Sánchez logra la reconexión emocional y política del PSOE en un congreso sin debate interno que recupera a González
Estaban todos. Pedro Sánchez, José Luis Rodríguez Zapatero, Joaquín Almunia, Felipe González…. Por estar, estaba hasta Pablo Iglesias (Posse). En holograma, sí, pero con esa voz que Machado dijo, y recordó el valenciano Ximo Puig, “tenía el timbre inconfundible de la verdad humana”. Allí que se plantó el fundador para advertir a los socialistas del siglo XXI contra la tiranía, la injusticia, la esclavitud, la corrupción y “todo lo que es mezquino y ruin”. Y les llamó también a acabar con la injusticia y la explotación -“porque ese es el ideal supremo del partido”- y a permanecer unidos porque “juntos serán invencibles”.
Socialdemocracia y unidad para el saludo con el que Pablo Iglesias inauguró el cónclave. Socialdemocracia y unidad en el discurso de José Luis Rodríguez Zapatero, Y socialdemocracia y unidad en el parlamento con el que Felipe González se reconcilió con el PSOE y viceversa. Justo los dos ejes sobre los que Pedro Sánchez planteó un cónclave sin apenas debate interno. Socialdemocracia para enfilar el carril de la centralidad con la vista puesta en el próximos ciclos electoral que arrancará previsiblemente en Andalucía y llegará hasta las municipales, autonómicas y generales de 2023. Unidad para cerrar heridas del pasado y reconectar emocional y políticamente al partido y a sus dirigentes durante tres jornadas de charlas, mítines, fiesta y culto a las siglas, por encima de cualquier otra cosa.
Escribe Esther Palomera.