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Amnistía Internacional denuncia un artículo del diario As que presenta Qatar como un paraíso laboral

Un trabajador de las infraestructuras que construye Qatar para el Mundial 2022 / EFE

Raquel Ejerique

“En Qatar no hay esclavitud y se respetan todos los derechos”. Ese es el titular del polémico artículo del diario As que relata cómo son los trabajos de construcción para el Mundial de Fútbol de 2022. El autor de la frase es “Sadeq, un árabe de Jordania”. El artículo continúa destacando que los trabajadores tienen “piscina y gim. Trabajan de 48 a 60 horas semanales a 32 grados. Tienen internet y médico”.

Hasta aquí lo bueno, aunque esos 32 grados son la temperatura mínima en los meses centrales del año y trabajar 60 horas a la semana es trabajar 12 al día. Deja lo peor para el final. Según el reportaje, lo “negativo” de trabajar allí es “un tráfico infernal, atascos y obras por toda la capital”. 

Fuera queda la cifra de 400 nepalíes muertos que reveló el periódico británico The Guardian hace un año o las denuncias de Amnistía Internacional en su informe 2014-2015: “Los trabajadores migrantes, que constituyen más del 90 por ciento de la mano de obra de Qatar, siguen sufriendo explotación y abusos por parte de sus empleadores”. A veces ni les pagan el sueldo y a otros los dejan “indocumentados”, a merced de lo que quieran hacer con ellos sus empleadores.

Incluso la FIFA y la ONU han intervenido. El Comité Ejecutivo de la FIFA intensificó la presión para que las autoridades de Qatar tomaran cartas en el asunto. Y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU hizo pública hace un año su preocupación por las malas condiciones laborales en el país.

Amnistía Internacional ha denunciado la publicación de este artículo periodístico. Marta Mendiola, portavoz de la organización, señala que “lamentan profundamente el contenido y el enfoque”. El artículo se refiere a los trabajos del principal estadio, Al Wakrah, que están regulados por el Worker Walfare Standard del Qatar 2022 Supreme Committee. Una minoría de trabajadores está bajo el amparo de esa normativa. En ese estadio trabajan unas 70.000 personas. En el resto del país, más de un millón de migrantes.

Testimonios solo de clase media

En la noticia se recogen también testimonios de dos mujeres occidentales (una de Marbella y otra australiana) y de un ingeniero de Calcuta. Además habla uno de los pocos qataríes de Qatar. Conseguir la nacionalidad es solo para unos elegidos en el segundo país con mayor renta per cápita del mundo. La descripción de las casas es esta: “Viven en módulos con cocina, comedor y baño. Son dieciocho trabajadores por vivienda, nueve por planta y tres por habitación”.

“Nosotros hemos visitado el país y no hemos visto gimnasios ni piscinas. Lo que hemos visto son personas que trabajan 7 días a la semana más de 12 horas al día en un país en el que los únicos que tienen derecho a sindicarse son los ciudadanos qataríes”, precisa Mendiola.

Julie, de Filipinas, tampoco encontró piscinas. Vivía con 15 compatriotas más, dormían todos en el suelo y trabajaba de 6 de la mañana a 12 de la noche limpiando. O Robert, un conductor keniata al que le quitaron los papeles y recibía 375 dólares al mes. Su intentona y la de sus compañeros por plantar cara a los jefes les costó la amenaza de ser deportados en 12 horas.

Así lo recoge la Confederación Sindical Intenacional en un extenso informe. También ahí documenta la muerte de los 400 nepalíes y de 500 indios más. En total, calcula 1.200 fallecidos solo hasta 2014 y prevé 4.000 más hasta que acaben las obras. El calor, las jornadas de 12 horas o más y las viviendas insalubres están detrás de los accidentes y muertes por causa laboral.

La empresa de Qatar International Media Group, propiedad del sultán Ghanim Al Hodaifi Al Kuwari, compró en febrero el 10% del Grupo Prisa, dueño a su vez del diario As.

Amnistía Internacional ha enviado una carta al director del periódico deportivo en protesta por el artículo.

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