente al 13% de media en la provincia.

También un estudio de la Universidad de Southampton sobre España y Vox [con datos de 2021] muestra que hay cinco veces mas implantación de la extrema derecha entre la población militar que en el resto.





“Hay una mayoría de conservadores, más que progresistas, también en la tropa. De todas maneras no es que haya facciones políticas, o insultos o grupos que se reúnen según su ideología, pero en charlas o comentarios hay un rechazo al progresismo en general”, comenta Jorge Bravo, portavoz de la asociación militar Aume y teniente en la reserva. “Esto sucede por la formación que reciben y porque la disciplina, el nacionalismo o la jerarquía se asocian con la naturaleza conservadora, esto pasa en todos los países”, como explica Roberto Muñoz Bolaños, experto en Historia Militar y profesor de la Universidad Camilo José Cela.

¿Y cómo es ser progresista en el Ejército? “Hay un pensamiento muy mayoritario conservador y de alguna manera no está bien visto ser progresista”, opina el teniente coronel de aviación retirado José Ignacio Domínguez, también vicepresidente de la asociación progresista Foro Milicia y Democracia. “Con Franco te expulsaban, aquí simplemente te marginan”. Esa vivencia de la política en los acuartelamientos no es compartida por todos: “En los cuarteles apenas se habla de política. De lo que se oye hablar, y mucho, es de la subida de las hipotecas, del alquiler, de los alimentos o de la luz y se comparten trucos entre compañeros para estirar salarios mileuristas con los que apenas se llega a fin de mes”, tercia el cabo Marco Domínguez, secretario general de la asociación Militares con Futuro. 

Una de las pocas personas que puede contar qué es ser militar de alto rango y de Podemos es Julio Rodríguez, jefe del estado mayor de la defensa (Jemad) con Carmen Chacón –la primera ministra de Defensa que rompió prejuicios pasando revista embarazada o viajando a Afganistán a punto de dar a luz–. Hace dos años fue invitado al acto de toma de mando del actual Jemad. Acudió vestido de paisano y en ese momento era jefe de gabinete de Pablo Iglesias. Se quedó solo, “parecía como que fuera radiactivo, fue increíble, un hombre que ha sido Jemad, que no es cualquier cosa”, cuenta a elDiario.es un testigo del momento. El propio Rodríguez relata a elDiario.es la anécdota: “Fueron educados, me dieron la mano, pero digamos que no dos besos”, bromea. “Las Fuerzas Armadas son conservadoras, pero antes había bipartidismo y en los cuarteles no había tanto problema, ahora está todo más polarizado. Yo mismo, que me gané el apodo de ‘Julito el Rojo’ desde joven porque votaba comunista, me sentía respetado”. Ahora ha recibido odio en redes, insultos e incluso alguna amenaza, “aunque mi caso es particular por ser de Podemos”. También recuerda que hubo mandos que devolvieron sus condecoraciones cuando se restauró la memoria de los militares de la UMD que lucharon contra el franquismo. “Recuerdo el acto, y había quien no aplaudía o un jefe de estado mayor que no acudió, fue todo muy visceral”. En su opinión, ahora “hay más acoso laboral al que piensa distinto, en todos los ámbitos, debido a la precarización, entonces los militares en activo no se atreven a mostrar ciertas opiniones por miedo a que eso suponga que te manden a cierto destino, o tener dificultades para ascender”. 

Para el que fue el cargo militar más alto, es peligroso el tipo de manifiesto de los oficiales retirados por lo que puede calar entre los jóvenes. “Cuando te sale un suboficial o un soldado y canta el cara al sol, o aparece con una pistola… eso hay que cortarlo de raíz, con sanciones inmediatas”. Cuenta que Carmen Chacón vivió todo tipo de comentarios machistas durante su mandato, y recuerda “que los cortaba inmediatamente, y esas cosas como apoyar el franquismo no se pueden dejar pasar”.

La firma del general retirado Yago Fernández de Bobadilla encabezaba ese manifiesto del 17 del noviembre que apelaba a la actuación del ejército contra Pedro Sánchez y aclara a elDiario.es que fue engañado, ya que cuando él la firmó no estaba el último párrafo, el que sugiere la rebelión en el Ejército: “Esta carta no representa para nada a los militares en ese párrafo final inaceptable”, sentencia. Pero la crítica contra el gobierno, ¿es pertinente? Los militares que están en activo están sujetos al “deber de neutralidad política”, como establece una ley orgánica de 2011 sobre sus derechos y deberes: “No podrá fundar ni afiliarse a partidos políticos y mantendrá una estricta neutralidad pública en relación con la actuación de los partidos políticos”. Los retirados sí se pueden expresar porque ya no pertenecen al Ejército, aunque pueda quedar al arbitrio personal si es oportuno o no. El general Bobadilla cree que sí es pertinente, ya que suscribió la carta en su parte ideológica: “Es que otra cosa es el malestar con la situación política, que puedes sentir inquietud, pero por supuesto acatamos democráticamente las decisiones del pueblo y el resultado de las pasadas elecciones. ¿Que no te gustan los resultados? Pues a ver si los próximos son distintos, pero en esto no hay resquicio, aunque pueda haber manzanas podridas, y el 99,99% del ejército piensa igual que yo, democráticamente”, cuenta este retirado.

La referencia a un llamamiento a un golpe de Estado en el manifiesto, aunque es irreal e imposible que se materializara hoy según los mandos y fuentes consultadas, puede estremecer a un país que recuerda nítidamente el 23F de 1981 por haber sido el televisado, pero que ha sufrido más intentonas. Por ejemplo, la Operación Galaxia, en 1978, con el teniente coronel Tejero y el capitán Ynestrillas planeando acabar con Suárez en lo que luego denominaron “una charla de café”. Un año después, en 1979, el general Luis Torres Rojas, a quien se había puesto al frente de la todopoderosa División Acorazada Brunete, intentó otro golpe militar que fracasó. Después del 23F llegó otra intentona, el manifiesto de los 100. La todavía porosa democracia aún tuvo que enfrentar otro intento del estamento militar franquista y en 1982 se desmanteló la Operación Cervantes contra el Gobierno de Calvo-Sotelo. El plan era tomar la Moncloa, Zarzuela y los principales medios de comunicación.

¿Quedan franquistas de nostalgia golpista dentro del el Ejército? La respuesta general es sí, pero pocos. Entre los retirados es otro cantar. El teniente coronel Domínguez lo pudo comprobar en 2020, cuando un grupo de esos veteranos estaba recabando firmas para enviar una carta al rey contra el Gobierno de Pedro Sánchez: “En aquella ocasión dijeron que, para enviarlas, tenían que firmarlas más del 50% de la promoción, para dejar claro que era un sentir mayoritario. En mi promoción firmó el 70%. Recogieron 600 firmas, entre ellas más de 50 generales”. La iniciativa se truncó tras salir a la luz un chat que tenían entre los promotores en el que se decía que no quedaba “más remedio que fusilar a 26 millones de hijos de puta”.

Uno de los impulsores de las cartas, tanto en 2020 como ahora ha sido el excapitán Jose Manuel Adán Carmona, que dejó el ejército para ser inspector de finanzas, escribe artículos en medios y tuvo un cargo en el gobierno de Felipe González. Adán, que fue compañero de promoción de Fernández de Bobadilla, no ha contestado a las reiteradas llamadas de elDiario.es ni a los mensajes enviados.

La llamada “transición militar” se ha dado por acabada, pero fue difícil y preocupó mucho en los años 80. También en la agencia de inteligencia de EEUU, la CIA, se seguía muy de cerca todo lo relacionado con las tentaciones subversivas en el ejército español, como demuestra un documento recientemente desclasificado que relata los peligros tras el 23F y la situación en el País Vasco y el terrorismo de ETA como elementos centrales: “El claro rechazo del Rey Juan Carlos [al golpe del 23F] ha debilitado su posición entre algunos oficiales. Al parecer, el Rey ha prometido instaurar la ley marcial en las provincias vascas si el terrorismo se descontrola, incluso podría haber prometido trabajar para limitar la autonomía regional”. Al tiempo, planteaba algunas dudas sobre cómo el conflicto con el País Vasco podrían agitar el ruido de sables. La cuestión territorial es siempre esencial en el Ejército porque en su juramento está que se respeten las fronteras y la unidad.

“Franco sigue siendo para ese grupo de retirados una figura admirable. Cuando sacaron los restos del dictador hubo otro manifiesto que hablaba de su intachable hoja de servicios”, recuerda Domínguez. Algunos de los hijos de esos padres son también élite en las Fuerzas Armadas, “no hay más que ver los apellidos, hay sobrinos de golpistas, hijos de franquistas, sagas de hermanos generales…”. Entre la tropa, opina este veterano, las cosas son diferentes porque vienen de una clase social más variada. 

“Estos retirados franquistas no representan a nadie dentro de las Fuerzas Armadas, pero mientras han estado dentro han tenido responsabilidades importantes y han podido transmitir estos valores a otros”, cuenta el teniente de Aume Jorge Bravo, “aunque hay que decir que, a pesar de esos valores han sido disciplinados y firmes en su cometidos”. Bravo entró en el ejército al año siguiente de morir Franco: “Lo he vivido todo y ha habido un cambio enorme, pero aún hay restos, incluso en cuadros colgando de despachos, o estatuas y mobiliario impregnado de franquismo, que no es un riesgo real hoy, pero lo que sí es peligroso es cómo algunos nos ven como caladero para la extrema derecha y que puedan estar haciendo acciones para provocar esos valores”, concluye. 

“Hay una línea de mando clarísima que va desde el cabo más moderno hasta la ministra de Defensa, y los señores que firman la carta no están en ella. Lo único que han conseguido con su actitud es perjudicar la buena imagen de las Fuerzas Armadas, ganada gracias a los miles de profesionales que trabajaban en silencio todos los días protegiendo a este país”, reflexiona Marco Domínguez, secretario general de Militares con Futuro. La Asociación AME, la más conservadora y en cuya web se publicó la carta de los retirados, no ha contestado a la petición de entrevista de elDiario.es.

También hay consenso en que se deberían reforzar los valores democráticos en las academias y que no haya una involución entre los jóvenes, que son uno de los colectivos más seducidos por las tesis de la extrema derecha también fuera del Ejército, al contrario que las mujeres, que no están entre sus votantes principales pero que son una gran minoría en las Fuerzas Armadas. “Cuando estudiábamos allí se hacía propaganda del franquismo y teníamos asignaturas dedicadas a ensalzar el ‘Espíritu militar’ que defendía la dictadura. Se fueron eliminando con Narcís Serra como ministro, pero no se impusieron otras asignaturas sobre democracia. Esa cultura ha ido pasando de padres a hijos”, lamenta el teniente coronel Dominguez. Bravo cuenta que “desde Aume se lo hemos trasladado hace años a la ministra, que hay falta de valores democráticos en los temarios. Se enseña la ley de 2011 sobre derechos y deberes de los militares de pasada. Si somos los garantes de los valores constitucionales debería ser una enseñanza fuerte”. 

Un vistazo a los temarios del Ministerio de Defensa confirma que las materias son técnicas, como química, física, logística, matemáticas o liderazgo, pero no hay temarios específicos de los valores constitucionales. El Ministerio de Defensa no ha contestado a las preguntas de elDiario.es sobre si tiene pensado ampliar estos conocimientos o sancionar de alguna manera a los altos mandos retirados que quisieron mandar un mensaje de ruido de sables el día que se invistió al presidente de Gobierno.

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