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El PP de Feijóo contiene la respiración ante el resultado en Galicia

El presidente de la Xunta y candidato a la reelección, Alfonso Rueda, junto al líder del su partido, este viernes en el cierre de campaña, en Santiago de Compostela.

Aitor Riveiro

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“Se puede perder”. Hace apenas unos meses, esta frase pronunciada por un dirigente del PP era impensable. Los estrategas del partido veían la sucesión de elecciones del primer semestre de 2024 como la oportunidad para asestar un golpe casi definitivo a Pedro Sánchez tras el fiasco de la investidura de Alberto Núñez Feijóo. La secuencia estaba clara: la apuesta del presidente del Gobierno por la amnistía en Catalunya supondría su caída en desgracia ante los electores.

El calendario señalaba comicios gallegos, vascos y europeos. En verano, la situación para el PSOE sería insostenible. Pero a unas horas de la primera de las citas, la inquietud se ha instalado en las plantas nobles del 13 de la calle Génova de Madrid. Y algunos ojos miran (de soslayo) al jefe y su equipo.

Lo imposible se ha convertido en plausible. No quiere decir que sea probable, ni que crean que va a ocurrir. Las encuestas que manejan los partidos y que no se pueden publicar por la ley electoral apuntan a una mayoría absoluta del PP. Pero los números no son los de hace dos semanas, ni mucho menos los de hace seis. Sondaxe, la empresa demoscópica de la que más se fía Feijóo, le daba 39 escaños para Alfonso Rueda

Pero la mera existencia de la posibilidad es una novedad. El PP mantiene un férreo control sobre Galicia casi desde la restauración de la democracia tras la dictadura franquista merced a una concatenación casi perfecta de mayorías absolutas. Salvo dos leves paréntesis (la moción de censura de 1987 que mantuvo a la izquierda en el ejecutivo autonómico hasta 1989 y el bipartito de entre 2005 y 2009), la derecha siempre ha gobernado una de las tres “nacionalidades históricas” que hay en España. 

Y nada hacía pensar en un cambio en el corto o medio plazo. Feijóo recuperó por la mínima la Xunta en 2009 (38 diputados) y en 2020 reeditó su cuarto mandato con una holgada mayoría de 42 escaños. Pero el PP de Pablo Casado implosionó y todo el partido buscó al “barón de barones”, que abandonó la comodidad de Galicia por un Madrid frío y hostil al que ni él ni su equipo parecen haber terminado de adaptarse.

A finales de 2023 Madrid presionó a Santiago para lanzar la carrera electoral en Galicia y al margen de las vascas, que se celebrarán previsiblemente en abril. Los sondeos eran claros y Feijóo quería arrancar el año con un gran triunfo. Pero la campaña se ha torcido. El fantasma de la pírrica victoria del 23J se pasea por Génova y no son pocos los que barruntan que ocurra algo similar.

El PP anunció una campaña de ámbito autonómico, al margen de las cuitas que se dirimen en Madrid. Hablar de Galicia y para Galicia. Pero ya desde el inicio todo fue al revés. Rueda se paseó tanto por la capital de España entre diciembre y enero que en su último discurso prometió “no volver a Madrid” hasta después de los comicios. Y Feijóo ha desembarcado en Galicia en una caravana paralela que a veces sumaba más actos que la del propio candidato. También los barones autonómicos han tenido una presencia destacada con Isabel Díaz Ayuso y su particular visión de los eucaliptos para el fin de fiesta. 

Todo impensable en los tiempos de Feijóo como candidato. Como tampoco parece concebible el error estratégico de mitad de campaña: 'catalanizar' Galicia. Y eso fue lo que hizo el PP al abrir el melón de cómo buscar la “reconciliación” en Catalunya con Carles Puigdemont escondido en Waterloo y un horizonte judicial complicado para cientos de catalanes. La dirección nacional asumió que la amnistía se estudió y se descartó, que los indultos son una opción, con condiciones, y que el terrorismo que el juez Manuel García Castellón quiere imputar al expresident, con el apoyo de los fiscales del Tribunal Supremo, será difícil de probar.

Lo que vino después fue una carrera del PP para autodesmentirse, con poco éxito. Porque primero confirmaron los tres puntos centrales de las informaciones publicadas por 16 medios diferentes. Y cuando llegó el momento de desmentirlo, fue imposible.

Para entonces el PP ya había girado su campaña contra la candidata del BNG, Ana Pontón. Feijóo ni siquiera menciona por su nombre al resto de rivales de Rueda. José Manuel Besteiro o Marta Lois son “la muleta” del BNG. Y Gonzalo Pérez Jácome, líder de Democracia Ourensana, es como si no existiera. Y eso que, llegado el caso, puede terminar siendo el remiendo con el que el PP logre retener la Xunta.

La estrategia de los últimos días es transparente y pasa por incidir en que cualquier voto que no vaya para el PP puede provocar que el BNG llegue a la Xunta. Y eso incluye a Vox. El partido de Santiago Abascal, residual en Galicia, bien podría mejorar sus resultados si el patinazo sobre la amnistía alienta el voto más ultra. No parece que lo suficiente para entrar al Parlamento, pero quién sabe si para operar en la distribución de los últimos escaños en cada provincia. Hasta la Faes de José María Aznar ha señalado a Vox como hipotético culpable de una derrota que, de momento, no ha llegado.

“Veo más presidente que nunca a Alfonso Rueda”, ha arrancado Feijóo el mitin de cierre de campaña en A Coruña. Inmediatamente, el líder del PP ha dicho que “si gana el PP” el domingo, “Galicia dirá lo que piensa del Gobierno” de Pedro Sánchez y ha apelado al voto útil, a aglutinar todos los apoyos de la derecha. “Solo hay una papeleta. Solo votando al PP ganará el PP. Que no nos engañen, que no nos llenen la cabeza de falsas informaciones”, ha defendido. “Si vamos unidos, ganamos seguro. Vamos a ganar seguro porque vamos a ir a votar unidos, como hemos votado siempre. Unidos por Galicia, por ser gallegos y seguir siéndolos”, ha añadido.

Los ataques a Pontón durante la campaña no han llegado por sus propuestas, sino por su larga presencia en el Parlamento gallego y, sobre todo, por la histórica alianza del soberanismo gallego con ERC y EH Bildu. Una vez más, hablar más de lo de fuera que de lo de dentro.

Y Feijóo ha insistido durante el cierre de campaña: “No dejéis que el nacionalismo llegue a esta tierra. En Galicia que las vemos venir, que vemos crecer la hierba, sabemos que no es un buen plan aunque se envuelvan en papel de regalo”.

Es justo lo contrario de lo que le recomendaron los barones autonómicos que han hablado con Rueda en las últimas semanas. Y es que fuera de Madrid las cosas se ven con más perspectiva. Un presidente consultado por elDiario.es cree que los “nervios” de la dirección del PP no están muy justificados y lo achaca a lo que ocurrió en julio. “Nervios tienen que tener los que van a perder, y Rueda va a ganar”, sostiene.

La dirección del PP analizará los resultados el lunes. El martes, Feijóo reunirá a todos sus barones en la habitual reunión del Comité Ejecutivo Nacional. En el cierre de campaña, el líder del PP ha lanzado un mensaje preventivo. “Nunca he visto un Palexco con tanta gente como ahora”, ha dicho, en referencia al recinto donde se ha celebrado el evento. “Tomo buena nota para el mitin de las elecciones generales. Lo quiero como este”, ha zanjado.

Si el resultado es favorable y se gobierna, habrá calma. Si no, es difícil anticipar la evolución de los acontecimientos. Pero como ironizaba hace ahora una semana un destacado dirigente del PP, la única respuesta a perder Galicia sería “el suicidio”.

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