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Opinión - El presidente Sánchez no puede ceder
Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

El capitalismo no funciona. La vida es otra cosa

El capitalismo no funciona. La vida es otra cosa

Anita Botwin

Hace ya algún tiempo que llevo dándole vueltas a la siguiente idea. Las personas podemos enfermar o tener una discapacidad o ambas cosas por varios motivos, algunos de ellos inevitables. Pero… qué pasa cuando algunas de esas razones provienen del sistema en el que vivimos.

Un día le estaba contando a mi amiga Violeta que de vez en cuando tenía que acudir a ansiolíticos u otras drogas psiquiátricas. Al ser alguien de confianza, lo conté con naturalidad, pero también algo avergonzada. No hay peor estigma, que el que una se crea de sí misma. Ella me respondió:

-Menuda tontería. La mitad de señoras de este país llevamos un lorazepam en el bolso.

Esa frase me dejó de piedra. Sobre todo porque es real. Por un lado me hizo gracia, pero en seguida me generó tristeza. Y si no es lorazepam, pueden ser otro tipo de drogas ilegales o alcohol. Miro a mi alrededor y pocas son las personas que duermen tranquilamente sin ningún tipo de ayuda que les induzca al sueño. Van a la cama y sus pensamientos no las abandonan. La reunión del día siguiente, la compra, el cole de los niños, la limpieza, las facturas… El estrés se apodera de nosotros porque es el estrés la nueva forma de vida que tenemos. Sin el estrés ni la ansiedad que nos tienen sometidos, el sistema no se mantendría en pie y con buena salud.

En otro momento, hablando con un amigo activista de salud mental me contaba que no somos nosotros los que estamos enfermos, sino la sociedad. Que los pocos sanos son los preocupantes, porque a no ser que vivan en un monasterio budista, no se ven afectados por las barbaridades que vemos cada día. Por mucho que lleguemos a normalizarlas para poder seguir viviendo. ¿Qué otra cosa podríamos hacer?

Obviamente existen enfermedades genéticas de salud mental, aunque no está muy claro el desencadenante y yo tampoco soy experta en psiquiatría, para qué engañarnos. Sin embargo, sí sé que si las personas con problemas de salud mental se encuentran en un entorno agradable, que las pone en primer lugar con los cuidados y apoyos necesarios, son personas que pueden tener una vida satisfactoria.

Para el Estado en más sencillo olvidarlas y dejarlas en hospitales con plantas de psiquiatría, donde como he denunciado ya varias veces, se incumplen los derechos humanos. Y para las demás personas, las que no están para ingresar, pero tienen problemas igualmente de ansiedad o depresión, no hay mucha solución. Pastillita y sigue produciendo y sigue consumiendo. Y calladita, no vayas a parecer un bicho raro.

La sociedad nos enferma porque nos necesita esclavos, dormidos, sumidos en nuestros problemas individuales, que son en realidad colectivos. Las grandes ciudades son cárceles invivibles pensadas para cumplir los objetivos que el sistema requiere. No son espacios amigables, no hay apenas ocio y cultura libres, ni zonas verdes, ni espacios seguros, ni accesibilidad. Y desde que se puede comprar por Internet ya no hace falta ni salir de casa, así ya no tienes ni que hablar con nadie si no quieres.

La era Black Mirror es anti personas. El sistema capitalista es anti personas. Vivimos en nuestro propio aislamiento y soledad. Trabajamos todo el día para pagar el alquiler y las facturas. La competencia nos hace pelear entre nosotros como gallos de corral. Los desahucios nos mandan a la calle directamente. La Ley Mordaza y el miedo nos tienen en un constante momento de paranoia colectiva. Virgencita que me quede como estoy, piensan muchos. Los recortes se han aceptado y ya incluso hay quien los ve necesarios. Citando a Jose Luis Sampedro “si usted amenaza a la gente con que los va a degollar, luego no los degüella, pero los explota, los azota y dicen, bueno no estoy tan mal”.

Así que este mensaje va dirigido especialmente a quienes sienten lo mismo que yo comento aquí. Es el momento de unir nuestras fuerzas y ser algo colectivo. Esa es la única medicina que nos hará libres y sanos. Es el momento de enfermar al sistema y salvarnos nosotros.

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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

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