Un disparate urbanístico llamado plaza de toros de Espartinas

La alcaldesa de Espartinas, Cristina Los Arcos, ante la puerta de la plaza de toros.

Antonio Morente

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La plaza de toros-auditorio de Espartinas se inauguró en 2005 con todo boato. Era la época de las vacas gordas urbanísticas y el PP presumía de su gestión en este municipio, el de mayor renta de la provincia de Sevilla entonces y de los pocos en los que los populares han tenido un Gobierno asentado en una comarca del Aljarafe tradicionalmente vinculada al PSOE. El coso se puso como referente del potencial de un pueblo que en pocos años triplicó su población (ahora tiene 16.400 habitantes), pero en 2011 todo se quebró cuando el Tribunal Supremo desmontó la peculiar tasa municipal de tramitación de convenios urbanísticos que ideó el Consistorio para disponer de estos ingresos para gasto corriente.

Aquello se tradujo en sentencias a favor de las empresas afectadas que llevaron al Ayuntamiento espartinero al borde de la quiebra al tener que devolver durante estos años 22 millones de euros; una deuda que a día de hoy se sigue abonando y que propició en su momento un ERE que afectó a un centenar de trabajadores. En paralelo, la plaza de toros nunca terminó de arrancar y acogió pocos eventos, lo que frenó los planes de ampliación de un proyecto que había disparado un 218% su coste inicial. Ahora los populares, responsables de aquella etapa, han denunciado ante la Fiscalía a la actual alcaldesa, Cristina Los Arcos (PSOE), acusándola de tener abandonado un edificio que viene a ser como una gran ballena varada en la playa, el símbolo tangible de un urbanismo de otra época.

“En vez de estar escondidos, cogen y ponen una denuncia, con lo que le han hecho a este pueblo”, señala la regidora, que apunta a la contradicción que supone que un municipio a la sombra de la Maestranza tenga plaza de toros pero no teatro municipal (“solo un pequeño auditorio”) ni piscina, porque la actual es pequeña y está en tan mal estado que no merece la pena repararla. El coso no le sobra a la alcaldesa y defiende que se encuentra en buen estado estructural, pero por ahora no hay dinero para reabrirla y mucho menos para terminarla. Y así lo ha mantenido desde que accedió al cargo en 2019: las prioridades fueron la limpieza (“el estado del pueblo era insalubre”) y la recuperación de otros edificios municipales menos costosos y más aprovechables, algunos de los cuales hasta tenían la luz enganchada de manera ilegal.

Auge y caída del PP

Desde el PP local, su portavoz y candidata a la Alcaldía, María Helena Romero, admite que la plaza “ya estaba mal” cuando el PSOE llegó al gobierno local, pero le acusa de no haber hecho nada por recuperarla y que eso la ha llevado a un estado “ruinoso”. Es más, considera que esto se enmarca en una estrategia de convertir a Espartinas en “una ciudad antitaurina” y de “ir contra nuestra cultura”, ya que sobre todo desde IU (socio de gobierno de los socialistas) “se ha dicho públicamente que no se va a permitir uso de ningún tipo” relacionado con los toros, lo que considera un “agravio” además de un desperdicio de unas “instalaciones tan potentes”. Y tampoco cree que “para nada” estemos ante una infraestructura fruto de la burbuja inmobiliaria, sino que formaba parte de “un modelo de ciudad admirado que contaba con instalaciones de primera”.

La historia del coso va pareja al auge y caída del PP en el municipio, además de ser el espejo de la explosión de desarrollos urbanísticos desmesurados en el área metropolitana de Sevilla. Aquello terminó mal, aunque durante un tiempo disparó los ingresos municipales y eso permitió que el Consistorio de Espartinas llegase a tener un presupuesto que superaba los 30 millones de euros, cuando ahora no llega a los 12. En la génesis del edificio también tuvo mucho que ver el entonces delegado de Urbanismo y portavoz del PP, Javier Jiménez, con dos hijos que daban sus primeros pasos como toreros. De hecho, tal y como recuerda Los Arcos, en un pleno llegó a admitir que al impulsar la plaza tuvo muy presente a sus vástagos y su deseo de ser matadores, reconocimiento que remató con una frase rotunda: “Y si hubiesen querido ser payasos, habría hecho un circo”.

De 1,6 a 5,1 millones de euros

La plaza se ideó inicialmente con una capacidad para unos 3.400 espectadores, pero con la vista puesta en dar el salto a más de 5.000 en poco tiempo. Pero lo que dio el salto de verdad fue el presupuesto, que de 1,6 millones de euros acabó multiplicándose por más de tres hasta llegar a 5,1 millones. Y a esto hay que añadir otra singularidad, y es que la proyectada ampliación iba a obligar a demoler parte de lo hecho, porque se utilizaron materiales no pensados para perdurar.

Así lo expuso la propia arquitecta encargada del proyecto en un cristalino informe para justificar que se disparase el presupuesto, consecuencia de los “numerosos cambios” introducidos a petición del Ayuntamiento, “muchos de ellos en contra de las recomendaciones” de la propia redactora del proyecto. Esto obligó a introducir “soluciones extrañas” que se reflejan en la imagen exterior de un edificio al que se le puso un “cerramiento provisional”. “Es para mí muy importante justificar –continúa la arquitecta– que la piel que presenta el edificio, así como los remates de terminación, son solo soluciones provisionales obligadas por la necesidad que manifiesta el promotor de inaugurar el edificio en fechas cercanas”. “Esto hace que se busquen”, apostilla, “soluciones provisionales, formalmente pobres e injustificadas desde la más elemental lógica del arquitecto”.

Esta rocambolesca historia ha derivado ahora en una denuncia de María Helena Romero, que acusa a Cristina Los Arcos de delitos por daños a bienes culturales, prevaricación y administración desleal por el “abandono” y el “estado ruinoso” de la plaza de toros, “el edificio de mayor valor del municipio por su tasación y por las posibilidades que ofrece tanto económicas directas para las arcas municipales como de creación de empleo”. La regidora replica que en realidad el cerrojazo se produjo en 2015, cuando llegó Ciudadanos a la Alcaldía, un mandato en el que solo se celebró un evento cultural en el coso y que resultó especialmente convulso, con varios alcaldes sucediéndose en el cargo.

“Inexistencia de interés privado”

Asimismo, Los Arcos esgrime un informe de los servicios técnicos municipales que apunta que el estado actual del edificio es bueno, “no percibiendo daños estructurales, a excepción de deficiencias menores consecuencia del desuso de las instalaciones”. Durante estos años se han realizado pequeñas tareas de mantenimiento y conservación del inmueble, como reparaciones en la cubierta y trabajos de pintura en el exterior. Por su parte María Helena Romero insiste en que las instalaciones han sido vandalizadas, un mal estado que achaca a la “visión reduccionista y simplista” del gobierno local, por lo que incide en que su partido “no va a parar hasta devolver la plaza de toros” al pueblo.

¿Cuál es entonces la cuestión de fondo? Pues que ponerla de nuevo en servicio requiere de una inversión más que considerable y las arcas municipales no están para estos trotes pese a que se ha alcanzado un punto de estabilidad económica, así que “no me voy a poner a terminarla porque hay otras cosas importantes por delante”. La plaza de toros, “sobredimensionada” para un pueblo como Espartinas, la considera “un antojo” de la etapa del PP que va a seguir en hibernación hasta que lleguen tiempos mejores. Eso sí, “la decisión de no dar utilidad a este inmueble se debe principalmente a la inexistencia de interés privado en la explotación del mismo”, apunta en su respuesta a la Fiscalía la alcaldesa que, por otro lado, abunda en que “unos empresarios taurinos se interesaron en reactivarla pero se fueron en cuanto vieron el dinero que había que echarle”.

Polémica antitaurina

En línea con la tesis de la portavoz del PP, el cerrojazo al coso se ha llegado a interpretar en círculos taurinos como un ataque al sector, lo que se transformó en tormenta cuando en febrero de 2021 el segundo teniente de alcalde y (entre otras funciones) delegado de Equipamiento Urbano, José María Calado (IU), negó a un torero local el uso del polideportivo alegando que la tauromaquia no es una práctica deportiva. Aquello acabó hasta en una concentración de protesta en la que se denunció que Espartinas, el pueblo de Juan Antonio Ruiz Espartaco, se había declarado antitaurino, una acción por cierto por la que fue multada María Helena Romero al ser identificada como la organizadora del acto. “No hemos prohibido los toros, ese no es el debate porque creemos que todo el mundo tiene cabida”, insiste por su parte la regidora, que en su respuesta a la Fiscalía reitera que el cierre “en ningún caso supone una devaluación del inmueble, una puesta en peligro del mismo o de la seguridad y salud del municipio”.

Cuando Los Arcos llegó a la Alcaldía en 2019, repite al hilo de las diligencias abiertas, “la situación del municipio era de insalubridad y abandono”, con parques y arbolado “en un estado salvaje tras no aprobarse un solo presupuesto municipal durante el mandato anterior”. En este contexto, la plaza de toros no fue una prioridad, y por ahora la cosa va a seguir así, por mucho que el PP en su denuncia incida en que es el edificio más importante de Espartinas, con un valor catastral a fecha de 2015 de 5,5 millones de euros. Eso no quita para que, si un inversor privado decide liarse la manta a la cabeza y dar el paso, será recibido con los brazos abiertos, un horizonte bastante improbable a día de hoy para el monumento local a la burbuja inmobiliaria de la primera década del siglo.

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