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La epidemia confina también a las religiones: ritos suspendidos, misas en streaming y pedidos de ERTE

El cura de un pueblo cacereño celebra el corpus desde el tejado de la iglesia

Jesús Bastante

en religiondigital.com —

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“Dios perdona siempre, el hombre perdona algunas veces, pero la Naturaleza no perdona nunca”. La respuesta del Papa Francisco a Jordi Évole en su última entrevista revela cómo la Iglesia católica está viviendo la pandemia del coronavirus como una gran catarsis.

Y es que habrá un antes y un después de la epidemia, también para los creyentes de todo el mundo. Templos cerrados, bodas, bautizos y comuniones aplazados, funerales prohibidos... y todo ello a las puertas de la mayor celebración para los católicos, especialmente en España: la Semana Santa, que este año se queda sin procesiones. Una Iglesia confinada.

El clero, población de riesgo

El coronavirus también ha golpeado duramente a la Iglesia católica. Aunque no hay cifras oficiales, los sacerdotes y religiosas fallecidos en los últimos días a causa del COVID-19 superan el centenar. Y es que el clero y la vida religiosa son poblaciones de riesgo, por su media de edad, y por su constante contacto con la gente, en parroquias, colegios, hospitales u obras sociales.

Tres de los afectados son obispos: el de Palencia, Manuel Herrero, quien fue dado de alta este martes; el obispo de Ávila, José María Gil Tamayo, aún en el hospital; y el de Salamanca, Carlos López, de quien no se ha confirmado oficialmente si ha dado o no positivo al coronavirus. Por el momento, no se ha dado el fallecimiento de ningún obispo.

Cerrar los templos, las misas desde casa

En líneas generales, la Iglesia católica ha respondido obedeciendo las directrices del estado de alarma. De hecho, el presidente de la CEE, Juan José Omella, apuntaba en una entrevista en Religión Digital que las medidas habían sido consensuadas con el Ministerio de Sanidad. En el decreto, el Gobierno no ordenaba el cierre de los templos, pero sí llamaba a la responsabilidad de los responsables eclesiásticos para evitar el culto público.

Casi todos los obispos (y los responsables de las distintas confesiones evangélicas o el Islam) fueron responsables, y la práctica totalidad de los templos están cerrados. Se han incrementado exponencialmente las misas por streaming. Cada mañana, a las siete, se puede ver al Papa en Santa Marta. Siguiendo su ejemplo, los cardenales de Madrid o Barcelona, y curas de todo el mundo, desde su casa, emiten en directo. Tanto La2 como TRECEtv han marcado récords históricos de audiencia, con más de un millón de espectadores siguiendo en directo la misa por televisión.

Sin embargo, no todos los clérigos cumplen a rajatabla el confinamiento. Entre las lamentables excepciones, el obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig, quien durante días se escudó en el decreto ley para mantener abiertos los templos, y para hacer misas presenciales, con personas escogidas. Algo similar sucedió con el obispo de Jerez –curiosamente, uno de los dos médicos del Episcopado–, José Mazuelos, quien llegó a emitir un 'salvoconducto' para que aquellos fieles que quisieran acudir a misa estuvieran protegidos de posibles multas por parte de las autoridades. Tras la polémica, el prelado dio marcha atrás.

“Tenemos que ser responsables todos. No compliquemos el asunto, confiemos en las autoridades sanitarias. No favorezcamos el posible contagio, que, según nos dicen, es muy grande. Si hay una epidemia que se prolonga en el tiempo, sería una irresponsabilidad. Tenemos que ser responsables. Esto no es una lucha contra la fe, ni una persecución a la Iglesia, es la persecución de un virus que puede llevar a la gente a morir”, explica el cardenal Omella, invitando a los obispos díscolos a no poner en riesgo a su feligresía.

Acción social y sacramentos virtuales

Con las iglesias cerradas, algunos curas han aguzado el ingenio. Además de las misas desde su casa, retransmitidas por las redes sociales, algunas congregaciones han abierto canales de oración online, teléfonos de escucha y toda suerte de iniciativas. Las diócesis españolas, por su parte, comenzaron a ceder espacios a las autoridades públicas –especialmente en las pequeñas ciudades– para su uso sanitario. En inmuebles de la Iglesia, se alojan actualmente inmigrantes, refugiados, ancianos, enfermos... incluso efectivos de la UME. Con momentos de palpable emoción: en el seminario de Burgos, por ejemplo, ayer nació Sabrine, hija de una migrante marroquí.

Durante el confinamiento no se puede comulgar directamente ni hay posibilidad de confesarse con un sacerdote (salvo en los casos de los capellanes de hospitales, que siguen trabajando como personal médico y atendiendo la 'cura de almas'). Ante la imposibilidad de recibir directamente la Eucaristía, el propio Papa abrió el debate sobre la 'comunión espiritual' y las confesiones virtuales, y ofreció, de manera excepcional, una bendición 'Urbi et Orbi' desde una vacía plaza de San Pedro, como en los tiempos de las pandemias medievales, sacando la cruz y la hostia en procesión.

Los que se resisten al confinamiento

El Papa no ha sido el único, aunque él lo haya hecho cumpliendo las normativas, solo y con las máximas medidas de seguridad. En España sorprendió el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, quien fue multado con 600 euros por saltarse el confinamiento y ser sorprendido en su coche junto a una mujer, que iba en el asiento del copiloto. El prelado pidió perdón en sus redes sociales, pero advirtió que, en realidad, lo que hacía era llevar a esta persona a una urgencia médica (en concreto, al dentista).

Ha habido curas oficiando misas desde el tejado de la Iglesia, utilizando los megáfonos de la parroquia para invitar al rezo del rosario... e, incluso, curas como el de Sax (Alicante), quien escoltado por la Guardia Civil se paseó por el pueblo junto al sagrario y una reliquia de San Blas para pedir el fin de la pandemia. Con el permiso, incluso, de la alcaldesa del PP.

Sin comuniones ni entierros

El confinamiento también ha afectado a otras prácticas parroquiales. Así, se han suspendido las catequesis, los grupos de oración o las reuniones de Cáritas parroquiales. En un momento especialmente crítico, pues en pocas semanas arrancaban las Primeras Comuniones. Aunque la Conferencia Episcopal no las ha prohibido explícitamente –es responsabilidad de cada diócesis–, lo cierto es que casi todos los Obispados han anunciado el traslado de comuniones, bautizos y confirmaciones a otoño. Las bodas por la Iglesia, que también deben celebrarse de modo presencial, se han pospuesto sine die.

Otro de los vetos está en los funerales y entierros. Las directrices de Sanidad impiden los funerales presenciales, de modo que “la celebración de cultos religiosos o ceremonias civiles fúnebres se pospondrán hasta la finalización del Estado de alarma”, según ha confirmado la Conferencia Episcopal. La norma atañe no sólo a la Iglesia católica, sino al resto de confesiones religiosas, y también a los ritos civiles.

Del mismo modo, el decreto señala que en la comitiva para el enterramiento o despedida para cremación de la persona fallecida se restringe a un máximo de tres familiares o allegados, además, en su caso, del ministro de culto o persona asimilada de la confesión respectiva para la práctica de los ritos funerarios de despedida del difunto.

Una Semana Santa sin procesiones

La próxima semana, todos los pueblos de España iban a llenarse de procesiones, tamborradas, cristos y vírgenes... Sin embargo, el impacto de la pandemia ha hecho que se suspendan todas las procesiones y actos públicos de la Semana Santa española. No habrá 'Madrugá' en Sevilla, ni procesión del Cristo de los Legionarios en Málaga, ni el Cristo de Medinaceli saldrá por las calles de Madrid. No habrá tambores en Hellín (aunque se ha convocado una tamborrada virtual, cada uno en su balcón, este viernes), ni pasiones vivientes, ni 'picaos' en San Vicente de Sonsierra, por poner unos ejemplos. ¿Podrán los cofrades aguantar sin sacar su paso en procesión, ni reunirse en sus días grandes? Veremos.

¿Un ERTE para clérigos musulmanes y evangélicos?

La pandemia también ha afectado a otras religiones presentes en España. Así la Comisión Islámica Española decretó a mediados de marzo el cierre de todas las mezquitas, que se ha cumplido escrupulosamente, excepto pequeñas excepciones en las que tuvo que intervenir la autoridad. Los viernes, los rezos a la Meca, desde casa.

Del mismo modo, la práctica totalidad de los ministros evangélicos han cerrado sus templos. Al comienzo del confinamiento, la Policía tuvo que intervenir en tres templos de Madrid, Málaga y Sevilla al comprobar que se estaban celebrando cultos con decenas de personas, sin cumplir las normativas de seguridad.

La Federación de Entidades Religiosas Evangélicas (FEREDE) hizo un llamamiento a la responsabilidad, y en casos extremos, ha llegado a retirar la credencial del pastor del templo malacitano.

Desde FEREDE, además, se ha pedido a la Administración que estudie si algunas de las medidas aprobadas podrían ser aplicadas, de manera extraordinaria, también a las iglesias evangélicas, afectadas en su actividad. Especialmente en el caso de los pastores, que a diferencia de lo que sucede con el clero católico, no cuentan con un sueldo, y viven de las colectas de sus feligreses. ¿Podría un pastor, o un imán, acogerse a un ERTE? Por el momento, la Administración no ha respondido.

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