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Los “mártires” de la fiesta de la democracia

Los "mártires" de la fiesta de la democracia

EFE

Madrid —

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Hay muchos planes mejores que pasar el día de las elecciones en un colegio electoral, al menos eso pensarán los “afortunados” a los que les ha tocado formar las mesas quienes, eso sí, no estarán solos. Les acompañarán los interventores y apoderados de los partidos quienes, por si sirve de consuelo, lo harán gratis.

Nadie les obliga a ello, lo hacen porque quieren y porque, como miembros o simpatizantes de los partidos políticos, el día de la fiesta de la democracia es su día grande y han de supervisar que todo se desarrolle perfectamente.

“Mis amigos me dicen que si menudo rollo, que si tengo que estar todo el día, que además no me pagan... y yo les digo que al menos me dan las gracias”, explica entre risas Alberto Jiménez, un joven de 22 años que en estas elecciones volverá a ser apoderado por el PP en un colegio electoral del distrito madrileño de Moncloa-Aravaca.

Esta vez en serio, Jiménez reconoce que estas cosas las hacen “por vocación de servicio”, y porque todo salga bien en un jornada que marcará el devenir de muchos municipios y regiones en los próximos años y que comienza a primera hora de la mañana.

Su día empieza bien temprano: a las ocho de la mañana estarán en el colegio electoral, de donde no saldrán hasta que no quede un voto sin contar.

“Terminas bastante cansada, pero también te llevas la ilusión haber trabajado cuatro años por algo en lo que crees y que la gente, te respalde o no, haya podido decidir”, resume Eva López, quien el domingo será apoderada por el PSOE en Madrid.

Con solo 25 años ya es una veterana en estas lides y por ello recita casi de memoria cuál va a ser el guión a seguir en su colegio electoral, un guión que será prácticamente idéntico en el resto de puntos de voto a lo largo y ancho de la geografía española.

Su misión como apoderados será velar porque no haya ninguna irregularidad en el proceso electoral y saben que durante esta jornada compartirán misión con los apoderados de los partidos rivales, que también despliegan a sus emisarios para que nada falle.

“Tenemos que estar pendientes de que los votos sean válidos, de que siempre haya papeletas de tu partido en las cabinas, de que nadie intente alterar el proceso o de que nadie vote dos veces”, enumera la socialista.

Del mismo modo, si algo falla en el proceso, los apoderados como López pueden llegar incluso a impugnar la mesa -es decir, anular todos los votos en caso de irregularidad- algo que, como admite la joven, “no suele ocurrir ya que entre todos intentamos llegar a acuerdos”.

La apoderada también reconoce que, pese al cruce de acusaciones que los líderes de sus partidos se han dedicado en campaña, entre los interventores “hay buen rollo”, aunque también reconoce que al que pierde las elecciones “se le queda cara de sota”, pero todo dentro de la deportividad, claro.

En este aspecto coincide Jiménez, quien destaca la relación “muy cordial” que hay entre los diferentes apoderados, al menos en las dos elecciones -generales de 2011 y europeas de 2014- en las que ha participado y de las que también guarda varias anécdotas.

“Una vez a un votante se le cayó el DNI en la urna al introducir su voto y tuvo que esperar a la hora del escrutinio para recuperarlo”, rememora el joven, quien guarda con especial cariño otro recuerdo de sus anteriores veces como apoderado.

Bien es cierto que muchos votantes, especialmente los más veteranos, no saben muy bien en qué mesa han de votar y en ese momento entran en juego los apoderados, que les ayudan a ubicarse.

Y precisamente en esta coyuntura se encontró el propio Jiménez, quien relata que después de ayudar “a una señora mayor” ella, muy compungida, le advirtió de que “pese a lo majo que él era, no les iba a votar”.

“No se preocupe señora, nosotros estamos aquí para garantizar que todo aquel que quiera pueda expresar sus preferencias en las urnas”, contestó el joven, uno de esos “mártires” anónimos que el domingo, si usted no encuentra su mesa o le surge cualquier otro problema, también le ayudará a poder participar en la fiesta de la democracia.

Y eso que lo hacen sin cobrar y después de madrugar. Enrique Delgado Sanz

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