Dos librerías sevillanas en un momento crítico: Verbo lucha por sobrevivir, Fabulando por abrirse camino

Librería Fabulando 2 de Sevilla

Alejandro Luque

Sevilla —

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“¿Es verdad que van a cerrar?” Es la pregunta más repetida estos días por parte de la clientela de la librería Verbo, en la céntrica calle Sierpes de Sevilla. Los rumores crecientes e incluso alguna información periodística dan por hecho que la clausura del emblemático establecimiento, ubicado en las instalaciones del antiguo Teatro Imperial, es inminente después de la suerte corrida por Verbo Asunción y Verbo Sevilla Este, dos de las diez librerías que ha perdido la capital hispalense en 2023. Y, sin embargo, aquella resiste. Aunque no se sabe por cuánto tiempo. Mientras, como un efecto balanza, otra librería nace en la ciudad en el barrio de La Rosaleda.

“La situación es delicada, no podemos negarlo”, admite Ricardo Carneado, socio y portavoz de la librería Verbo. “Solo hay que venir a Verbo y verlo. Pero estamos intentado ver cómo mantenernos”. A un año terrible en ventas, se suma ahora una campaña navideña que, al menos hasta fin de año, ha venido siendo más floja que otros ejercicios por estas fechas. “Vamos a decir que está siendo una campaña tardía”, agrega Carneado eufemísticamente. “De turismo estamos muy bien, son muchos los visitantes que vienen a la ciudad y visitan la librería, hacen fotos, se admiran del lugar… pero no compran libros”.

El antiguo coliseo de Sierpes fue ocupado por la cadena Beta durante una década, hasta que Verbo se hizo con el espacio un par de años antes de la pandemia. Llegó el momento más difícil para el sector, entre el confinamiento y el auge de la venta online, con Amazon como bestia negra. Después del espejismo del desconfinamiento y su euforia consumista, la situación volvió a complicarse para todos. Las librerías cerradas este año son el efecto de esa convulsión. “Habría que estudiar bien las circunstancias, porque no creo que todos nos hayamos puesto de acuerdo para echar el cierre”, comenta Carneado. “Las editoriales tampoco ayudan, están cambiando su modelo de negocio y nos está afectando mucho. Eso nos llevó a cerrar Asunción en agosto, y Sevilla Este en septiembre. Muchos empleados, mucho alquiler… Era inviable”.

Recomendar libros

La presión ha afectado a toda la plantilla de Verbo, incluido uno de sus responsables, que recientemente ha sufrido problemas cardíacos. Sin embargo, el portavoz de la sociedad insiste en que en las próximas semanas “vamos a echar el resto, porque no queremos que se pierda la librería. Esperaremos a ver cómo marcha la campaña de Reyes, pero la decisión de cerrar no está en absoluto tomada. No tenemos echado aún el telón”.

La otra cara de la moneda en el sector se llama Fabulando 2. Al frente de esta librería infantil se encuentra Paco Camero, que tras una brillante carrera como periodista en Diario de Sevilla se ha reciclado como librero. “Me metí en el embolado por mis propias circunstancias vitales: ser padre te pone más cerca de la literatura infantil, así como de los juegos educativos, puzles, una infinidad de propuestas que yo no conocía en toda su extensión y me sorprendió. Después de tantos años hablando de libros y recomendándolos, ya fuera desde las páginas del periódico como tomando café con un amigo, me pareció bonito seguir haciéndolo desde otro ángulo”.

Un amigo de toda la vida, Jorge Fernández, responsable de la primera librería Fabulando, le convenció para lanzarse, y el siguiente paso fue encontrar un local en la calle Francisco de Ariño, en el barrio sevillano de La Rosaleda. De la dureza de la profesión ya tenía noticias, puesto que, afirma Camero, “tengo muchos amigos libreros y estaba libre de fantasías románticas. Ya sé que esto no va de pasar el día en el mostrador releyendo a Thomas Mann o hablando con los clientes de literatura rusa. Hay una parte invisible, de gestión compleja y desagradable, los depósitos, las devoluciones, negociar con proveedores… Pero lo tienes que hacer y bien, si quieres que el negocio no se descuadre”.

Sector potente

Sin embargo, Camero dice sentirse “más cómodo defendiendo un libro que cualquier otra cosa” y, por otra parte, en la selección de títulos “ya tenía muchos deberes hechos, porque mi niño, que ahora tiene tres años y medio, siempre ha tenido libros y le encantan. La producción editorial es vastísima y asombrosa la variedad que hay, con historias para todos los gustos: desde la fantasía por la fantasía a libros de cualquier tipo de tema y sensibilidad”.

Lo que no ignora es que llega en un momento crítico. “Uno sabía que este no es el sector más boyante del mundo, pero la casualidad de que hayan cerrado tantas lo hace todo un poco más raro. Una parte de mí me dice, dios mío, por qué me he metido yo aquí. Pero otra recuerda por qué lo he hecho, es una cosa en la que creo, los libros infantiles están en un momento de mucha potencia, se puede decir que es uno de los motores de la industria editorial española, y además es un tipo de libro que el comprador quiere ver y tocar antes de llevárselo, no está tan expuesto a la venta digital”.

“No quiero para mí, desde luego, el papel de héroe romántico”, concluye Camero. “Uno ve las noticias y parece que el mundo se está acabando, pero ningún día desde que abrimos he tenido la sensación de que sea una batalla perdida. Por nuestra puerta entran a diario padres y madres super convencidos de que el ocio no tiene que pasar necesariamente por los formatos digitales. Ellos me animan mucho a defender un proyecto en el que creo, y que me parece bonito y necesario”.        

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