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Zapatero ‘mima’ a la dirección de Podemos para intentar evitar la ruptura definitiva con Yolanda Díaz

Imagen del expresidente de España, José Luís Rodríguez Zapatero. EFE/ Fernando Villar

José Enrique Monrosi

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No queda a estas alturas mucha gente en la izquierda española que mantenga al mismo tiempo hilo directo con Pablo Iglesias y con Yolanda Díaz. Desde que los puentes entre ambos saltaron por los aires hace poco más de un año, ese espacio político se vio envuelto en un nuevo proceso de agrietamiento, de rencores y desconfianzas cruzadas que fueron alentando, una vez más, las tantas veces transitadas dinámicas del 'conmigo o contra mí’. Y no abundan los cuadros que hayan sobrevivido indemnes a ella dentro de Unidas Podemos. 

Por esa dinámica han acabado arrastrados incluso personas de referencia para ambos líderes políticos y que han trabajado o trabajan en el grupo confederal con diferentes cargos de responsabilidad como Enrique Santiago, Xavier Doménech o Txema Guijarro. Que todos ellos sean hoy cercanos a la vicepresidenta segunda, como tantos otros líderes de los ‘comuns’, de Izquierda Unida, o incluso como otra gente de Podemos que está respaldando a Díaz en los actos de Sumar es, en opinión de un diputado del grupo confederal, síntoma de que el círculo de confianza de los dirigentes de Podemos no ha dejado de achicarse. “Se han arrinconado ellos solos. Cada vez confían en menos gente, cada vez ven a más traidores. Y por eso han hecho más pequeño su proyecto político”, razona. 

Algunos de ellos, como en el caso de Guijarro, tomaron distancia con la dirección de Podemos por decisión propia, abandonando su cargo en el Consejo de Coordinación. A otros, como a Santiago, se lo dieron hecho tras su destitución por parte de Ione Belarra como secretario de estado del Ministerio de Derechos Sociales a raíz de la crisis política de Andalucía. 

Queda en pie una figura aún respetada y apreciada por ambos ‘bandos’ dentro del grupo confederal: el secretario de estado de agenda 2030, Nacho Álvarez. Economista de referencia de Podemos desde su fundación, Álvarez pasó del ‘errejonismo’ a intentar una vía intermedia en Vistalegre II de la mano de Carolina Bescansa, para acabar trabajando mano a mano con Pablo Iglesias en sus tiempos de vicepresidente y ahora con Ione Belarra en Derechos Sociales. Su trabajo en el Gobierno sigue siendo respetado por todos y su figura es especialmente valorada por Yolanda Díaz, con la que mantiene interlocución habitual para asuntos del día a día en la agenda económica del Ejecutivo. “Lo de Nacho es un milagro, sobre todo viendo lo que pasó en los últimos Presupuestos. Pero influye su forma de ser”, cuenta un compañero de filas que tiene escaño en el Congreso. 

Esa forma de ser le lleva, sin embargo, a intentar huir de choques orgánicos ajenos a su tarea de economista, por lo que tampoco se desempeña en ningún tipo de acción específica entre Podemos y Yolanda Díaz que lo perfile como una especie de mediador de conflictos. Así que, teniendo en cuenta los acontecimientos del último mes y medio y las hojas de ruta de Sumar y de la dirección de Podemos, hoy día difícilmente reconciliables, la pregunta es si queda alguien a estas alturas trabajando por evitar la ruptura. Y en las entrañas de Unidas Podemos no tienen dudas a la hora de fijar la respuesta: José Luis Rodríguez Zapatero. 

Zapatero, línea directa con Díaz e Iglesias

Persona respetada y apreciada tanto por Pablo Iglesias como por Yolanda Díaz, el ex presidente mantuvo contacto directo con ambos justo antes del punto de inflexión que significó la Universidad de Otoño de Podemos y los días posteriores en que el exlíder de Podemos hizo visible el conflicto que mantiene con la persona a la que designó como sucesora en el espacio y en el Gobierno. Plenamente consciente de las dificultades que atravesaba esa relación personal y política, cuentan fuentes de Unidas Podemos que Zapatero decidió dar un paso de manera discreta y contactó con ambos. Esas mismas fuentes sostienen que dejó el mismo mensaje en las dos orillas: la necesidad de rebajar tensiones para reconducir porque lo que está en juego es tanto como reeditar un Gobierno progresista o abrir las puertas de la Moncloa a la extrema derecha.

En el PSOE reconocen estar al tanto de esos pasos de Zapatero y lo valoran positivamente porque son los primeros interesados en que la izquierda concurra junta a las elecciones para mantener las opciones de gobernar. Aunque niegan que se trate de ningún encargo: “José Luis va por libre”, indican. Desde el equipo de Yolanda Díaz admiten que la relación y la interlocución con el expresidente es habitual y fluida, aunque se distancian del concepto de mediador que otras fuentes sí que le otorgan y aseguran que con Zapatero la vicepresidenta aborda “cuestiones generales” e incluso que ha recibido “mucha ayuda” en asuntos del Gobierno.

El resultado de esas gestiones, en cualquier caso, no parece de momento el esperado a tenor de lo que pasó después, con Pablo Iglesias pidiendo directamente a Yolanda Díaz que respete a su partido y pronunciando discursos muy críticos con la hoja de ruta de Sumar, y Díaz respondiéndole que ella “no le debe nada a nadie”. Las semanas que han seguido a ese punto de inflexión han sido las más tensas a la izquierda del PSOE desde la ruptura de Podemos entre ‘errejonistas’ y ‘pablistas’ en 2015. Aunque a Zapatero no parece cundirle el desánimo. 

El expresidente no ha dudado en defender públicamente algunas de las leyes insignia del Ministerio de Igualdad de Irene Montero con la ley trans a la cabeza, en una postura que le ha supuesto choques con un sector de su propio partido. También mandó un mensaje de afecto y respaldo a la ministra de Igualdad durante el acto celebrado en el Círculo de Bellas Artes contra la violencia política a raíz de los ataques machistas de Vox. Y se ha cuidado mucho de no desmarcarse abiertamente de Montero con la ley del ‘solo sí es sí’ a cuenta de la excarcelación o la rebaja de penas de varios delincuentes sexuales. 

Con Yolanda Díaz, Zapatero tampoco ha sido ambiguo en público sobre su opinión respecto a la idoneidad de su figura para liderar un proyecto político. “Creo que tiene una personalidad política que ha destacado y destaca y por tanto no tengo ninguna duda de que va a sumar”, dijo durante una entrevista en 'El Objetivo' el pasado mayo.

Más allá de una cuestión de afinidad ideológica hay quien interpreta en el grupo confederal una lógica estratégica por parte de Zapatero en esos constantes ‘mimos’ a Podemos: desincentivar cualquier intento de ahondar en la ruptura y frenar las dinámicas de aislamiento de la cúpula del partido de Iglesias, Belarra y Montero. Algo que compatibiliza con la cercanía que conserva con Yolanda Díaz. Este mismo lunes participarán juntos en Buenos Aires en un acto de apoyo a la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, tras ser condenada a seis años de prisión por corrupción en un episodio calificado como “persecución política y judicial” por parte del Grupo Puebla, un espacio de coordinación de dirigentes progresistas de países iberoamericanos. 

No es ningún secreto que el expresidente del Gobierno mantiene desde hace años una relación personal de confianza con el fundador de Podemos, Pablo Iglesias. El también exvicepresidente nunca ha ocultado su admiración por el que ha llegado a calificar como “mejor presidente de la democracia”, y la comunicación es fluida entre ambos desde antes de que echase a andar el Gobierno de coalición. Cuando nadie en el PSOE apostaba por esa fórmula, de hecho, Zapatero ya defendía la necesidad de alcanzar un acuerdo y mantuvo contactos discretos al más alto nivel con Moncloa y con Iglesias para evitar la repetición electoral que, sin embargo, se acabó llevando a cabo. Desde entonces, la interlocución entre Zapatero e Iglesias ha sido constante. 

En el caso de Yolanda Díaz, la relación con el expresidente del Gobierno se fue forjando a medida que avanzó la legislatura y su desempeño en el Ministerio de Trabajo comenzó a situarla en el mapa como una de las políticas mejor valoradas por la ciudadanía. Presentados en una cena por un grupo de amigos comunes, cuentan que la conexión personal y política surgió de manera instantánea y cimentó las bases de un aprecio que a día de hoy ambos siguen cultivando. 

Aunque fuentes parlamentarias de Unidas Podemos valoran positivamente los pasos dados por Zapatero asumen que el resultado final no está en manos ni del expresidente ni de casi nadie más que los líderes de Sumar y Podemos. Hoy, Yolanda Díaz defiende un proceso de participación ciudadana no tutelado por organizaciones políticas y en el que, finalmente, todos los partidos tengan el mismo poder de decisión. Enfrente, Iglesias, Montero y Belarra reclaman ser tratados como “el motor del espacio” para conformar una coalición electoral. Y si nadie se mueve, Zapatero volverá a fracasar en su empeño, como cuando intentó evitar la repetición electoral de 2019. Al menos, a la primera.

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