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Unidas Podemos se topa con las contradicciones de estar en el Gobierno

Pedro Sánchez, Carmen Calvo y Pablo Iglesias aplauden el discurso del rey en la apertura de las Cortes, este martes 4 de febrero.

Andrés Gil

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De pedir la dimisión de Dolores Delgado como ministra de Justicia a corresponsabilizarse de su nombramiento por parte de Pedro Sánchez al frente de la Fiscalía General del Estado. De considerar a José Félix Tezanos alguien poco adecuado para presidir el CIS, a no criticar que el presidente del Gobierno lo haya mantenido en el cargo. De exigir “la derogación de la reforma laboral” a conceder que “técnicamente” no habrá derogación. Y de ser críticos con la monarquía, a aplaudir al rey en la apertura de las Cortes desde el banco azul pero no desde los escaños.

“Se trata de respeto institucional”, decía la ministra de Igualdad, Irene Montero, este miércoles en la SER: “Si para subir el SMI y aprobar una ley integral de protección a las libertades sexuales hay que aplaudir al jefe del Estado, lo haremos. No es que hayamos cambiado de opinión”.

Sobre el debate de la monarquía desatado por la sesión del Congreso, el vicepresidente de Derechos Sociales, Pablo Iglesias, tuiteaba lo siguiente el martes por la noche: “Ercoli (que dirigió al partido de mayor disciplina republicana en nuestra guerra) ya lo tenía todo inventado desde la svolta di Salerno”. Iglesias entraba así en la conversación sobre los aplausos o no a Felipe en el Congreso –al calor también de un artículo de Enric Juliana en La Vanguardia en el que recogía que Santiago Carrillo atribuía a la URSS la aceptación de la monarquía por parte del PCE–.

Ercoli era el nombre de guerra de Palmiro Togliatti (líder del PCI), y la svolta di Salerno es un movimiento táctico político de los comunistas italianos en abril de 1944 –al final de la Segunda Guerra Mundial y animado por la URSS–, para encontrar un compromiso entre los partidos antifascistas, la monarquía y el mariscal Pietro Badoglio –jefe de Gobierno tras la caída de Benito Mussolini– para un gobierno de unidad nacional y posponer el modelo de Estado para después de la guerra, que terminó alumbrando la república italiana.

Por el contrario, Anticapitalistas, la familia política de Miguel Urbán y Teresa Rodríguez, tuiteaba: “¿No se nos estará yendo de las manos?”

Pero el martes no fue sólo el día de los aplausos y no aplausos al rey en el Congreso. También fue el día en el que Unidas Podemos apoyó “por error” en la junta de Portavoces –junto con el PSOE, PP, Vox y Ciudadanos– que no se hiciera público el historial del torturador franquista Billy el Niño. La petición había sido formulada por el diputado de EH Bildu en la Cámara Baja Jon Iñarritu.

Minutos después, Unidas Podemos rectificó, anunció que votará a favor de la iniciativa cuando vuelva a llegar a la Mesa de Cámara y achacó su decisión a un “error”. “Un error del que nos avergonzamos”, ha dicho Irene Montero este miércoles:“Nosotros no sólo estamos a favor de que se publique su hoja de servicios, sino de que le sean retiradas las condecoraciones por ley”.

“Navegar contradicciones”

“Hacer política es navegar sobre las correlaciones de fuerzas y, por lo tanto, navegar sobre las contradicciones. Y creo que esto lo hemos entendido todos los actores políticos”, decía Pablo Iglesias en una entrevista reciente con eldiario.es. “Vamos a gobernar en minoría dentro de un Ejecutivo compartido con el PSOE, en el que nos encontraremos muchos límites y contradicciones, y en el que tendremos que ceder en muchas cosas”, escribía Pablo Iglesias a su militancia en noviembre tras firmar el acuerdo de Gobierno con Pedro Sánchez.

Y así, cuando Pedro Sánchez elige a su ministra de Justicia, Dolores Delgado, para ocupar la jefatura de la Fiscalía General del Estado, el vicepresidente Iglesias defiende la decisión del presidente, aunque había sido muy crítico con ella durante su mandato por los audios de una comida en la que participó años antes de llegar al cargo junto al comisario Villarejo y que el portal Moncloa.com desveló por entregas. “Estoy de acuerdo con el nombramiento de Delgado como con cualquier decisión de este Gobierno”, dijo Iglesias.

“Nosotros pedimos su dimisión hace un año y medio”, reconoció por su parte el ministro de Consumo, Alberto Garzón, en El Objetivo: “La cosa ha evolucionado, la propuesta de Sánchez nos parece bien. Estoy absolutamente convencido de que es una buena decisión”.

Otro ejemplo es Yolanda Díaz, la ministra de Trabajo, quien ajustaba el discurso en El País sobre la reforma laboral, sobre si había contradicciones con lo dicho por la ministra de Hacienda, María Jesús Montero –“Nunca se puede derogar una reforma laboral en su totalidad”–.

“Hablamos de lo mismo”, respondía Díaz, evitando cualquier discrepancia con la ministra socialista: “Tenemos la misma partitura y tocamos distintos instrumentos. Soy jurista. El PP, al llegar al Gobierno, hizo una macro-contrarreforma laboral con un impacto brutal que ha deconstruido el mundo del trabajo tal como lo concebíamos. ¿Técnicamente se puede derogar todo esto? No. Hay que legislar. Hay cuestiones que podemos decir 'esto se deroga', como venimos haciendo. Y hay otras, además, que no queremos que se hagan mirando hacia el pasado.[...] Que cada uno denomine a la criatura como desee, pero es cierto que, técnicamente, desde el mundo del derecho, sabemos que no puedes dictar una norma que diga 'derogo'... Esto que en las militancias a veces es difícil de explicar. Yo no puedo dictar una norma que diga: 'Derogo toda la reforma laboral del PP'. Porque entre otras cosas hay muchos preceptos y muchísimas normas afectadas. Sería una persona irresponsable si dijera esto. Por tanto, técnicamente, no es posible”.

Y en ese “navegar” sobre las contradicciones –o “cabalgar”, que decía Álvaro García Linera–, Iglesias y el resto de líderes de Unidas Podemos miden sus palabras y modulan el discurso desde que han entrado en el Consejo de Ministros, en un Gobierno de coalición con el PSOE con las tres derechas enfrente y “poderosos enemigos”, proclamaba Iglesias en el discurso de investidura –“poderes económicos, financieros y mediáticos”–.

Así, también, la ministra de Igualdad, Irene Montero, ha cerrado filas con la decisión de Sánchez de mantener a José Félix Tezanos al frente del CIS. “Cada vez que hemos tenido que hacer una crítica, la hemos hecho, pero todo el mundo entiende que Podemos es un espacio que nació para gobernar, y estamos haciendo algo que es histórico, que es un Gobierno de coalición”, dijo Montero.

En una entrevista en Al Rojo Vivo, reconoció que el bipartito se enfrentará a “contradicciones y dificultades”: “Va a haber decisiones que a lo mejor internamente nos podamos cuestionar entre nosotros, pero que después vamos a defender a una”. “No hay ministerios de unos y de otros, todos somos el Gobierno de España”, sentenciaba Iglesias en el programa de Ana Rosa.

De la misma manera que Garzón rehuía la hipótesis del conflicto con ministros social liberales, como la vicepresidenta económica, Nadia Calviño: “No será sencillo, pero estamos ilusionados. Es una novedad que haya una persona que se identifique como comunista en el Gobierno, pero el comunismo tuvo un papel fundamental en la llegada de la democracia”.

Otra polémica, la del encuentro del ministro de Fomento y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, con la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, en Barajas, y la visita del autoproclamado presidente Juan Guaidó a España ha evidenciado también una adaptación del discurso a las circunstancias. Hace un año los portavoces de Unidas Podemos tachaban a Guaidó de “golpista” por autoproclamarse presidente, y ahora lo describen como “actor importante de la oposición”. Eso sí, tampoco llegan a llamarlo “presidente encargado o interino”.

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