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Los arqueólogos descubren en Madrid 150 fosas comunes más de las que se tenían registradas

Primera exhumación con garantías técnicas realizada en la Comunidad de Madrid, en el cementerio de Arganda, efectuada por la ARMH en 2014

Elena Cabrera

1 de abril de 2021 21:35 h

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Las fosas comunes que guardan restos humanos de fallecidos durante la Guerra Civil y la represión franquista en Madrid están poco estudiadas. El mapa oficial pubicado por el Gobierno muestra 54 (exhumadas o aún sin intervenir) y algunas ni siquiera están bien georreferenciadas. Arqueoantro, la sociedad de arqueología y antropología que ha obtenido una subvención del Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática para ampliar el estudio, sin haber terminado la investigación, ha encontrado ya 150.

La mayoría de estos nuevos 150 puntos en el mapa de la Comunidad de Madrid se han hallado mediante un rastreo en los archivos de la Causa General, la judicialización que hizo la dictadura de lo que consideró hechos delictivos en el territorio en guerra controlado por la República. Se trata, por tanto, de fosas de la retaguardia de la zona republicana, donde fueron enterrados los asesinados por el bando franquista. Casi todas las fosas franquistas ya han sido exhumadas en un trabajo que, mejor o peor, ya hizo el régimen.

A Jesús Martín, arqueólogo de Arqueoantro, le ha llamado la atención cómo fosas bien conocidas ni siquiera están adecuadamente situadas en el mapa, como es el caso de las siete fosas de Paracuellos del Jarama –una de ellas contenía los restos exhumados de la fosa de Soto de Aldovea, en el término de Torrejón de Ardoz–, que aparecen localizadas en el centro del pueblo. “Esto da idea de cómo está hecho el mapa de fosas”, señala Martín. Es más, desde la primera exhumación con garantías técnicas en la Comunidad de Madrid, en el año 2014 en Arganda del Rey, apenas se han realizado intervenciones. Del mapa publicado actualmente todas, salvo cuatro, aparecen como intervenidas, siendo una de ellas Paracuellos y otra el Valle de los Caídos. El 83% de esas fosas que le constan al Gobierno están vaciadas por haber sido trasladadas, precisamente, a Cuelgamuros durante la dictadura.

Al respecto de las fosas de la retaguardia de la zona franquista, este investigador piensa que “hay muy pocas identificadas”. Han incorporado los osarios dentro de la necrópolis de La Almudena donde se enterró a los 2.936 fusilados en la tapia del cementerio, el grueso de la represión sistematizada en Madrid. El destino de esos restos, que se creían incinerados, ha sido puesto en cuestión por la aparición de huesos en uno de los dos osarios sin exhumar dentro de La Almudena.

Lo que está mucho menos identificado, y es en lo que los investigadores quieren centrar ahora su trabajo, es la posible existencia de fosas resultantes de enterramientos de la represión en caliente en la retaguardia de las tropas de Franco a medida que este ejército entraba a Madrid en marzo de 1939, en especial por los pueblos que acompañan la entrada a la ciudad por la carretera de Extremadura. En esta zona también hay constancia de soldados enterrados en el campo, sin señalizar, que hubieran fallecido en el frente.

Para este trabajo, aún sin hacer, toman como punto de partida las investigaciones de Ernesto Viñas, de la asociación Brunete en la Memoria y gran conocedor de esta zona. Es un terreno cribado en gran medida no por las aportaciones académicas sino por la ciudadanas. De hecho, Arqueoantro pide la colaboración de cualquier persona que conozca la existencia de fosas no señaladas, que puede ponerse en contacto con esta asociación en el correo mapadefosasmadrid @ gmail.com y en su página de Facebook.

Otras dos grandes fosas que no constan en el mapa original y que está investigando Arqueoantro están situadas, una en Alcalá de Henares y otra en Colmenar Viejo, donde se estima que podría haber más de cien personas enterradas. Martín no puede hacer todavía una estimación de cuántas personas no identificadas pueden seguir enterradas en estas 200 fosas, que se anticipa que se convertirán en muchas más. “Las fosas comunes franquistas sí que fueron tratadas y exhumadas durante el franquismo, pero es algo que se hizo de manera bastante chapucera”, advierte. Esta apreciación se desprende de la falta de identificación de muchos de esos cuerpos cuando había pasado muy poco tiempo desde el enterramiento, como en los 414 cadáveres que fueron exhumados del Soto de Aldovea en 1939, de los que solo pudieron identificar a 20.

Entre líneas, estas “chapuzas” se pueden leer en los informes de la Escuela de Medicina Legal de la Universidad de Madrid adjuntados a la Causa General, como el que emite el forense al respecto de una exhumación de unos restos cadávericos del Cementerio de Aravaca para su reinhumación en el Cementerio del Este –el actual Cementerio de La Almudena–: unos trabajos que no se habían realizado “de manera completa” y en cajas donde debía haber dos o tres cadáveres, se han encontrado cinco “entremezclados”. En las conclusiones, el técnico añade: “Si los peritos no asisten desde los primeros momentos al proceso de identificación, están expuestos a colocarse en la ruta del fracaso”.

“El franquismo se encargó de hacer su propia reparación grupal pero no individual, cuando pudieron haberlo hecho porque tenían los datos para hacerlo”, añade Jesús Martín.

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