De la administración a lo privado pasando por el tercer sector, las alianzas son clave para los objetivos de desarrollo sostenible
El año 2030 se acerca, y con él la fecha límite para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), 17 “objetivos globales para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible”, según los define la ONU. Pero, como sucedió con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), los ODS –que, lejos de ser un canto al viento, cuentan con hitos concretos que alcanzar– van a quedarse a medias. En este momento, según la ONU, únicamente alrededor del 17% de las metas de los ODS están en el camino de cumplirse y un 35% se encuentran estancadas o incluso en retroceso.
Ante un trabajo ingente por delante, las alianzas entre diferentes actores se presentan como una de las principales herramientas que tienen administraciones (en el sentido amplio), empresas, tercer sector y también los ciudadanos –quizá el eslabón más débil de esta cadena– para impulsar los ODS. Como un ejemplo de manual de ese axioma que dice que el todo es más que la suma de las partes. Tanto, que construir alianzas es un objetivo en sí mismo, el número 17.
“La agenda marca no solo una oportunidad, sino una responsabilidad a todos los actores del desarrollo. Uniendo ese ejercicio de responsabilidad, ese idioma común, las alianzas se convierten en la herramienta para su consecución”, ha explicado José Ángel Calle Suárez, director de Alianzas para el Desarrollo Sostenible e Innovación de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrrollo (Aecid), durante las jornadas Alianzas para el futuro, claves para un desarrollo global y sostenible, organizadas por elDiario.es en colaboración con Acciona.
Cristina Ruiz, directora de la Fundación de Acciona, ha explicado de manera práctica que significan estas alianzas para una organización como la suya. “Nosotros trabajamos fundamentalmente en llevar acceso a la energía, agua y saneamiento a comunidades en desarrollo, pero también en contextos humanitarios”, ha explicado. “Prestamos un servicio básico, por lo que tenemos que ser capaces de llegar, llegar bien y quedarnos. Así que para nosotros esa coordinación, colaboración, alianzas con autoridades públicas a nivel nacional, local y tradicional es fundamental para ser capaces de identificar dónde están las mayores necesidades. Alianzas y colaboración también con las personas que viven en las comunidades, que van a elegir si quieren o no quieren ser parte del proyecto y que nos van a hacer entender cuáles son sus demandas. Alianzas con organizaciones sin ánimo de lucro, fundaciones, asociaciones que están en el terreno y que tienen un conocimiento específico o o una especialización diferente a la nuestra. También, sin duda, con financiadores”.
Para Jaime Moreno Serna, profesor permanente en la Universidad Politécnica de Madrid y fundador del Centro de Innovación en Tecnología para el Desarrollo Humano (itdUPM), “las alianzas aportan un ingrediente esencial en el ámbito de la generación y transferencia de conocimiento. En primer lugar, nos dan el foco, nos llevan a situar nuestra investigación y nuestra docencia en retos que son significativos para la sociedad en su conjunto, para la industria, para la administración pública, para los ciudadanos, para las organizaciones de la sociedad civil. En segundo lugar, y casi para mí lo más importante, [nos dan] investigación, ciencia, creatividad. La creatividad es esencial y las alianzas estimulan el diálogo entre saberes” en el que cada uno aporta su conocimiento especializado, ha valorado.
La administración como impulsora
Los tres panelistas han coincidido en la necesidad de acelerar en la consecución de los ODS y en que la administración pública debe “promover e impulsar” acciones, en palabras de Calle Suárez, pero “sin el resto de los actores de la sociedad, del mundo de la empresa, el mundo universitario, de la comunicación”, no se avanzaría igual de rápido. “Necesitamos aproximar mucho más las posiciones del mundo empresarial el mundo académico, el mundo de la investigación. Los grupos de investigación son aceleradores de todo esto. Y hay responsabilidad masiva de los grandes medios de comunicación”, ha argumentado.
A partir de ahí, el siguiente paso es identificar qué actores son apropiados para cada alianza, ha explicado Ruiz: “¿Qué necesito? ¿Necesito recursos financieros, recursos de experiencia, recurso de conocimiento? Y, para cada caso, buscar al mejor. A veces se buscan alianzas porque son complementarias desde el punto de vista de que [los actores implicados] hacemos cosas diferentes y a veces hacemos lo mismo, pero de maneras diferentes”. Después viene pensar qué se quiere hacer y cómo, qué aporta cada uno. “También es muy importante tener una gestión compartida y una corresponsabilidad. Cada uno tiene que tener su ámbito de trabajo, sus actuaciones y sus responsabilidades, pero siempre entendiendo que esto no va de que cada cada uno haga su isla de trabajo, sino que hay que colaborar, ser corresponsables en el éxito del trabajo que se está poniendo en marcha”, ha elaborado.
Una alianza redonda en Etiopía
Pero toda esta teoría solo tiene sentido si se materializa en el terreno. Es el caso de la Alianza Shire, un proyecto para llevar energía eléctrica a la población refugiada en Dollo Ado, Etiopía. que los ponentes han presentado como ejemplo de cooperación entre diferentes entidades y en el que están presentes los tres organismos que han participado en la jornada, junto al Alto Comisionado para los Refugiados de Naciones Unidas (Acnur). “Es la primera alianza multiactor de la acción humanitaria española”, ha puesto en valor Moreno Serna. “Hace ya unos cuantos años tuvimos una visión compartida para explorar el potencial de esta colaboración multiactor en el acceso a energía en campos de refugiados, un tema para el cual prácticamente no había soluciones”, ha explicado.
La Alianza Shire ha permitido ofrecer acceso a energía a 13.000 personas refugidas en la frontera entre Etiopía y Somalia, “una de las regiones más duras del planeta”, mediante la instalación de sistemas solares domiciliares de última tecnología. Estos sistemas no solo proveen de energía, un logro ya en sí mismo: les permiten ahorrar en el consumo energético en el hogar, dejar de gastar en velas u otros métodos de iluminación, etc., lo que les generaba un gasto “inasumible”, ha destacado la directora de la Fundación de Acciona. Además, el trabajo realizado y el conocimiento generado permitirá replicar el proyecto en otros lugares.
Una alianza, en definitiva, que aúna todo lo que se espera de este tipo de iniciativas, explotando las fortalezas que cada actor tiene: una visión compartida, creatividad para afrontar un problema, los recursos tecnológicos del sector privado o generar las estructuras organizativas que permitan sacar adelante el proyecto y mantenerlo (“es fundamental”), cooperar también con las comunidades locales y las organizaciones que trabajan en el terreno...
Otra virtud de las alianzas, ha querido destacar Calle Suárez, es juntan en la mesa con un mismo propósito a actores aparentemente contrarios. El director de la Aecid ha contado un caso en el que están trabajando conjuntamente la Xunta de Galicia, la Aecid del Gobierno de España y una empresa como Pescanova para ofrecer formación pesquera en Mozambique “fundamentalmente a jóvenes”, lo que les permite integrarse en el mercado laboral del país.
Problema-solución
Pero los proyectos también encuentran barreras, algunas de ellas internas. Ruiz, de Acciona, ha señalado que las diferentes organizaciones tienen distintas maneras de trabajar, lo que requiere “un proceso de adaptación”, y el profesor Moreno Serna ha incidido en la idea subrayando la dificultad que puede tener solo mantener la alianza en el tiempo, cohesionada y funcional. “Es necesario que haya quien cuide esa alianza, profesionales dedicados con un conocimiento específico, porque hay mucha complejidad”, un rol que, cree, “la universidad, y en particular desde el centro en el que trabajo (el idtUPM) puede cumplir. El director de Alianzas para el Desarrollo Sostenible e Innovación de la Aecid ha coincidido en este punto porque, ha explicado en base a su experiencia –ha sido cooperante muchos años–, ”la frustración en contextos complejos es muy elevada“. En ese sentido, Calle Suárez ha puesto en valor el nuevo estatuto del cooperante aprobado en España.
Preguntado específicamente, Calle Súarez también ha admitido que la burocracia que se autoimpone a veces la administración “interrumpe ese diálogo común, y ha disminuido la velocidad de nuestra capacidad de generación de alianzas”, aunque ha asegurado que los cambios recientes que se han acometido están mejorando ese aspecto.
Pero, problema solución, Ruiz ha destacado que este es precisamente otro de los puntos fuertes de las alianzas, lo que han comprobado de primera mano con Shire. “A este proyecto le ha pasado prácticamente todo que le podía pasar, y que hayamos estado en alianza nos ha hecho resistir. Ha habido situaciones dificilísimas en las que si uno solo igual tiras la toalla. Pero lo bueno de haber estado tantas organizaciones juntas” es que unas se apoyan a las otras para sacar el trabajo adelante, ha cerrado.
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