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“Un país basado en la sociedad del conocimiento no es prioritario”

Sergi Aranda y Ariadna Laguna, ante el Instituto Karolinska, en Estocolmo (Suecia).

Carmen Moraga

La inversión en investigación se ha reducido un 40% en los últimos 4 años en España, según denuncia la comunidad científica. El Presupuesto General del Estado para 2013 en I+D+i es el mismo que hace ocho años y se aleja cada vez más del 2% del PIB que destina de media el resto de la Unión Europea. La cifra de paro juvenil es, además, desalentadora. Pero los jóvenes no se van al extranjero en busca de aventuras, como opina la secretaria de Estado de Inmigración, Marina Corral, sino porque no ven otra salida para poder trabajar y vivir dignamente.

Sergi Aranda Aragón es doctor en Bioquímica por la Universidad de Barcelona, y Ariadna Laguna Tuset, doctora en Biología por la Universidad Pompeu Fabra. Forman pareja y tienen una hija de corta edad. Sergi tiene 35 años y Ariadna 32. A los dos les hubiera gustado trabajar en España, volcar todos sus conocimientos en la investigación. Pero a mediados de 2008, cuando la crisis estaba a punto de estallar con crudeza en nuestro país, empezaron a plantearse marcharse al extranjero con la idea de ampliar su formación y compartir la experiencia de vivir fuera durante una temporada. “Decidimos buscar trabajo en Europa y no cruzar el charco por creer en la calidad de la ciencia europea y por la proximidad a Barcelona, nuestra ciudad de origen”, en donde tiene casa y a sus respectivas familias, explican a eldiario.es. El hecho de dominar el inglés les abría la puerta para poder desenvolverse bien en cualquier capital o ciudad europea “culturalmente atractiva”, como lo es Suecia.

Por entonces Sergi trabajaba en el Centre de Regulaciò Genómica (CRG) de Barcelona, primero realizando su tesis doctoral, y después trabajando como investigador. Sus estudios se centraron en el gen DYRK1A situado en el cromosoma humano número 21 e implicado en el Síndrome de Down, estudiando cómo la proteína codificada por ese gen interviene en la comunicación entre células. Ariadna también se doctoró en el CRG. En su caso, su tesis doctoral se encaminó a estudiar cómo el gen DYRKIA regula la formación del sistema nervioso central, en particular, cómo controla el proceso de muerte celular programada o apoptosis en el desarrollo de la retina, y cómo su aumento de dosis contribuye a los defectos visuales en los individuos con Síndrome de Down.

“Buscábamos centros de investigación multidisciplinares donde pudiéramos realizar una investigación de calidad. Suecia, Estocolmo y el Instituto Kalorinska cumplían todos nuestros requisitos, así que empezamos nuestra búsqueda alli”, relatan. Sergi y Ariadna contactaron con los grupos de investigación que les interesaban, concertaron diversas entrevistas hasta que finalmente lograron sendos puestos de trabajo como investigadores postdoctorales en el prestigioso instituto médico, en donde siguen trabajando en la actualidad compartiendo su experiencia con otros jóvenes españoles. “Los científicos españoles están muy bien considerados en el extranjero por su formación y su capacidad de trabajo”, afirman.

Actualmente, Sergi está investigando “los mecanismos moleculares que están implicados en la transmisión de la información genética, contenida en forma de secuencia de ADN, y epigenética, que no forma parte de la secuencia de ADN pero que es heredable de una célula a su descendencia y necesaria para la expresión selectiva de los genes. Conocer como se produce esta transmisión de información nos ayudaría a poner una pieza en el puzzle de procesos como el desarrollo embrionario o la formación de tumores”. Por su parte, Ariadna está estudiando “los mecanismos celulares que contribuyen a la muerte de neuronas dopaminérgicas en la enfermedad del Parkinson. Entender el porqué y la dinámica de la muerte neuronal nos ayuda a mejorar las técnicas de diagnóstico y tratamiento de esta enfermedad neurodegenerativa”.

En el departamento donde él trabaja hay otros ocho grupos de investigación. En total, unas 85 personas de diversas nacionalidades, australianos, chinos, japoneses, italianos, portugueses, rusos, suecos. Ocho de ellos son españoles. En el departamento de Ariadna hay también tres chicas españolas “pero en todo el Instituto hay varias decenas de españoles”, matiza.

La pareja confiesa que aunque les costó un poco adaptarse a la vida sueca, mucho más tranquila que la que suelen llevar en Barcelona, en Estocolmo les resultó fácil construir un nuevo círculo social gracias, precisamente, a esa gran cantidad de españoles que trabajaban en el Karolinska. “Los primeros meses nos dedicamos a descubrir las ofertas culturales, deportivas y gastronómicas que nos ofrecía el país, que son muchas”, pese a que el clima condiciona bastante. “Durante el invierno el frío, la nieve y la oscuridad hacen que vivas mucho tiempo recogido en casa. Pero durante el verano las temperaturas son agradables y los días largos y con mucha claridad, por lo que la ciudad se llena de gente haciendo picnic en los parques y deporte al aire libre”, cuenta Ariadna que de los dos es la que asegura que se defiende mejor en el idioma nativo, que es complicado de entender. “En el trabajo nos desenvolvemos siempre en inglés”, aclaran.

Hace dos años, el nacimiento de su hija Kiruna no solo dio un vuelco a sus vidas, sino que les dio la oportunidad de comprobar lo bien preparada que está la sociedad sueca para la vida familiar. La pareja compartió la baja laboral y se benefició de las políticas de conciliación que promueve el Gobierno. Ariadna asegura que allí no hay discriminación entre el hombre y la mujer, aunque reconoce que el país “aún arrastra viejas políticas sociales” que se notan en el hecho de que la mayoría de los cargos de responsabilidad del Instituto estén ocupados por hombres.

A nivel económico desvelan que no es todo lo 'ideal' que algunos imaginan. Los investigadores postdoctorales no suelen tener un gran sueldo los dos primeros años aunque para España si lo sea. Las becas suponen cobrar al mes entre 1.700 y 2.200 € pero no tienen ningún tipo de cotización a la Seguridad Social por lo hay que descontar esos gastos. Pasado ese tiempo, quienes continúan trabajando en un centro de investigación pasan a tener un contrato laboral con plenos derechos sociales y un sueldo mayor que oscila entre los 2.900 y los 3.200 € brutos, cantidad que sufre una retención del 30% en impuestos. En cuanto al alojamiento, Suecia cuenta con una buena red tanto para estudiantes de doctorado y master como para investigadores postdoctorales que suelen estar cerca de los lugares de trabajo y no son excesivamente caros.

Ariadna y Sergi lamentan que en España en estos momentos la investigación, “que es fundamentalmente vocacional”, se esté viendo afectada por una serie de recortes “que no afectan solamente al presupuesto actual de los científicos sino que afectan por un lado al buen nivel y el reconocimiento internacional alcanzados por la ciencia española en los últimos años, y por otro, hipotecan las vocaciones de los futuros científicos que hoy están en las aulas de la universidad y la secundaria”. Sergi abunda y añade: “cuando la mayoría de Europa, incluso Alemania que defiende la austeridad más severa, apuesta por un incremento en el gasto en investigación y desarrollo, España apuesta por los recortes masivos. En mi opinión, estos recortes dejan entrever el proyecto de país al que un gobierno aspira, y claramente para el actual gobierno un país basado en la sociedad del conocimiento no es prioritario”.

A pesar de todo, Sergi y Ariadna hacen planes para poder volver a Barcelona en un futuro no muy lejano. Creen que su etapa en Suecia está bien amortizada y tienen ganas de emprender “nuevos retos profesionales y personales”.

“Cataluña apostó hace tiempo por dar un gran impulso a la ciencia creando centros de investigación estratégicos, estructuras independientes de gestión de la política científica catalana y programas de formación de investigadores. Esta apuesta había sido mantenida por los diferentes gobiernos, independientemente del color político, y a pesar de la delicada situación económica, confiamos en poder regresar y desarrollar nuestra actividad científica en Cataluña”, afirma la joven pareja de investigadores.

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