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El perfil del contagiado de coronavirus tras la desescalada: uno de cada cuatro es menor de 30 años y más de la mitad son asintomáticos

Marta Borraz / Raúl Sánchez

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España se acerca a los 260.000 casos de COVID-19 confirmados desde el inicio de la pandemia, pero han pasado más de cuatro meses y lo que veíamos en marzo no es lo mismo que lo que vemos ahora. Se hacen muchas más pruebas que entonces, se rastrean los positivos y sus contactos –aunque no al nivel que deberían– y el sistema cuenta con más información sobre ellos. ¿Qué sabemos de los contagiados? El Instituto de Salud Carlos III acaba de elaborar un análisis de los 23.000 casos desde el 10 de mayo, cuando cambió el sistema de notificación coincidiendo con el inicio de la desescalada. Desde entonces, no había publicado este tipo de informes, antes periódicos.

En total son 22.997 casos notificados por las comunidades autónomas a la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE), que es a su vez de donde bebe ahora Sanidad para comunicar sus balances diarios. Al igual que ocurría antes del 10 de mayo, el 56% de los positivos siguen siendo mujeres, pero la mediana de edad (la cifra central de la horquilla) ha cambiado y ha pasado de los 60 años a los 48. En estos dos meses, la proporción de casos en franjas de edad más bajas ha escalado, mientras se ha reducido en las más mayores: si antes del 10 de mayo los menores de 30 suponían un 7% del total ahora son un 25%. Ocurre así hasta los 49 años, pero a partir de ahí la tendencia se invierte. Del total de contagiados, un 7,1% y un 12,9% son de edades comprendidas entre los 70 y 79 y mayores de 80. Estos rangos alcanzaban antes porcentajes del 13,5% en el primer caso y del 23,8% en el segundo.


Así ha bajado la edad media de los nuevos contagiados en España

Porcentaje de casos, hospitalizados y fallecidos en los casos hasta el 10 de mayo y diagnosticados después del 10 de mayoen cada grupo de edad

Fuente: ISCIII


El ISCIII también aporta la proporción de hospitalizaciones, ingresos en UCI y fallecimientos que se dan ahora. Las tres variables han disminuido. Del total de notificados que recopiló el organismo hasta mediados de mayo, un 38,4% fueron hospitalizados, pero ahora son un 9,1%. Por su parte, un 3,9% requirieron cuidados intensivos frente al 0,7% del 10 de mayo hasta el 15 de julio y un 8,2% murieron frente al 0,9% de fallecidos actual.

Al igual que antes, la hospitalización aumenta con la edad, ya que el virus es más peligroso para hombres mayores y con patologías previas, pero hay cambios en el nivel de ingresos en las horquillas de edad más bajas. Un ejemplo: los menores de 30 años supusieron en los primeros meses el 2,2% de los hospitalizados y ahora son el 10,8%. Por su parte, de los 50 a los 79, la proporción de ingresos es menor que antes de mayo, pero en los mayores de 80 se mantiene prácticamente igual e incluso sube un poco. En las defunciones, por su parte, no hay cambios significativos.

Los factores de estos cambios pueden ser diversos. Fernando Simón, director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, lleva días refiriéndose a esta disminución de la edad y achacándola tanto a la situación de los temporeros y las condiciones de riesgo en las que viven y trabajan, como a la actitud de “jóvenes y no tan jóvenes” y el relajamiento de las medidas de protección. Según algunos expertos, las personas de menor edad estarían intentando exprimir el tiempo y la sensación de libertad ante el riesgo de futuros confinamientos, y de hecho, estamos viendo brotes en zonas de ocio, discotecas, bares... frente a una mayor protección de las personas mayores y una situación de alivio en las residencias, duramente golpeadas por la epidemia.

Pero también hay otra explicación: “Al principio solo había capacidad para diagnosticar los casos más graves, que eran los más mayores, es decir, era el perfil de edad que observábamos. Antes veíamos solo una parte pequeña del iceberg, pero ahora vemos mucho más y la edad baja”, señala Pedro Gullón, de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE). Es decir, si se hacen más PCR y se detectan casos más jóvenes, este porcentaje va a aumentar y el de los mayores va a disminuir: “Si teníamos diez casos semanales de mayores de 80 años, pero el total eran 100, suponía el 10%, pero si ampliamos la imagen y vemos 200, en lugar del 10% pasarán a ser el 5%”, ejemplifica el experto.

En marzo y abril no se hacían pruebas a los contagiados con síntomas leves con el objetivo de evitar una mayor presión asistencial en el sistema sanitario, en muchos sitios al borde del colapso. Pero ahora, tras la entrada en vigor de la estrategia de detección precoz a mediados de mayo, se debe hacer PCR a cualquier sospechoso y se inicia una búsqueda de sus contactos estrechos a los que también se les debe hacer prueba. Si dan positivo, pasan a engrosar las estadísticas.



En línea con lo anterior, también los datos del ISCIII revelan que ha descendido la letalidad en todas las franjas de edad, llegando a pasar, en los mayores de 80 años, del 21,8% al 4,7%. Gullón opina que “si antes solo éramos capaces de identificar a los casos más graves, el número de diagnosticados se acercaba mucho al de fallecidos, que es como se obtiene la letalidad, mientras que ahora, que vemos una imagen mucho más amplia, no es así”. El experto también apunta, como posible motivo de que haya más hospitalizaciones en edades más tempranas, a que con los sistemas sanitarios al límite, la prioridad en los ingresos eran las personas más agudas, pero ahora es posible que haya personas jóvenes hospitalizadas con cuadros clínicos que en aquel momento se reducían a atención domiciliaria.

De dónde vienen lo contagios

Esta mayor capacidad de detección que tiene el sistema también se traslada al tiempo en que se tarda en detectar un caso. En marzo y en abril, los días que pasaban entre que una persona iniciaba síntomas hasta que le hacían una PCR era entre tres y once, pero ahora se ha reducido a entre uno y cinco, con diferencias entre comunidades autónomas. El tiempo máximo es, en general, de cuatro o cinco días en todas las comunidades autónomas salvo en Castilla-La Mancha, Castilla y León o Madrid, que llega a los seis, y Murcia, que puede alcanzar los siete días. En el otro lado, Galicia, Canarias, Navarra y País Vasco son las que más rápido diagnostican, con un máximo de cuatro días de espera.



Si analizamos de dónde vienen los casos desde el inicio de la desescalada, fundamentalmente se reparten entre cinco territorios. Con mucha diferencia, es Catalunya la comunidad que más ha incrementado sus positivos, que pasan del 22% en los dos primeros meses a al 41,7% del total. Le sigue Madrid (19,8%), pero donde han bajado, y Aragón, que al igual que en el caso catalán está registrando fuertes brotes que han disparado los contagios y ya suponen el 7,1% de los 23.000 analizados por el ISCIII. Castilla-La Mancha y Castilla y León son la cuarta y quinta comunidad que más casos reportan.



Asintomáticos y contagios en domicilios

También de acuerdo con el incremento de pruebas asociado a los brotes que se están produciendo, muchos de los nuevos casos no reportan síntomas, como ya ha trasladado Fernando Simón, por lo que, como constata el ISCIII, el aumento de contagiados no se traduce en una excesiva presión en los hospitales. De hecho, según esgrime el propio organismo, la evolución de casos y hospitalizaciones mostró una “tendencia descendente” hasta mediados de junio, pero ahí comenzaron a incrementarse los positivos que, de hecho, alcanzaron su techo semanal este jueves por los focos de Catalunya y Aragón. Sin embargo, en global, y a pesar de la subida de positivos, las hospitalizaciones, ingresos en UCI y defunciones “mantienen una tendencia a la estabilidad”.

Sus cifras arrojan que más de la mitad de los casos (un 56%) son asintomáticos o presintomáticos, es decir, que son diagnosticados como positivos antes de desarrollarlos. El director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias ha hablado estos días de incluso un 60% o 70%, pero hay que tener en cuenta que el informe del Instituto de Salud Carlos III abarca dos meses en los que han ido aumentando progresivamente las PCR. No obstante, los expertos llaman a seguir alerta aunque la mayoría sean asintomáticos porque si el porcentaje “no para de crecer, siempre una cadena de transmisión acaba llegando a grupos de riesgo. Y eso puede llevar a una complicación de la situación”, opina en esta entrevista Pere Godoy, presidente de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) y el epidemiólogo responsable de la zona de Lleida.



Por último, de los 23.000 casos estudiados, uno de cada cuatro se contagiaron a partir del 10 de mayo en el propio domicilio, un 14,3% en un centro sociosanitario, mayoritariamente residencias de ancianos, y un 11% en el ámbito laboral. Sin embargo, en las últimas semanas se han localizado brotes fundamentalmente familiares, entre trabajadores de la industria hortofrutícola o asociados a zonas de ocio, por lo que la proporción puede ser a día de hoy diferente. En la mayoría de casos, en concreto un 36,9%, se desconoce el posible ámbito de exposición al virus.

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