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Los países empobrecidos se hartan de las falsas promesas en la cumbre de Glasgow

Niños en un lago en Funafuti, Tuvalu, en una imagen de archivo. EFE/EPA/MICK TSIKAS

Raúl Rejón

Glasgow —
10 de noviembre de 2021 23:03 h

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Parece que los países empobrecidos están hartos de soportar las consecuencias de una crisis climática a la que poco han contribuido históricamente. Una buena parte de estos Estados están decididos a ponerles las cosas difíciles a los países ricos en la cumbre climática de Glasgow y más tras ver que el texto preliminar aleja sus peticiones de apoyo económico para, al menos, compensar los daños ya inevitables del cambio climático.

El presidente de la COP, Alok Sharma, repite insistentemente en Glasgow que pretende salir de la conferencia “con el objetivo del 1,5ºC al alcance”, con ello se refiere a que el incremento de la temperatura global no sea mayor que esa cifra respecto a niveles preindustriales. Aunque ese límite de calor extra es “imperativo”, para los países empobrecidos “ese nivel de calentamiento global ya produce unas grandes pérdidas y daños”, explica Eddy Pérez, de Climate Action Network. Pérez remacha que “no se puede pedir a estos países vulnerables que hagan más esfuerzos para mantener el 1,5ºC sin garantizar el apoyo”. El apoyo es dinero.

Las cuentas pueden ponerse como se desee, pero, al final, el 1% más rico del planeta lanza a la atmósfera más gases de efecto invernadero que el 50% más pobre. En 2020, en África, las emisiones de CO2 por habitante fueron de 0,99 toneladas y en Suramérica 2,22 toneladas. Ambas regiones suman 1.700 millones de personas. Incluso Asia, donde están dos de los países más contaminadores, China e India, que aglutinan 2.700 millones de habitantes, emitió 4,3 toneladas por persona (el continente llega a los 4.500 millones de vidas).



Norteamérica casi triplica esa cantidad: 11,2 toneladas por humano. Europa está en 6,6 toneladas. Además, históricamente, el CO2 lanzado por Reino Unido, EEUU y los países de la Unión Europea desde 1850 ilustra la acumulación de responsabilidad en el deterioro del clima por causa humana.

“Los países en desarrollo no quieren seguir pagando por el daño de la crisis climática”, afirma Yanide Dagnet del World Resources Institute. Estos países han puesto cifras a sus necesidades: 1,3 billones de dólares al año a partir de 2025. “Una financiación fiable y adecuada es condición previa para que los países vulnerables aumenten sus objetivos” de lucha contra el cambio climático, explicó el negociador de Guinea, Ahmadou Sebory, al hablar en nombre de la alianza de 77 estados en desarrollo más China.

¿Se atreverán a bloquear un acuerdo? “Normalmente a estos países no se les escucha fuera de estos salones, pero aquí sí y es una cuestión de vida o muerte para ellos”, explica la analista Jennifer Tollman. Porque, en la forma de funcionar de la ONU, cualquier país puede bloquear una declaración que se aprueba por consenso.

En la jornada de líderes políticos del pasado 1 de noviembre, el ministro de Asuntos Exteriores de Tuvalu, Simon Kofe, quiso representar “las situaciones de vida real debido a los impactos del cambio climático” al emitir su mensaje en un atril con el agua del mar hasta las rodillas. Este país insular del Pacífico tiene una cota máxima de 4,6 metros.

Quitando los efectos a más largo plazo por la sequía, falta de alimento o polución del aire, los países más afectados por los episodios de tiempo extremo ligados al cambio climático entre 2000 y 2019 han sido Puerto Rico, Myanmar, Haití, Filipinas, Mozambique, Bahamas, Bangladesh, Pakistán, Tailandia y Nepal, según el índice del la organización German Watch que combina la pérdida de vidas y económicas que soportan los países.

Este julio, el mayor estudio sobre fallecimientos causados por el cambio climático atribuyó cinco millones de muertes al año a temperaturas anormalmente altas o bajas entre 2000 y 2019. El trabajo internacional coordinado por la Universidad de Monash y publicado en The Lancet distribuía así las muertes: el 50% ocurren en Asia y el 24% en África.



“Con uñas y dientes”

Pero este miércoles lo que estos países han visto es que el dinero comprometido en París, 100.000 millones de dólares al año, todavía no está. Y debía haber estado en 2020. “Enfatizamos la necesidad de alcanzar los objetivos de París”, es el texto sobre el que se trabaja. El documento se aleja de consagrar ese fondo específico para compensar los daños y pérdidas. India es la negociadora que ha tomado esa bandera.

Los escenarios que pueden plantearse varían desde que haya países que no participen de la sesión final de la COP, lo que no impide que se llegue a un acuerdo porque haya consenso entre los que sí estén en el pleno, hasta que los asistentes disconformes impidan un martillazo final. También pueden jalonar esa sesión de intervenciones de protesta, no de bloqueo, que deterioren el resultado final de la cumbre. También podrían añadir una declaración anexa final que no fuera incluida en el acuerdo oficial.

“En un planeta en el que millones de personas sufren las consecuencias del cambio climático urge dar una respuesta colectiva a los daños provocados por la continua quema de combustibles fósiles”, resume Javier Andaluz, observador en la COP para Ecologistas en Acción. “Los países del Norte global deben de asumir la responsabilidad colectiva de proveer los recursos que sean necesarios”.

Este miércoles le han preguntado al presidente de la COP qué le diría a una joven de 12 años, llamada C.J. que vive en Micronesia, “la línea del frente del cambio climático”. Alok Sharma ha respondido que “mi mensaje para ella y cualquiera que esté viviendo en ese frente es que estamos luchando con uñas y dientes para asegurarnos de que obtenemos un resultado ambicioso. Y por eso les recuerdo a los ministros que sus declaraciones sobre ambición deben traducirse en acciones”.

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