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Éxitos y fracasos del plan de vacunación en un primer mes de acelerón e irregularidades

Primer mes de vacunación

Mónica Zas Marcos

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Casi un mes después de que diera comienzo la campaña de vacunación contra la COVID-19 en España, ya empiezan a vislumbrarse sus logros y sus flaquezas. A pesar de que empezó a un ritmo lento y se vio afectada por las inclemencias meteorológicas de Filomena, se han inyectado desde el 27 de diciembre un millón y medio de dosis, según el registro del Ministerio de Sanidad. No sin esfuerzo, puesto que la nevada del siglo que ocurrió entre el 8 y 9 de enero no ha sido el único escollo que se ha interpuesto en la Estrategia de vacunación.

El retraso en la llegada de las dosis, los problemas con las jeringas o las dificultades técnicas para extraer los viales se han ido manifestando poco a poco. También el desvío irregular de vacunas a cargos políticos, directores de hospital y sanitarios jubilados que no estaban priorizados en el protocolo y que más tarde han generado fricciones entre las comunidades autónomas por haber agotado sus remesas antes de tiempo. Y todo esto sin haber acabado aún la primera y más sencilla fase del plan, que debería culminar en marzo con 2,3 millones de personas inmunizadas.

Lo difícil, según los expertos, vendrá a partir de ese momento con la pretensión de vacunar al 70% de la población antes de verano. La segunda etapa aún tiene flecos sueltos, pero se sabe que empezará por los mayores de 80 años y que requerirá un “esfuerzo extra” por parte de la administración para mantener el ritmo sin ser “tan caótica”. Con todo y con eso, el balance de este mes ha dejado también buenas noticias que permiten atisbar “el principio del fin”, aunque por ahora los indicadores epidémicos lo pongan difícil.

Las fortalezas: buen ritmo e inmunización de los vulnerables

España ha logrado sobreponerse a la lentitud inicial y adelantarse, como desveló este jueves el secretario general de Salud Digital, a la mayoría de países de dentro y fuera de la Unión Europea. No existe un ranking a nivel global, pero se han inyectado 53,9 millones de dosis en el mundo, de las cuales 1.103.301 han sido en España. Con esos datos, nuestro país se sitúa en 2,33 personas vacunadas por cada 100. “Por lo tanto, la estrategia de vacunación frente a la COVID-19, acordada y consensuada con las CC.AA, funciona”, ha declarado Alfredo González. Algunas han logrado adelantar el ritmo de vacunación del 13% hasta el 94,6%, como Cantabria, que empezó entre las últimas, o Madrid, que ha alcanzado el 80%.

La primera fase del plan de inmunización del Gobierno engloba a las residencias de mayores, a sanitarios en primera línea contra el coronavirus y a grandes dependientes no institucionalizados. El secretario de Salud Digital ha asegurado que “algunas comunidades empiezan a notar un descenso del número de contagios en sus residencias y a ver más residentes que desarrollan inmunidad”. Priorizar a estos grupos tenía un motivo práctico, debido a que es población acotada y controlada en centros, y otro moral para resarcir a los sectores más azotados de la pandemia.

No obstante, las expectativas se han rebajado un poco después de que la farmacéutica Pfizer redujese de manera abrupta en un 56% el reparto previsto y las comunidades tuviesen que reajustar sus planes. Con ello, González ha dicho que se llegará a finales de marzo al 80% de las personas que incluye esta primera fase, a la que acaban de sumar a Atención Primaria y a dentistas.

La disminución de las dosis ha sido especialmente notoria ahora que España solo cuenta con dos proveedores: Pfizer/BioNTech (alemán y estadounidense) y Moderna (estadounidense). El primero con una remesa total de 4,5 millones de vacunas y el segundo con 500.000. Pero esto puede cambiar en las próximas semanas si la Agencia Europea del Medicamento da luz verde a la de Oxford/AstraZeneca (británica) y a la de Janssen (belga), con las que nuestro país también tiene acuerdos. Confiar los contratos a ocho farmacéuticas distintas es “una garantía, una seguridad y un éxito a nivel europeo”, según el Secretario General de Salud Digital. Además, los fármacos españoles del CSIC avanzan un poco más lentos pero seguros y prevén que estén listos a finales de 2021 para apoyar en lo que reste a la vacunación.

Por otro lado, la vacuna de Janssen y la de Oxford presentan serias ventajas logísticas frente a la de Pfizer. Tanto la belga como la británica se conservan a -2º y -8º durante tres meses, por lo que no necesitan ultracongeladores que mantengan la temperatura a -70º como hasta ahora. Además, la de Janssen es monodosis, por lo que se alcanzaría la inmunidad en la mitad de tiempo sin necesidad de inyectarla dos veces en un lapso de 21 días. Todo ello facilitará la labor de los sanitarios encargados de administrarla. Esa, según SATSE, el sindicato de enfermeras nacional, es otra de las grandes fortalezas del plan de vacunación: sus profesionales.

“El gran éxito es la disposición de las enfermeras y enfermeros para entender la vacunación y vencer el agotamiento para ofrecerse fuera de su turno o cuando ya están jubilados”, explica María José García, secretaria general de SATSE. La vacuna de Oxford “cuenta con un proceso más enrevesado, pero no es complicado para las enfermeras, que están de sobra preparadas para entender los prospectos”. Lo que sí pide es “más información que formación” sobre las especificidades del producto y de su aplicación, en lugar de indicaciones cambiantes y falta de previsión.

Las debilidades: falta de planificación y personal, y 'desvíos' de vacunas

La última polémica relacionada con el plan de vacunación ha sido con la cantidad de dosis que a partir de ahora saldrán de los frascos de Pfizer. Desde el lunes que viene serán seis en lugar de cinco, pero para sacar la última se necesitan unas jeringuillas especiales que no todas las regiones han conseguido a tiempo: Andalucía ha admitido que ha perdido suero por tener 25 millones de agujas inadecuadas; Madrid ha comprado ahora 280.000 unidades de las correctas porque hasta ahora no tenía suficientes, como avanzó la Cadena SER.

Según el secretario general de Salud Digital, en el 90% de los casos se está usando la dosis extra, y en aquellas comunidades que todavía no, “nos consta que están trabajando muy seriamente en poder extraerla”. Sin embargo, no se pueden mezclar dosis de dos viales distintos, como ha informado la Asociación Nacional de Vacunología. La Agencia Europea del Medicamento (AEMPS) advirtió a las comunidades, primero en junio y luego el 8 de enero, de la necesidad de hacer acopio de las agujas adecuadas para sacar la sexta dosis, las llamadas “de bajo volumen muerto” porque no retienen aire y no dejan líquido sobrante.

Esta falta de planificación redunda de nuevo en los profesionales. José Antonio Forcada, secretario de la Asociación Nacional de Vacunología y presidente de la Asociación Enfermería y Vacunas, ambas implicadas en el plan estatal de vacunación, cree que “el problema viene cuando se planifica y se compra el material y no se consulta a las personas que saben y llevan años de experiencia. Algunas comunidades lo hicieron con asesoría de jefaturas de servicio de enfermería, otras no”.

La consecuencia es una saturación de las funciones de los sanitarios que prevén que se agrave en la siguiente fase de vacunación masiva. “Ya antes de la pandemia faltaban 15.000 enfermeras, sumando la vacunación en domicilios o desplazándonos, es imprescindible que refuercen los equipos para poder llevarla a cabo”, piensa María José García, de SATSE. “Lo que no se puede pretender es duplicar las capacidades con los recursos existentes”, concluye.

Pero nada de eso ha despertado tanta indignación como las vacunaciones irregulares, es decir, de aquellos que se han saltado el orden establecido en el plan para inyectarse la dosis entre los primeros. Se cuentan alcaldes, consejeros de Sanidad con sus familiares y miembros de su equipo, directores de hospitales, sanitarios jubilados y hasta el ya dimitido jefe del Estado Mayor de Defensa (Jemad). El Ministerio de Sanidad ha insistido tras conocerse estos casos en que “hay que seguir la estrategia acordada y consensuada con las comunidades autónomas y que fija los grupos prioritarios en esta primera etapa”.

El sindicato de enfermeras opina que es “una falta de consideración y de responsabilidad social”, pero también asegura que es algo evitable con una mejor organización desde las administraciones locales. “No se puede tener una lista de pacientes y dosis cerrada; hay que programar a más para que no pase esto y una enfermera, antes de tirar la dosis, se vea en el apuro de decidir ella a quién se la pone”, se lamenta García, que pide “no caer en individualismos” porque “es una lucha global que hay que acometer entre todos, nosotros en el frente y la sociedad echándonos una mano en lo que pueda”. Y “quien se cuele, que en su conciencia quede”.

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