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Así es Cabañeros, la joya natural donde Alejandro Aznar se construye su mansión

Las dehesas son el hábitat de los ciervos de Cabañeros /J.L.Rodríguez-Ceneam MMA

Raúl Rejón

A la familia Aznar le cuesta desprenderse de la idea de que Cabañeros es su cortijo. Fue su coto privado de caza en Ciudad Real, quizá el más grande de España, durante décadas. A las monterías en Cabañeros acudía Francisco Franco a abatir venados. Pero Cabañeros es un parque nacional desde 1995. Una ley aprobada en las Cortes Generales del Reino de España le otorga la máxima protección medioambiental por ser “una muestra representativa de los montes mediterráneos españoles mejor conservados”, según el Ministerio de Medio Ambiente.

Este año, Alejandro Aznar y su mujer Mónica Oriol han culminado la obra de una mansión en pleno suelo protegido. Un proyecto que ha metido en el parque grúas, excavadoras, camiones... El entorno de encinares adehesados son el hábitat natural de los ciervos que tanto gustan a las escopetas más selectas del país. Unos bosques que ven cómo se los tala para crear espacios abiertos donde disparar a los trofeos o que se vallan con el fin de gestionar rebaños adecuados para las monterías. Esas manadas son las que protagonizan las afamadas berreas (los reclamos guturales de los machos) en otoño.

La finca Cabañeros, que da nombre al parque, es propiedad de la familia Aznar desde mediados del siglo XX (la compraron a la hija del conde de Gavia). La necrológica de su madre en 1949 hacía referencia a Cabañeros como “el más extenso coto de reses”. Con ese marchamo pasó a manos de los navieros vascos. En estas extensiones entre Ciudad Real y Toledo, además de los ciervos, crían especies tan amenazadas como el águila imperial (Aquila adalberti), que es una de las tres rapaces más raras del mundo, o el buitre negro (Aegypius monachus). La raña, las sierras, los alcornocales, los quejigares y rebollares completan como un puzzle forestal el paisaje que mereció la salvaguarda ecológica para la zona hace casi 20 años.

Pero es que el coto era tan inmenso que gran parte del parque actual fue posesión de los Aznar. De hecho, una extensión de 16.900 hectáreas –el parque tiene hoy 40.000– era una porción de su cazadero hasta 1983. ¿Qué pasó entonces? Que el Ministerio de Defensa se lo compró por unos 800 millones de pesetas (unos 4,8 millones de euros) para montar allí un campo de tiro para el Ejército del Aire. La propietaria de la finca era la sociedad Inmobiliaria del Bullaque, gestora de los intereses de los Aznar. Un informe de Defensa de ese año rezaba que “la riqueza cinegética no es fácil de contabilizar, pero existen ciervos y jabalíes como piezas de caza mayor y abundantes perdices y conejos”.

Tras la venta, Aznar se reservó 7.000 hectáreas para su uso y disfrute personal. No imaginaban que al mismo tiempo que la empresa creada para la venta de Cabañeros ingresaba el último plazo de 500 millones de pesetas (unos 3 millones de euros), la resistencia social y de los grupos ecologistas impidió que las dehesas fueran dianas para los reactores. Los valores naturales inequívocos de la zona iban camino de la protección legal. Cabañeros se iba a convertir en un parque natural dependiente de Castilla-La Mancha.

Todo el coto cayó dentro de los límites del parque. Así que lo que debió parecer un negocio redondo: venta millonaria y coto particular provocó que la familia Aznar dirigiera un escrito de alegaciones pidiendo que las hectáreas pasadas a Defensa tuvieran la máxima protección natural y su finca privada fuera excluida del proyecto de parque. No funcionó.

Y casi una década después, las Cortes Generales aprobaron una ley que declaraba Parque Nacional a Cabañeros. El coto Aznar pasaba a formar parte de las 21.000 hectáreas privadas adscritas. En ellas se ha podido seguir cazando en una moratoria cinegética que ha permitido el uso privativo de la fauna protegida. Más de la mitad de Cabañeros está considerado zona cinegética. Sus dueños incluyen, entre otros, a los financieros Alberto Cortina o Alberto Alcocer. En ellas, la familia Aznar-Oriol ha reformado una casa para convertirla en mansión –el Ministerio de Medio Ambiente que gestiona el parque no ha indicado si con su visto bueno o a sus espaldas–. En ellas, gracias a una enmienda del Partido Popular en el Senado a la Ley de Parques Nacionales, podría seguirse soltando rehalas que conduzcan los venados hacia los cazadores hasta el año 2020.

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