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No parece más grave ni está claro que sea más transmisible, pero 'kraken' resucita el alarmismo de las variantes COVID

Personal sanitario realiza pruebas PCR.

Esther Samper

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La subvariante XBB.1.5 del SARS-CoV-2, más conocida de forma extraoficial como Kraken, se está expandiendo por el mundo y ya se han identificado infecciones por ella en más de una treintena de países. Esta subvariante de ómicron (resultado de la recombinación de dos variantes BA.2 de ómicron) se originó en Estados Unidos. Es allí y en Europa donde se están detectando más nuevas infecciones. Por ahora, en España se han identificado “algunos casos”, según la Ministra de Sanidad, Carolina Darias.

María Van Kerkhove, directora técnica de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la COVID-19, informó el pasado 4 de enero de que “es la subvariante más transmisible que se ha detectado hasta ahora”. Esta es la principal razón por la que se la considera de “preocupación”, ya que podría “contribuir al aumento de la incidencia de casos”.

Los hallazgos que sugieren que la subvariante Kraken se transmite con más facilidad son, por un lado, su mayor capacidad para unirse a las células humanas por las mutaciones que incorpora y, por otro, que también tiene una mayor capacidad de evadir parcialmente al sistema inmunitario, por lo que es más probable que cause reinfecciones. Además, también se ha observado replicación de los virus XBB.1.5 en el trato respiratorio superior, lo que favorece su transmisión.

La OMS publicó un informe actualizado el 11 de enero sobre lo que se conoce acerca de la subvariante Kraken. Por ahora, no hay ningún dato que indique que XBB.1.5 pueda provocar una enfermedad más grave, ya que no posee ninguna mutación conocida que se asocie con un cambio en la gravedad de la COVID-19. En cualquier caso, se está investigando este hecho a nivel clínico.

Es totalmente normal que cuando un virus circula por el mundo produzca variantes, pero por ahora no hay ningún dato que indique que kraken pueda provocar una enfermedad más grave ni existe certeza de cuánto contribuye a la expansión de la COVID

Existe una certeza moderada de que la citada subvariante es la más resistente a los anticuerpos (junto al resto de variantes XBB) hasta la fecha a partir de estudios en el laboratorio con sueros sanguíneo. Sin embargo, se desconoce si esto implica realmente una disminución de la eficacia de las vacunas para prevenir enfermedades graves y muertes por la COVID-19 (la inmunidad por anticuerpos es solo una parte de la protección que aportan las vacunas). Por ahora, no hay datos fiables al respecto, aunque los indicios sugieren que no provoca casos más graves que la variante más frecuente de ómicron.

En todo caso, la OMS reconoce que cuenta todavía con pocos datos para saber en qué medida contribuye XBB.1.5 al aumento de casos en el mundo, ya que las estimaciones sobre su ventaja para expandirse provienen de solo un país, Estados Unidos. La institución aconseja priorizar la investigación para conocer mejor su capacidad de escape a los anticuerpos, su ventaja para expandirse y la gravedad de la enfermedad que causa dicha subvariante.

¿Hay razones para estar preocupados?

El principal peligro de XBB.1.5 es que contribuya a un aumento de los contagios a lo largo del mundo y esto tensione los sistemas sanitarios. Sin embargo, los altos porcentajes de vacunación y de inmunidad natural en muchos lugares parece que están mitigando de forma notable el impacto de esta subvariante. Aun así, las instituciones sanitarias recomiendan reforzar la vacunación, especialmente en los colectivos de riesgo como las personas mayores, para aumentar todavía más la protección frente al virus.

Aunque XBB.1.5 merezca un seguimiento epidemiológico por parte de los expertos por sus características genéticas, desde un punto de vista informativo no es algo realmente noticioso. No parece ser más virulenta que las demás (si acaso, los datos apuntan a lo contrario). Por otro lado, es totalmente normal y esperable que cuando un virus circula por el mundo, vayan surgiendo nuevas variantes que vayan sustituyendo a otras si cuentan con una serie de ventajas (sobre todo genéticas, pero también depende de los comportamientos de las poblaciones humanas que favorezcan su expansión). Esto es algo que sucede constantemente con virus como los de la gripe: la mayoría de las nuevas variantes pasan sin pena ni gloria porque no provocan enfermedades más graves, lo que no quita que los científicos las vigilen con cuidado de forma constante.

En cambio, la COVID-19 sigue recibiendo una importante atención mediática. El uso de nombres rimbombantes como Perro del infierno (Variante BQ.1.1), Pesadilla (Variante BQ.1) o Kraken es una estrategia poderosa y alarmista para mantener el interés de la audiencia con cada nueva variante. Sin embargo, desde un punto de vista microbiológico, no merecen tal protagonismo por no haberse detectado en ningún momento que suponga un peligro mayor para el ser humano que el resto de variantes.

Esta estrategia moderna de poner apelativos intimidantes a las citadas variantes no dista mucho de exclamar: “¡Que viene el lobo!” con cada mínimo cambio genético del SARS-CoV-2. Nunca se puede asegurar que no llegará una nueva variante que suponga una amenaza para la humanidad, pero al alarmar con cada nueva variante o subvariante se corre el riesgo de que las poblaciones terminen por no reaccionar si se diera el fatídico caso de que el “lobo” de verdad termine llegando.

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