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Marlaska fracasa en su intento de que una mujer integre el puente de mando de la Policía

La subdirectora de Recursos Humanos y Formación de la Policía, comisaria principal Pilar Allúe

Pedro Águeda

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La apuesta por trasladar la actuación “feminista” del Gobierno a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado acaba de sufrir un nuevo revés con la petición de traslado que ha realizado la número 3 de la Policía, la comisaria principal Pilar Allué, tras dos años como subdirectora general de Recursos Humanos y Formación. Allué ha solicitado el puesto de consejera de Interior en la Embajada de Roma tras continuos choques con sus dos inmediatos superiores, el director adjunto operativo, comisario principal José Ángel González, de formación militar, y el director general, Francisco Pardo, un político del grupo de influencia de José Bono. 

El 8 de agosto de 2018, al poco de convertirse Fernando Grande-Marlaska en ministro del Interior, el departamento hizo pública una nota anunciando qué uniformados ocuparían los puestos de director adjunto operativo en Policía y Guardia Civil. En un lugar destacado y entre todos los nombramientos de ambas cúpulas policiales, Interior destacaba en su nota la elección de Pilar Allué, “la primera mujer que ocupa un puesto equivalente en la Dirección General de la Policía”. 

La elección de Allué fue arriesgada desde un primer momento. Con escasas mujeres ostentando el rango de comisaria principal, Grande-Marlaska primó la intención de situar a una mujer por primera vez en el número 3 de la Policía, pese a que Pilar Allué estuvo muy vinculada a los Gobiernos del Partido Popular —fue la primera mujer en integrar la Junta de Gobierno en el puesto de comisaria general de Policía Científica— y estaba apadrinada profesionalmente por su paisano Juan Cotino, el valenciano que dirigió la Policía durante seis años del Gobierno de Aznar y que falleció recientemente.

Apenas dos meses de tomar posesión, Allué presidió la mesa de presentación del libro Ciudadania y Ética Policial en el cuartel general de Canillas con Cotino como invitado especial. La cúpula de Marlaska invitaba a un procesado por corrupción, con una petición de cárcel de quince años en el caso Gürtel, a una charla sobre ética policial. elDiario.es desveló los hechos y el Ministerio del Interior decidió cesar a otro de los mandos que se sentaba en la mesa, de menor rango que Allué y que se iba a jubilar en, exactamente, cuatro días. Fuentes del departamento confesaron entonces que la apuesta del ministro por una mujer como subdirectora había sido el único freno a su destitución. 

El perfil de su cargo situó a Allué fuera del foco mediático hasta que llegó la crisis sanitaria de la COVID-19. Moncloa apostó por inundar la parrilla con varias comparecencias diarias de responsables públicos que, por la mañana, tenían su plato fuerte en la rueda de prensa del doctor Fernando Simón, acompañado por un representante de Fomento, el Jefe del Estado Mayor de la Defensa y los directores adjuntos operativos de Policía y Guardia Civil. Tanto el comisario principal José Ángel González como el teniente general Laurentino Ceña se contagiaron y tuvieron que ser sustituidos. La sorpresa fue que en el caso del policía su sustituto no fue el siguiente en la escala de mando, en este caso Pilar Allué, sino otro comisario por detrás de ella, José García Molina, subdirector de Innovación.

García Molina no tardó en dar muestras de que, como ocurría con el director adjunto operativo González, las comparecencias públicas no eran su fuerte. La continua exposición de los comisarios, generales de la Guardia Civil y del JEMAD dieron pie a diversas críticas por sus intervenciones. Cuando García Molina también se contagió fue cuando Allué pasó a representar a la Policía en esas ruedas de prensa, mostrando dese la primera comparecencia mucha mayor fluidez que sus compañeros. El director de la Policía del Gobierno “feminista”, Francisco Pardo, se había saltado la escala de mando para que fuera un hombre y no la mujer a la que correspondía quien representara al Cuerpo en un momento de máxima delicadeza y expectación, con el agravante de que ella demostraba estar más dotada para comparecer en público. 

El último choque de Allué con sus superiores antes de su marcha ha sido la elección de uno de sus máximos colaboradores. La jefatura de la División de Formación y Perfeccionamiento es, junto a la de Personal, las dos grandes estructuras que dependen aún de la comisaria Allué. Ella tenía a su candidato, pero al final ocupará el puesto un mando muy próximo al director adjunto operativo, José Ángel González. 

Pilar Allué solicitó la Consejería de Interior en Roma, codiciado puesto como el resto de embajadas, superando el primer corte que establece la Dirección Adjunta Operativa que dirige González. El siguiente paso era la comisión de Destinos del Ministerio del Interior, que ha resuelto que Allué tiene el mejor currículum de los aspirantes y ha propuesto su nombramiento, solo pendiente ya de la firma del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.

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