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Zoido prescinde del número dos de Fernández Díaz en Interior

El secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, pasa revista  a la Policía

Pedro Águeda

Juan Ignacio Zoido ha decidido prescindir del máximo colaborador de Jorge Fernández Díaz en el Ministerio del Interior. El nuevo ministro comunicó en la mañana del pasado martes al secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, que no cuenta con él para su etapa al frente del departamento, han informado a eldiario.es fuentes de la seguridad del Estado. En el Ministerio del Interior se da por hecho que la renovación es más profunda y afecta también a los directores de Policía, Ignacio Cosidó, y de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa.

Con la decisión, Zoido corta de raíz con la gestión de Fernández Díaz al frente del Ministerio en estos cuatro años. La noticia coincide con los momentos más bajos para el exministro, que este miércoles vio cómo la oposición abortaba su elección como presidente de la comisión de Asuntos Exteriores del Congreso, fruto de un cerco político que promete enconarse con la comisión de investigación que le aguarda en la Cámara Baja sobre las escuchas en su despacho.

El asunto más relevante sobre la mesa de Zoido era, desde el primer día, la continuidad del secretario de Estado de Seguridad, el puesto clave en el departamento. Zoido debía decidir entre contar con su experiencia, a pesar del lastre de las polémicas en el Ministerio durante toda la legislatura y de que no había tenido trato personal alguno con Martínez, o partir de cero con alguien de su confianza. Y ha optado por lo segundo, a falta de que trascienda el nombre del elegido. 

Francisco Martínez, hoy diputado, sigue sin estar afiliado al PP. Llegó a Interior procedente de las Cortes, donde había trabajado con Jorge Fernández Díaz, aunque está considerado un hombre de la vicepresidenta. Fue jefe de gabinete el primer año, hasta que el secretario de Estado, Ignacio Ulloa, comprobó las corrientes submarinas que recorrían ya en aquella época Interior y decidió dejar el cargo. Martínez fue entonces el elegido por Fernández Díaz para sustituir al dimitido Ulloa.

Como jefe de gabinete y secretario de Estado de Seguridad, Martínez ha descendido al trato con los protagonistas de las maniobras policiales contra el soberanismo catalán. Así lo dejó de manifiesto el informe que uno de esos agentes, el comisario Marcelino Martín-Blas, elaboró sobre la grabación ilegal que presuntamente realizó el comisario José Manuel Villarejo a él, a otros polícías y dos agentes del CNI, reunidos en marzo de 2014 para tratar el caso del Pequeño Nicolás.

El informe destaca un importante tráfico de llamadas del secretario de Estado de Seguridad con el polémico comisario Villarejo mientras los agentes registraban la casa del joven y encontraban dentro notas sobre el policía. El comisario Villarejo ha explicado el trato directo entre ambos por asuntos relacionados con supuestas investigaciones contra el yihadismo. La investigación judicial a la que pertenece el citado informe ha permitido bautizar como 'Operación Cataluña' las maniobras policiales contra el soberanismo y en su marco, el propio Villarejo ha desvelado ya algunos de los detalles de la misma que Interior siempre ha negado

La marcha de Martínez puede condicionar otro de los puestos clave en la cúpula de Interior, el de director adjunto operativo de Policía. El todavía secretario de Estado se había fijado en el comisario José Luis Olivera para un puesto que ocupa Antonio Rodríguez de forma “accidental”, según describió la situación en su discurso de despedida Fernández Díaz. La trascendencia del puesto se explica con la figura del jubilado en julio Eugenio Pino, el director adjunto operativo artífice de la “policía política” contra el soberanismo catalán y Podemos. 

El polémico retrato

En el caso de Arsenio Fernández de Mesa, el nuevo ministro ha conocido nada más llegar el descontento de la cúpula del Instituto Armado con su gestión. El detonante fue la publicación en eldiario.es del retrato que pretendía dejar Fernández de Mesa en la galería de la que cuelgan los cuadros de sus predecesores, al estilo de los generales del siglo XIX. En Zoido no habría pesado la estrecha amistad que une a este con el presidente del Gobierno. Fernández de Mesa había expresado en los últimos días públicamente su deseo de continuar al frente del Instituto Armado.

Como Fernández de Mesa, el director de la Policía, Ignacio Cosidó, es un hombre de partido, hecho a la postre estéril para continuar al frente de la Policía. La relación de Fernández Díaz y Cosidó se complicó casi desde el principio. El ministro reprochaba al director de la Policía su supuesto protagonismo mediático y la falta de implicación en cuestiones delicadas del departamento.

Cosidó había optado por mirar para otro lado en la utilización partidista que se estaba haciendo de la Policía mientras su número dos, el comisario Eugenio Pino, pronto se convirtió en el hombre que susurraba al oído del ministro. Fernández Díaz identifica hoy en la figura del comisario uno de los motivos de su desgracia. 

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