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El peligro de las operaciones para adelgazar en Turquía: “Cuatro españoles han muerto en los últimos meses”

La cirugía bariátrica reduce el riesgo de cáncer y diabetes, según expertos

David Noriega

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El Ministerio de Asuntos Exteriores de España dispone en su página web de un apartado con recomendaciones de viaje para cada país del mundo. En cada ficha establece indicaciones de seguridad, qué zonas se pueden visitar sin problema o a qué lugares es mejor no acercarse. En las notas sobre Turquía, por ejemplo, se ruega no viajar a las provincias afectadas por el terremoto que asoló el país a principios de febrero. Pero si se sigue leyendo, hay otra llamada que advierte a los ciudadanos españoles sobre los riesgos de realizar turismo sanitario en aquel país.

“Nos consta que en los últimos meses, al menos cuatro ciudadanos españoles han fallecido como consecuencia de someterse a intervenciones quirúrgicas de tipo cosmético en Turquía, y que un número parecido están sufriendo graves secuelas. Otras embajadas de países cercanos informan de parecidas experiencias”, indica Exteriores.

El último capítulo que ha puesto el foco en las condiciones de seguridad de algunos centros que realizan intervenciones estéticas en Turquía llegó con una alerta del Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades (ECDC) sobre 67 casos de botulismo vinculados a dos clínicas privadas de aquel país. Los pacientes, que habían viajado desde Alemania, Suiza y Austria, pero también desde la propia Turquía, se habían sometido a inyecciones intragástricas de neurotoxina botulínica, unos pinchazos de bótox en el estómago que buscan ralentizar la digestión y prolongar la sensación de saciedad.

En Turquía, que en los últimos años se ha especializado en el turismo sanitario, principalmente estético, estos tratamientos se realizan a precios que pueden rondar los mil euros. En España la cifra puede superar los 8.000, si se encuentran clínicas donde se realicen. Basta un rastreo rápido en cualquier buscador para ver que son los centros turcos los que aparecen mejor posicionados. “Este procedimiento no tiene un respaldo de la comunidad científica, es pseudoexperimental”, explica el jefe de sección de la Unidad de cirugía endocrina bariátrica y metabólica del Hospital Vall d'Hebrón, Ramón Vilallonga.

En el caso del brote de botulismo, la Sociedad Española de Obesidad (Seedo) emitió un comunicado en el que pedía investigar “motivos de mala praxis médica que pudieran ser causa de las complicaciones presentadas por estos pacientes, como la calidad de la toxina botulínica, las dosis administradas, la localización de las inyecciones y la profundidad a nivel de la capa muscular en la que se realizan”.

"Durante el último año se ha generalizado en las Unidades de Obesidad la llegada de pacientes que consultan tras haber sido operados de obesidad grave en el extranjero, especialmente en Turquía"

Sin embargo, lo que más preocupa son las llamadas intervenciones contra la obesidad. “Durante el último año se ha generalizado en las Unidades de Obesidad la llegada de pacientes que consultan tras haber sido operados de obesidad grave en el extranjero, especialmente en Turquía”, indican desde esta sociedad médica. En el foco están las cirugías bariátricas, no tanto por la calidad de la propia intervención, como por el post-operatorio, el seguimiento y las posibles complicaciones.

“No sabemos estimar el porcentaje de gente a la que no le va bien, porque solo vemos las complicaciones y algún caso de gente operada a la que le ha ido bien. Allí hay cirujanos que son expertos, saben lo que tienen que hacer y no se van a meter en ningún 'fregado', pero están expuestos a cualquier complicación y puede pasar que no las asuman de una manera adecuada. Tenemos indicios de gente a la que no es que la operen mal, sino que cuando surge alguna complicación mandan al paciente a España. Lo hacen con un riesgo vital asumible. Saben que no le pasará nada durante el traslado, pero que necesitaría 15 días o un mes de hospitalización”, explica Vilallonga.

“No podemos recomendar que se viaje”, coincide el presidente de la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad, Andrés Sánchez. “Ir a Turquía es un riesgo. Todos hemos visto complicaciones y, aunque no son muchas teniendo en cuenta el número de pacientes que están yendo, al que le toca se puede morir”, explica el doctor. En febrero de 2022, una joven sevillana de 17 años falleció en Estambul mientras le realizaban una operación de reducción de estómago.

La adolescente es una de las cuatro españolas a las que se refiere el Ministerio, pero hay más casos en Europa. El departamento de Exteriores de Reino Unido indicaba que 22 británicos han muerto desde 2019 después de recurrir al turismo sanitario en Turquía. Mientras, las administraciones turcas tratan de potenciar al país como destino preferente. Hay incentivos fiscales para la construcción de infraestructuras y el Gobierno facilita los certificados y acreditaciones para que los hospitales puedan operar según la legislación técnica internacional.

Dos millones de turistas sanitarios

En 2022, cuando se calcula que viajaron al país para someterse a alguna intervención médica alrededor de medio millón de personas, había más de 45 centros acreditados por la Joint Commision International, uno de los sellos más prestigiosos del mundo. “El nivel de las instalaciones hospitalarias y de los tratamientos varía de manera muy relevante dentro del propio país, por lo que se recomienda encarecidamente que [los pacientes] analicen cuidadosamente tanto los establecimientos como a los facultativos que vayan a realizar la operación”, indica Exteriores en su web. Para este año, las autoridades turcas esperaban recibir a dos millones de turistas sanitarios, cuatro veces más.

“Turquía es un país candidato a la Unión Europea y, por lo tanto, los sistemas regulatorios están en proceso de adaptación e implementación”, señala el presidente de la Asociación Europea para el Estudio de la Obesidad (EASO), el doctor Volkan Yumuk, que es también el presidente de su sucursal turca (TASO). Este experto señala que las facultades de medicina están al mismo nivel que las europeas y que los cirujanos bariátricos obtienen sus certificados en “centros de excelencia” de la Federación Internacional para la Cirugía de la Obesidad y los Trastornos Metabólicos (IFSO), así como por el Ministerio de Sanidad de aquel país.

“El Ministerio ha fijado las indicaciones para la cirugía bariátrica teniendo en cuenta las directrices internacionales”, explica el doctor, que apunta también que el país tiene “sus propias pautas”. Estas no difieren mucho de lo expresado por los expertos españoles: “En los hospitales públicos, la decisión de operar la toma un equipo multidisciplinar y se cubre la intervención”.

Otra cosa son los privados. En ellos, “los seguros de salud estatales y privados no cubren la cirugía bariátrica ni los servicios anteriores y posteriores a la operación, así que con el dinero del bolsillo del paciente se pueden pasar por alto las reglas y actuar con más independencia. Cuando el hospital estatal decide no operar, el paciente puede ir a una institución privada y ser operado allí”, desarrolla Yumuk.

En España, la cartera de servicios comunes del Sistema Nacional de Salud incluye la cirugía de la obesidad. Los requisitos dependen de las comunidades autónomas, aunque el primer filtro es tener un Índice de Masa Corporal (IMC) superior a 40, o de 35 en caso de padecer alguna comorbilidad significativa asociada, y que hayan fracasado otras alternativas “más conservadoras, como dieta, ejercicio y programas de modificación conductual”. Sin embargo, las personas que necesitan una operación de este tipo sufren de uno de los males que afecta también a otras especialidades: el elevado tiempo de espera.

La doctora del Vall d'Hebrón y portavoz de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), Andreea Ciudin, indica que el retraso depende de los centros. En su hospital, por ejemplo, calcula que es de un par de meses desde que ha acabado la valoración médica. Pero en otros, la cosa puede alargarse hasta los tres o cuatro años desde la primera visita. Porque cualquiera que haya necesitado una intervención no urgente de cualquier tipo sabe que los tiempos son acumulativos: “Primero tiene que llegar al endocrino, con la lista de espera que tiene y pasar por todas las especialidades. Solo ahí puede pasar un año o un año y medio”, señala la doctora. Según los datos de la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad, hay cerca de 11.000 personas pendientes de una operación y la espera media se alarga hasta los 13 meses.

“Le desaconsejamos que vaya, pero ya tiene el billete”

“Tengo una paciente de 18 años con un trastorno psiquiátrico severo y otro de conducta alimentaria muy grave, que son contraindicaciones temporales para someterse a una cirugía bariátrica, pero ya tiene el billete de avión. Nosotros le hemos desaconsejado que vaya, porque puede ser arriesgado y poner en peligro su vida. Si come o tiene un atracón [a consecuencia de su trastorno alimentario] puede tener un fallo de sutura”, explica Ciudin. En el último año han atendido varios casos con complicaciones. “La mayoría son los que, según los estándares de aquí, no se operarían rápido”, aclara.

Los expertos consultados insisten en la importancia de realizar un seguimiento al paciente, no solo inmediato, sino a largo plazo. “Las intervenciones son las mismas y los protocolos en los centros públicos que lo hacen son también parecidos. Todos tenemos las mismas guías internacionales, que luego se adaptan”, indica Ciudin, que señala que “la cirugía no es el tratamiento, es convertir una enfermedad en otra, porque requiere un seguimiento a largo plazo y con una vida medicalizada, porque se trata de una cirugía mayor”.

“Vamos a cambiar su anatomía del tubo digestivo, por lo que requiere un seguimiento de por vida”, coincide Sánchez, que señala que en Turquía no se hace ese control posterior. Con paquetes de viaje con acompañante, estancia e intervención por unos 2.700 euros, para operaciones que en España rondan los 14.000 euros, el doctor estima que “se puede hacer una cirugía sin garantizar la seguridad del paciente, porque no hay dinero para cubrir el material necesario”. “Desde luego, no en nuestro país, ni seguramente tampoco en Turquía”, añade.

“Los turcos son muy buenos en implante capilar y la gente va allí por eso, pero en el caso de la obesidad el único motivo es la demora en la lista de espera de cirugía bariátrica en España y, como alternativa a la sanidad privada, el precio que tiene operarse allí”, señala Vilallonga. La situación llega a ser tan perversa que el doctor Sánchez apunta que “hay pacientes a los que les da igual estar dos meses en el hospital, porque buscan una solución que en su país no habrían tenido por diversas razones”.

Al calor de estas necesidades han ido surgiendo agencias que organizan los viajes. Unas empresas sobre las que el Ministerio de Exteriores alerta que “ofrecen este tipo de servicios por interés económico, por lo que [los interesados] han de valorarlas con ese pensamiento presente”. La prestación suele comenzar con un un cuestionario a través de internet, sobre información general como la edad, la altura, el peso, problemas de salud o intervenciones anteriores. En algunos casos, ya desde la clínica se pueden solicitar determinadas pruebas que el paciente envía desde España o se realiza una vez allí. Pero el procedimiento es rápido, según Ciudin: “Te hacen alguna recomendación, te dan fecha para el avión, te llevan a la clínica a primera hora, un análisis básico, al quirófano y a los dos días te vuelves en avión a casa. Algún paciente nos ha llegado hasta sin informes, así que no sabemos ni lo que le han hecho”.

La EASO dispone de una red de centros de colaboración para el manejo de la obesidad. En Turquía hay 17, la mayoría de ellos vinculados a hospitales universitarios. Además, el Ministerio de Sanidad turco cuenta con un departamento destinado al turismo sanitario, en el que aparece la lista de centros acreditados. “Este es el primer paso, consultar la lista antes de tomar una decisión”, indica, por su parte, Yumuk.

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