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El teletexto no pasa de moda en la cárcel: los jueces avalan su prohibición tras detectar que sirve a reclusos para comunicarse

Teletexto de TVE (Foto de archivo)

Laura Galaup

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Al teletexto sí que lo mató Internet. Pasado de moda en los hogares españoles, obsoleto para la mayoría de la población, sigue en auge dentro de las prisiones. Y no solo porque dentro las telecomunicaciones están restringidas: los reclusos no pueden tener móvil y las horas de Internet son limitadas. En algunos casos se ha demostrado un eficaz sistema para que los reclusos puedan recibir mensajes del exterior y continuar con su actividad delincuencial.

El sistema se popularizó en los 90, gracias a él desde la televisión se podían consultar noticias, resultados de competiciones deportivas o sorteos, previsiones meteorológicas y también la programación de las diferentes cadenas. No solo aporta información, el teletexto también permite publicar anuncios o mandar mensajes a través de una sección de contactos. Abre una ventana al exterior para que los reclusos puedan mantener contactos y comunicarse en pleno 2020.

La Audiencia Nacional autorizó recientemente que se bloquease el teletexto en la televisión de un interno del centro penitenciario de A Lama (Pontevedra), después de que la directora de la prisión alegase que había tomado esa decisión por “motivos de seguridad”. Tras un recurso presentado por el interno, la responsable de la cárcel gallega explicó a los magistrados que habían bloqueado el teletexto porque han “detectado que los mensajes de teletexto eran utilizados para comunicarse los internos con personas del exterior [a] través de páginas abiertas de citas, contactos, anuncios etc; utilizando seudónimos, palabras-clave, páginas y horas concretas”, ha detallado la Sección 1 de la Sala de lo Penal, en un auto emitido el 17 de septiembre y avanzado por La Voz de Galicia.

Tanto fuentes oficiales de Instituciones Penitenciarias como la abogada que ha defendido al interno explican que la argumentación de la directora del centro no hace referencia a actos puntuales detectados recientemente en la prisión, sino a comportamientos generales. De hecho, desde el departamento encargado de gestionar las prisiones explican que el teletexto está prohibido en las cárceles españolas desde el año 1999. Sobre este asunto, una portavoz de Comisiones Obreras afirma que a través del teletexto “algunas veces [los internos] han intentado mandar mensajes”. Por su parte, fuentes de la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias (ACAIP) indican que llegaron a descubrir “que presos de la banda armada ETA se mandaban mensajes” por esa vía. 

En la hemeroteca hay ejemplos sobre el uso de esta herramienta. Entre ellos, el publicado por Diario Córdoba, que en 2008 informó de cómo a través del teletexto de Televisión Española los familiares de etarras les facilitaban información a sus seres queridos con mensajes que publicaban en una sección que se llamaba “haz amigos”. 

En la jurisprudencia también hay casos en los que algunos acusados todavía a la espera de juicio aludían a esta herramienta. En la investigación de un delito de proposición para un asesinato en 2005, la Audiencia Provincial de Madrid detalló en la sentencia cómo varios acusados — entre ellos algunos que estaban en prisión — se comunicaban a través del teletexto del medio público con avisos y motes en clave. Por ejemplo en este caso las palabras “Pantoja” y “picapiedra” les servía para identificar que ese aviso iba dirigido a ellos. “Hola amigo Pantoja espero te encuentres vien (sic) amigo no he podido aser (sic) el trabajo de la parcela porque esa no es la dirección y able (sic) con el amigo de Galicia”. Este fue uno de los mensajes detectados por la Guardia Civil en la investigación de esta causa. 

En las comunicaciones interceptadas en otro caso juzgado en 2012 se recoge la siguiente petición: “Por otro lado, si no estamos equivocados (lo cual nos gustaría que nos confirmases) el sistema de confirmación de ultimahora, es decir el teletexto, no se podría utilizar ya que han quitado las teles con 'txt' de los talegos”.

En 2006 la Audiencia Provincial de Zaragoza no estimó la queja de un recluso al que le entregaron una televisión sin teletexto y protestó por ello. Catorce años después de ese caso, y con el teletexto casi olvidado en la mayor parte de los hogares, la justicia e Instituciones Penitenciarias mantiene el veto a esta herramienta. El auto emitido en septiembre, tras el recurso del interno de A Lama, considera “justificado el bloqueo” de este servicio “ante el riesgo de que los mensajes enviados a través del mismo puedan constituir un medio de comunicación para el interno que eluda el control y las disposiciones legales sobre las comunicaciones de los internos contenidas” en la Ley Orgánica 1/1979, de 26 de septiembre, General Penitenciaria y en el Reglamento Penitenciario, “convirtiéndose así en un riesgo para la seguridad del centro y de sus habitantes y para los fines del tratamiento penitenciario”.

El interno de A Lama presentó un recurso ante el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria y posteriormente en la Audiencia Nacional quejándose de que “su televisor fue retenido entre los días 17 a 20 de enero de 2020 y cuando le fue devuelto la función de teletexto y el menú estaban bloqueados”, recoge el auto emitido en septiembre. Su abogada explica que el preso se trasladó de centro y realizó el cambio de prisión con “su propio” receptor. Al llegar A Lama, le quitaron el aparato “y la caparon”: “No podía entrar en teletexto ni en el menú”, añade la letrada. Ante esta situación, el interno optó por recurrir la decisión. Por su parte, según explican fuentes de Instituciones Penitenciarias, el interno inició el procedimiento judicial porque quería “comprar” una televisión fuera del economato y pedía un modelo “que tuviese teletexto”. 

A pesar de denegar el acceso al teletexto, los magistrados sí que han estimado parcialmente la queja del interno de A Lama y le permiten acceder al menú, ya que como explicó la letrada en su escrito judicial con ese bloqueo “el aparato de televisión” quedaba “prácticamente inutilizado, al no poder cambiar los canales o hacer ajustes de imagen”.

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