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La polución en las ciudades cae un 38% desde marzo por la reducción del tráfico derivada de las medidas anti-COVID

Vista de una nube de contaminación sobre la ciudad de Barcelona. EFE/Alejandro Garcia/Archivo

Raúl Rejón

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Las restricciones de movilidad para intentar contener la pandemia de COVID-19 en España han provocado una caída del tráfico que, a su vez, ha derivado en el desplome de la contaminación del aire a los niveles más bajos de la década. La polución por dióxido de nitrógeno (NO2) ha disminuído un 38% entre marzo y octubre, según el análisis de datos oficiales realizado por Ecologistas en Acción.

La organización ha revisado las mediciones de 129 estaciones distribuidas por 26 ciudades, todas con más de 150.000 habitantes y que suman 13,6 millones de personas. Los datos acumulados entre marzo y octubre dejan una conclusión: rebajar el volumen de automóviles que circulan por las ciudades mejora la calidad del aire que respiran sus ciudadanos. Solo en las semanas del primer estado de alarma (del 14 de marzo al 21 de junio) los niveles de contaminación por NO2 -expulsado principalmente por los tubos de escape- cayeron un 52% respecto al promedio de los últimos diez años en esas mismas fechas. Si se alarga la serie al 31 de octubre, la reducción queda en el 38%. “Repunta en el otoño”, avisan los ecologistas que han comprobado cómo, con el retorno de la actividad a partir de septiembre, las concentraciones de este gas también repuntan.

“Si bien los cambios más bruscos se limitaron al periodo entre marzo y junio no ha dejado de haber limitaciones de movilidad en algún lugar del Estado prácticamente en ningún momento”, explican. La reducción del tráfico urbano ha sido consecuencia directa. “Desciende radicalmente al entrar en vigor el primer estado de alarma”, analiza el trabajo. El desplome del tráfico durante el confinamiento domiciliario de marzo y abril se notó de manera casi inmediata en los índices de contaminación que ya cayeron a la mitad al terminar la primera quincena de estado de alarma.

Pero, al irse levantando las restricciones con las fases de desescalada y la denominada nueva normalidad, fue volviendo el tráfico a las ciudades. Lo notaron especialmente en Donostia, Valencia o Cádiz, donde los datos de tráfico estivales en 2020 “son muy parecidos a los del año anterior”, según un índice de atascos diarios recogidos en Web traffic congestion index. Madrid es la ciudad con más diferencia en el volumen de coches entre 2020 y 2019.

“Es una mejora sin precedentes. Con niveles por debajo de los umbrales legales y de los recomendados por la Organización Mundial de la Salud [más estrictos]”, resumen. En Vigo, Palma, Alicante, Valencia, Santander o A Coruña, la caída media es casi del 50%. En Cádiz y Málaga se quedaron en el 23%. Madrid y Barcelona, ambas foco de una demanda de la Comisión Europea contra España ante el Tribunal Europeo de Justicia por exceso de contaminación, se ha registrado un 42% menos de dióxido de nitrógeno que la media 2010-2019. Zaragoza ha mejorado un 30% y Sevilla un 36%, según las fichas de situación de cada urbe.

La situación ahora constatada en España por la organización ambientalista ha ido evidenciándose a lo largo de todo el año. En 2020 se han acumulado evidencias sobre la incidencia directa que el tráfico urbano a base de automóviles de combustible fósil tiene sobre la mala calidad ambiental y sus repercusiones en la salud de las personas. Además, el NO2 es un gas necesario (un precursor) para que, al recibir la radiación solar en otras zonas, se produzca el ozono troposférico. Este potente oxidante con efectos nocivos comprobados en la salud también ha caído en 2020. A menos dióxido de nitrógeno, menos ozono en verano.

Así, en mayo pasado, las emisiones de gases de efecto invernadero que calientan el planeta en España habían caído un 32% respecto a 2019. ¿La principal fuente de la reducción? El transporte, según explicó un equipo de investigadores de la Universidad de East Anglia (Reino Unido). Los científicos afirmaban que los cambios drásticos provocados por la pandemia no eran deseables, pero, al mismo tiempo, admitían que demostraban que podían realizarse “cambio duraderos, especialmente en la movilidad”.

Con estos datos, Ecologistas en Acción incide en que “la reducción estructural del tráfico motorizado y los cambios en las pautas de movilidad son la mejor herramienta para rebajar la contaminación”. 

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