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Dos nuevos estudios sugieren que la variante británica de la COVID es más contagiosa pero no es más grave ni más letal

Un enfermero realiza una PCR.

Marta Borraz

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Dos nuevos estudios publicados en The Lancet difieren de los indicios acumulados en torno a la gravedad de la COVID-19 provocada por la variante británica. Según ha informado la revista británica, los trabajos constatan que la VOC B.1.1.7, predominante en muchos lugares, es más transmisible, pero no está asociada al desarrollo de una enfermedad más grave o más letal. Los autores reconocen que estos hallazgos contradicen algunos otros anteriores y piden más investigación y monitorización continua de las mutaciones del SARS-CoV-2.

La primera de las investigaciones, publicada en The Lancet Infectious Diseases, ha secuenciado el genoma completo del virus en 341 pacientes ingresados en dos hospitales de Reino Unido entre el 9 de noviembre y el 20 de diciembre de 2020. Y ha comparado la evolución de la enfermedad entre los afectados por la variante británica y los que no (un 58% y un 42% respectivamente): el 36% de los primeros y el 38% de los segundos se enfermaron gravemente, lo que les llevó a descartar una “asociación” entre la B.1.1.7 y “el aumento de la gravedad de la enfermedad”. Tampoco tuvieron más probabilidades de fallecer. Según la revisión de los datos, murieron un 16% de los afectados por la B.1.1.7 dentro de los 28 días siguientes a la detección, y un 17% de los asociados a otra cepa.

Lo que sí encontraron los investigadores es que a más pacientes del primer grupo se les tuvo que administrar oxígeno mediante mascarilla o cánula nasal, pero apuntan a que “no es una medida clara de la gravedad de la enfermedad” porque pueden haberlo recibido “por razones no relacionadas con la COVID-19 o como consecuencia de afecciones subyacentes”. Para acercarse al potencial transmisor de la B.1.1.7, los autores revisaron los datos generados por las PCR para conocer la cantidad de virus en nariz o garganta de cada persona. Y ello indicó que las les muestras de la variante británica “tendían a contener mayores cantidades de virus”, algo “consistente” con la evidencia de que las personas afectadas por este linaje contagian más que las de la primera detectada en Wuhan, dicen los autores.

Como es habitual, los investigadores reconocen algunas limitaciones del estudio, pero destacan como “fortaleza” que se realizó al mismo tiempo que la variante estaba surgiendo y extendiéndose por Reino Unido, es decir, antes de la saturación del sistema sanitario: “El análisis antes del pico de ingresos hospitalarios y las tensiones del servicio de salud nos brindó una ventana de tiempo crucial para obtener conocimientos vitales sobre cómo difiere en gravedad o muerte en pacientes”, subraya Eleni Nastouli, investigadora del University College London Hospitals NHS Foundation Trust y coautora del estudio. La doctora incide en que “es el primer estudio en Reino Unido” que utiliza datos de secuenciación del genoma completo.

Aumento de la tasa R

Conclusiones similares aporta un segundo, publicado en The Lancet Public Health, que ha examinado los datos de 36.920 usuarios de la aplicación COVID Symptom Study de Reino Unido que dieron positivo por COVID-19 entre el 28 de septiembre y el 27 de diciembre de 2020. Y los ha combinado con los resultados de la vigilancia genómica del virus en el país. Por cada región (Escocia, Gales y las siete del sistema de salud de Inglaterra) y síntoma autoinformado por los usuarios a través de la app, los investigadores analizaron la asociación entre la proporción de la variante británica en cada lugar y la de personas que declararon el síntoma durante el periodo de estudio.

El análisis, subrayan los investigadores, “no reveló asociaciones estadísticamente significativas” de que la B.1.1.7 altere el tipo de síntomas o el número total de ellos. Tampoco la proporción de personas que experimentaron COVID-19 prolongado, que definen como “síntomas que persisten más allá de 28 días sin una interrupción de más de una semana”. El estudio no encontró evidencia de que la variante afectara a la reinfección, excepto en Escocia, pero los investigadores señalan que había menos datos disponibles y las reinfecciones “se correlacionaron más con el aumento regional general de casos” que con una subida de la B.1.1.7.

Sí encontraron que la variante británica incrementó el llamado número reproductivo básico o número R, que mide el promedio de personas que se infectan a través de un caso, “en 1,35 veces en comparación con la cepa original”. Una estimación que es pareja a la de otros estudios que investigan la transmisibilidad de la variante. Pero, además, el trabajo concluye que a pesar de la subida, la tasa R estuvo por debajo de 1 –se entiende que la epidemia está decreciendo– “durante los cierres locales y nacionales”, lo que “indica una disminución de la transmisión” incluso en aquellas regiones con más preponderancia de la variante británica.

Claire Steves, consultora honoraria del King's College de Londres y codirectora del estudio, apunta a que las conclusiones “confirman el aumento de la transmisibilidad pero también muestran que la B.1.1.7 respondió claramente a las restricciones y no parece escapar a la inmunidad obtenida por la exposición al virus original”. “Es probable” que las vacunas y las medidas de salud pública actuales “sigan siendo eficaces contra ella”, añade Mark Graham, doctor también del King's College London.

Investigadores que no participaron en el estudio destacan “el consenso” de que la variante es más fácilmente transmisible, pero también las conclusiones diferentes que, por el contrario, arroja el trabajo respecto a la evolución de la enfermedad. A lo mismo apunta un grupo de científicos del Centro Nacional de Enfermedades Infecciosas de Singapur sobre el primero de los estudios y que no participaron en su elaboración. Los investigadores destacan “ventajas importantes” de este último sobre otros que asociaron la variante británica a mayor gravedad y muerte, pero el hallazgo, subrayan, “requiere una mayor confirmación en estudios más amplios”.

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