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Sánchez escapa de dos semanas 'horribilis' con sus socios europeos

Pedro Sánchez junto al candidato socialdemócrata, Nicolas Schmit, y la líder del Partido Democrático,

Irene Castro

Roma —

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No hay una ciudad mejor para perderse que Roma. Dejar atrás la rutina y los problemas mientras paseas entre edificios milenarios. Es un pensamiento compartido por la delegación de los socialistas españoles, con Pedro Sánchez a la cabeza, que han aprovechado la ocasión ante la celebración del Congreso del Partido Socialista Europeo (PES). También le ha servido al propio Sánchez para evadirse tras dos semanas horribilis por el estallido del 'caso Koldo'. Ya no se puede decir que hayan sido las dos peores de su mandato, teniendo en cuenta que ha ampliado con varios capítulos el 'manual de resistencia', pero desde luego han sido complicadas.

Más allá del camino cuesta arriba de la ley de amnistía, de la que en gran medida depende la legislatura, a los socialistas les ha explotado el primer gran caso de corrupción de su mandato. Nada más y nada menos vinculado a un asesor del exministro y exsecretario de Organización, José Luis Ábalos, que empezó su andadura con los socialistas navarros de la mano del actual número tres del partido, Santos Cerdán. Ante el ruido ensordecedor de España, Sánchez ha vuelto a encontrar cobijo fuera, donde normalmente tiene un mayor reconocimiento que dentro de España. Esta vez, eso sí, el presidente faltó a la cena previa con el resto de líderes con quienes ha mantenido encuentros bilaterales a primera hora del sábado. Tampoco se ha quedado hasta la 'entronización' de Nicolas Schmit como candidato a las elecciones europeas.

Al grito de “presidente, presidente” y una ovación cerrada -con felicitación de cumpleaños incluida-, los delegados del PES han recibido al mandatario español, que es una de las principales referencias de los progresistas en Europa. “España nos ha dado muchas esperanzas en los últimos meses”, admitía hace unas semanas la candidata de Los Verdes, Terry Reintke, sobre el freno a la extrema derecha en las elecciones del 23 de julio. Y es un sentimiento compartido por la familia socialdemócrata, que tiene en Olaf Scholz -con dificultades dentro de su coalición con los verdes y los liberales- y en la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, a sus otros baluartes.

“Tenemos una delegación española importante”, ha respondido Sánchez a la acogida que el han dado al subirse al escenario. Lo cierto es que le han recibido incluso con más mimo que al portugués António Costa, el carismático primer ministro portugués que está de salida forzado a la dimisión por un escándalo de corrupción que no está claro que le afecte finalmente en primera persona y que aún suena como posible apuesta de los socialdemócratas para la presidencia del Consejo Europeo tras las elecciones europeas de junio.

La conjura contra la extrema derecha

“Hubo un tiempo, no hace mucho, en el que alguna gente dijo que la socialdemocracia no tenía futuro”, le ha dicho a sus colegas Sánchez, que ha hecho su discurso íntegro en inglés dejando claro que no tenía ninguna intención de hablar en clave nacional: “Y después, llegó la pandemia. Estalló la guerra en Ucrania, siguió la crisis económica. Y, una vez más, fueron las ideas socialdemócratas las que nos salvaron. Fue el Estado del bienestar y la solidaridad entre las personas, lo que nos permitió superar esos terribles retos y seguir adelante”.

Sánchez ha sacado pecho de la gestión de los suyos y ha advertido del riesgo del aumento de la extrema derecha, que va a ser el catalizador de la campaña europea de los socialistas: “Ahora, los mismos que decían que no teníamos futuro intentan recuperar un pasado que nunca existió. La extrema derecha crece en toda Europa. En muchos lugares, apoyada por una derecha convencional que está imitando sus argumentos y técnicas populistas”.

“Todo el progreso que hemos logrado está en riesgo. Los derechos de los trabajadores, la igualdad entre hombres y mujeres, los servicios públicos, la libertad y el respeto a la comunidad LGTBQ, una transición más justa y sostenible. El alma misma de Europa está en riesgo”, ha señalado Sánchez.

“El reto es enorme. Pero nuestra determinación para afrontarlo es aún mayor. Ofrezcamos esperanza donde otros ofrecen miedo. Ofrezcamos apertura y tolerancia donde otros sólo proclaman fragmentación y odio. En resumen, ofrezcamos innovación y futuro, donde otros sólo prometen nostalgia y un pasado que nunca debió existir”, ha apelado Sánchez.

A pesar del espaldarazo y la distancia, la sombra del 'caso Koldo' es alargada. Ninguno de los miembros de la delegación española ocultaba la preocupación por la situación. “Hemos tenido dos semanas de mucho curro, pero todo está encarrilado”, comentaba uno de los dirigentes en Roma, donde Patxi López no ha logrado sortear el asunto ante los periodistas, pero a los socialistas españoles -que son la delegación más nutrida- y a Sánchez nadie les quita las 48 horas de evasión antes de la vuelta a la realpolitik de Madrid.

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