La burbuja de los másters: récord de matrículas, más dinero para la universidad y trabajadores sobrecualificados
El mercado estudiantil-laboral español está creando una paradoja. Los estudiantes cada vez se forman más, tener solo un grado se considera insuficiente y aumenta cada curso el número de alumnos que estudia un posgrado. Sin embargo —o precisamente debido a ello— la sobrecualificación de los trabajadores crece año tras año.
La estadística dice casi 200.000 personas se matricularon en un máster el curso 2016-17, más que ningún otro año. Buenas noticias para la Universidad, que además obtiene buenos ingresos de estos alumnos, que pagan varios miles de euros por estos cursos. La mala noticia para los campus es que en paralelo a la subida de alumnos de máster se está registrando una caída en el número de estudiantes de grado, la base de la universidad. En el curso de referencia se matricularon poco más de 1.300.000 alumnos, la cifra más baja de la última década.
¿Se devalúan los grados?
La reforma del espacio europeo universitario conocida como el Plan Bolonia, que se empezó a aplicar en 2007, trajo consigo varias novedades. Entre las principales estaba unificar la duración de los grados en cuatro años, lo que en muchos casos suponía restarles un año, con todo lo que eso implica: se recortaba el tiempo de la formación básica universitaria un 20%. Se devaluaban las carreras.
Para compensar, Bolonia trajo los másteres, cursos de posgrado pensados para completar la formación de los egresados o para especializarse en algún área de una disciplina. Para algunas profesiones se convirtieron incluso en obligatorios para poder ejercer, caso de la abogacía o los profesores de Secundaria.
Desde su implantación, el número de alumnos que cursan estos estudios de posgrado no ha parado de crecer. Así, el pasado curso se matricularon en algún máster oficial 190.000 estudiantes, un 11,2% más que el curso anterior, según datos del Ministerio de Educación ofrecidos por la Fundación CyD en su informe anual sobre la universidad. Es el tercer año consecutivo en el que el crecimiento de los alumnos de máster supera el 10%.
Otro dato a tener en cuenta es que las universidades privadas cada vez tienen un trozo más grande de la tarta de los másteres. Los alumnos matriculados en posgrados en centros no estatales se han más que duplicado en los últimos años y suponen ya un 34,3% del total. La subida de los precios públicos de las tasas que promovió el PP a partir del año 2012 podría explicar este trasvase, toda vez que los precios de unas y otras están cada vez más cerca.
Muchos ven en los másteres un gran negocio para las universidades porque los precios de las tasas de un posgrado son más elevados que los del grado. Los cursos habilitantes obligatorios son algo más baratos (el máster de profesorado en Madrid está en unos 1.500 euros por un curso), pero el resto —los precios dependen de cada Comunidad Autónoma— pueden hasta duplicar ese precio.
Esta visión del papel de los másteres encaja con la proliferación que han tenido en los últimos años, no solo en cuanto al nivel de alumnos sino en el número de títulos que ofrecen las universidades españolas. Los campus ya ofrecen más variedad en másteres que en grados: el curso 2016-17 se impartieron 2.854 grados frente a 3.540 másteres.
El exceso de formación
Sin embargo, o precisamente debido a esta fiebre por los másteres, estos jóvenes egresados tienen una cierta probabilidad de acabar en un trabajo en el que no utilizará toda esa formación. En 2017, el 35,6% de los contratos de trabajo que firmaron graduados universitarios fueron para puestos de baja cualificación. La cifra ha subido algo más de un punto porcentual respecto al año anterior y ya es cinco puntos más alta que en 2010.
En global, más de uno de cada tres ocupados con una titulación superior (37,1%) estaba desempeñado en un puesto de baja cualificación. La media europea es del 23%. En España, uno de cada cuatro graduados superiores está empleado como trabajador administrativo o vendedor.
“Hay una gran sensación, cuando es difícil conseguir un empleo cualificado, de que se conseguirá con una titulación mayor”, valoraba Francesc Solé Parellada, vicepresidente de la Fundación CyD, durante la presentación del informe. Según la Fundación CyD esta circunstancia se da por la combinación de una estructura productiva que no es capaz de generar suficientes puestos de alta cualificación y un alto número de graduados superiores (España es el duodécimo país de la UE que más egresados tiene).