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Duelo por todo lo alto del magistrado Marchena y los abogados defensores

Los abogados Benet Salellas, Marina Roig y Francesc Homs en la sala.

Iñigo Sáenz de Ugarte

¿Qué hacer cuando un fiscal o un abogado sospecha que un testigo no está diciendo la verdad? Seguir preguntando, echarle paciencia, citar otros testimonios que ya han salido en el juicio... sólo en casos extremos se puede pedir al tribunal que considere acusar al declarante de falso testimonio.

Meterse en una guerra con el presidente del tribunal no parece la opción más inteligente.

La fiscalía se vio en esa tesitura cuando declararon algunos testigos implicados en la producción de material electoral de la Generalitat para el referéndum. Sólo en un caso donde el testigo recurrió a una alarmante falta de memoria –Jaume Mestre, responsable de Difusión de Publicidad de la Generalitat– decidió solicitar al tribunal que tome medidas contra él. El magistrado Manuel Marchena dijo que el tribunal lo tendrá en cuenta al redactar la sentencia.

Ahora le toca a la defensa quedarse mirando a los testigos con altas dosis de escepticismo. Estamos en las semanas en que declaran los policías y guardias civiles enviados para intentar impedir el referéndum de independencia. Forman una procesión que no se acaba nunca. Por momentos, parece que la fiscalía llamaría a declarar si pudiera a todos los que fueron trasladados a Catalunya. En sus declaraciones, detallan los insultos y golpes que recibieron y niegan que tuvieran que enfrentarse a una resistencia pasiva y pacífica de las personas que protegían los colegios electorales.

Algunos días, la defensa decide ser más agresiva en sus preguntas a estos testigos, y no está claro que esa estrategia les favorezca. Es como si quedara más claro que esos testimonios les preocupan. Varias de las cuestiones que plantean son lógicas y quedarán más claras cuando se pase a la fase documental y se contemplen los vídeos que constan en el procedimiento, en los que no se verá exactamente lo que están contando ahora los policías.

El martes, decidieron ir más lejos y acabaron cabreando a Marchena. El momento culminante se produjo cuando el abogado Benet Salellas preguntó a un policía si por masa –la palabra que los agentes emplean una y otra vez– se refería a las personas congregadas ante el colegio electoral. En un tono más airado de lo habitual, Marchena le dijo que no podía permitir esa pregunta. “Estoy intentando entender lo que significa la masa”, comentó Salellas. El magistrado no le dio tregua. “Llevamos veinte sesiones oyendo hablar de la masa (lo que es muy cierto) y usted ahora quiere enterarse de qué es en términos policiales la masa. Usted quiere ahora un debate con el testigo para ver qué entiende por masa”, dijo para resaltar que consideraba la pregunta totalmente improcedente.

Cuando llega la marabunta

Peor había sido lo del testigo anterior, que se refirió a “la marabunta de personas que estaban congregadas”. Además de las hormigas que devoran todo lo que encuentran a su paso y que tanto trabajo dieron a Charlton Heston en una película, también quiere decir “conjunto de gente alborotada y tumultuosa”, según la RAE, y en todo caso suena bastante despectivo. Dos testigos posteriores se limitaron a reiterar lo de masa, que se ha convertido en la definición por defecto de los manifestantes utilizada por los policías que comparecen en la sala.

Los agentes no utilizan estos conceptos de forma inocente. Es cierto que había mucha gente y que, como había alertado la cúpula de los Mossos, se produjeron incidentes violentos. También, que palabras como masa introducen un elemento un tanto deshumanizador. Los manifestantes dejan de ser personas o ciudadanos para convertirse en masa. Eso hace más fácil describir los actos violentos que afrontaron los policías, de los que se han dado numerosos ejemplos.

Hubo más duelos entre Marchena y los abogados defensores en lo que fue la jornada más difícil en su relación en este juicio, civilizada hasta ahora, pero tensa en algunos momentos. Al letrado Àlex Solà, le hizo un reproche que no es la primera vez que se le escucha: “Pregunte al testigo lo que vio, no lo que usted cree que debió ver”. Podía haber continuado diciendo: lo que usted cree que debió ver después de comprobar lo que aparece en los vídeos.

En vez de aceptar el reproche, como hacen habitualmente los defensores, Solà subió la apuesta y se quejó de que el tribunal había tenido un criterio distinto con la fiscalía, es decir, le había dado más manga ancha en el interrogatorio. “No siga por ahí”, respondió Marchena, que no quería permitir que se diga que hay dos varas de medir.

Hubo para todos. El abogado Francesc Homs preguntaba a un policía por la presencia de un joven con síndrome de Down al que se había referido entre los reunidos ante el colegio y citó la legislación internacional. “No asesore al testigo sobre lo que dice Naciones Unidas sobre la protección a personas discapacitadas”, saltó el magistrado, que ya estaba en plan de hacer un marcaje estrecho en todo el campo.

La fiscal entra en la pelea

La confrontación pasó a ser un trío en un momento posterior con la entrada en escena de la fiscal. La abogada Marina Roig preguntó por otro caso en que el testimonio de un policía podía no coincidir con lo ocurrido en un colegio, según las imágenes existentes. “¿No es cierto que no pudo entrar pero que saltó por encima de las personas pisándolas?”. La fiscal Consuelo Madrigal creyó oportuno reaccionar indignada “contra preguntas que cuestionan la actuación de la policía, que estaba actuando en cumplimiento de sus obligaciones”.

Fue una intervención algo extraña, normal en una tertulia televisiva, pero no tanto en un juicio. Si las defensas no cuestionaran de alguna manera la actuación de la policía, estarían trabajando en favor de los intereses de la acusación. Seguro que la fiscal entiende que les pagan para otra cosa.

Marchena optó ahí por contemporizar. No dio la razón a Madrigal, pero marcó límites a Roig y a todas las defensas sobre la premisa de algunas de sus preguntas: “Estoy intentando, aparentemente sin éxito, que no se hagan las preguntas dando por probada una versión de los hechos que no sabemos si es verdad”.

Con la venia del excelentísimo tribunal, se puede completar la frase: que no sabemos si es verdad hasta que llegue el momento de ver los vídeos.

Corrección: una primera edición del artículo identificaba por error a Andreu Van der Eynde como el abogado al que Marchena interpeló por una pregunta sobre Naciones Unidas y discapacidad. Se trataba de Francesc Homs.

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