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La Universidad Rey Juan Carlos decide si avala las políticas del rector acusado de plagio al elegir al sucesor

El campus de Vicálvaro de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.

Daniel Sánchez Caballero

Unos panfletos desperdigados que nadie coge y algún cartel suelto en los tablones de anuncios del campus de Vicálvaro de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) son las únicas pistas visibles de que este miércoles se celebran elecciones en el centro.

Hay una especie de tensa calma en la universidad ante unos comicios a rector que decidirán si la comunidad URJC avala la gestión del actual dirigente, el plagiador Fernando Suárez, y validan la candidatura continuista de Javier Ramos u optan por la ruptura y revolución que promete Rosa Berganza, la alternativa independiente. Casi 2.000 profesionales entre docentes y administrativos más 40.000 estudiantes están llamados a las urnas. Se espera que el resultado se conozca el jueves por la mañana.

Tensión en los campus

Los trabajadores del centro hablan de tensión en los profesores y el resto de personal a cuenta de la situación creada por los plagios del rector y el silencio institucional (de la Comunidad de Madrid, el Ministerio de Educación, la Consejería o la ANECA), que ha derivado en apoyo incondicional de sus fieles e indignación de sus detractores. El historial plagiador de Fernando Suárez publicado por eldiario.es cuenta más de una decena de copias.

Esta tensión llegó a su punto máximo hace un par de semanas, cuando un catedrático (el mentor de Suárez, en concreto) agredió supuestamente a otro en mitad de los pasillos, según El Mundo, tras acusarle de filtrar información a la prensa. Casi nadie quiere dar su nombre, síntoma quizá del ambiente que se vive en la universidad. Muchos profesionales del centro tienen contratos que dependen directamente del rector (por ejemplo el 20% de profesores visitantes, una cifra desorbitada para esta figura laboral en la universidad) y prefieren no arriesgarse.

Los estudiantes observan la situación con aparente indiferencia. Raro es el que no ha oído hablar de los plagios de Suárez, que han marcado el día a día de la universidad en los últimos meses. Pero de ahí a implicarse más allá de la indignación hay un paso.

“Es verdad, hay elecciones. No sé si votaré, según me pille”, explicaba esta semana uno de ellos, portavoz involuntario del pensar de muchos. Los hay más implicados, sobre todo las asociaciones; también aquí se ha visto reflejada la presión. La semana pasada, la gerencia del campus de Vicálvaro llamó a la policía para impedir a dos de ellas que repartieran unos panfletos informativos entre sus pares.

Mucho ha pasado en los últimos años en los cuatro campus –más un quinto irregular– que tiene la universidad diseminados por la Comunidad de Madrid. Y no necesariamente bueno.

Los plagios de Suárez (“literales, conscientes y mecánicos”, según un informe de la Universidad de Barcelona) han sido la punta del iceberg, el caso más visible pero no el único que se ha dado un centro que la candidata Berganza sostiene se maneja “como una red clientelar al más puro estilo mafioso”, según explicó en El País.

En la otra candidatura, Javier Ramos, como todo el equipo del rector, nunca ha condenado los plagios de Suárez. De hecho, apela a su presunción de inocencia y deja en manos de la ANECA o los tribunales ordinarios la responsabilidad. De la primera hasta ahora no se ha sabido nada. El camino de los segundos, que necesita una denuncia previa, puede alargarse años.

Ramos, además, ha aparecido grabado en una conversación de 2010 en las que decía que su rector entonces –ahora magistrado en el Constitucional– Pedro González Trevijano, le había encargado ofrecer dinero a un profesor para que retirara una demanda contra su reelección.

Berganza, por contra, anuncia que esta será su primera medida: creará una comisión independiente que investigue a Suárez. Sin embargo, la propia candidata no está siendo ajena al tema de los plagios durante esta campaña. El programa con el que se presenta copia hasta 130 párrafos del que realizó un antiguo candidato a rector, David Ríos. Ella se defiende con que tenía permiso para hacerlo y argumenta que no es lo mismo copiar un programa electoral que plagiar tesis y artículos de investigación. Para su rival, sin embargo, esto la inhabilita para hablar de plagios.

Fuera de los plagios, el programa de Berganza habla de limpiar y regenerar la universidad, dotándola de transparencia. Ramos, por su parte, insiste en generar más conocimiento y transmitirlo y de pasar de la calidad “buena” que tiene la universidad a una “excelente”.

Hasta aquí, mirando al futuro. Cuando se echa la vista atrás, la gestión de la URJC en los últimos años, incluyendo todo el mandato de Suárez, deja varios episodios un tanto oscuros.

Años polémicos

En estos últimos cuatro años, en la URJC se ha contratado a personas de manera ilegal (entre ellas a la hermana de Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid) o a dedo y se ha retorcido la ley para evitar cumplir con sentencias del Tribunal Supremo.

El mismo rector ha dado clases en un campus que la normativa no reconoce (dietas por desplazamientos incluidas) y se ha utilizado la política de contrataciones para llenar la universidad de profesores visitantes, una figura que permite la contratación (y el despido) discrecional, que debería ser excepcional pero alcanza al 20% de los profesores en este centro. En el resto de universidades madrileñas está en un 1%. El todavía rector se vio envuelto en un caso de amenazas y su predecesor, de quién Suárez era la opción continuista como hoy Ramos es la suya, en el supuesto intento de soborno de las grabaciones. La lista es casi interminable.

En el lado positivo, el oficialista Ramos destaca que “la tasa de inserción laboral es la mejor de las universidades de Madrid” y señala “los proyectos de investigación de referencia internacional, los dobles grados y la formación multidisciplinar” como activos del centro. “Somos la universidad mejor gestionada y más saneada económicamente”, explicó en una entrevista en La Razón. La URJC maneja unos 122 millones de euros al año, en su inmensa mayoría provenientes de las arcas públicas.

Los datos puros y duros también dicen que la URJC aparece en la 38ª posición por rendimiento en el U-Ranking, la herramienta creada por la Fundación BBVA y el IVIE que analiza y compara 61 universidades españolas. Esta posición la coloca en el escalón 7 de los 11 que hay.

Al menos entre los estudiantes, la sensación es de alivio porque Suárez no seguirá. “Menos mal que al final cayó”, decía uno de ellos, ufano, en el campus de Vicálvaro. Lo dice, en parte, porque existe una gran unanimidad en la universidad en que si Suárez se hubiera presentado habría salido reelegido. Falta por ver si la caída ha sido definitiva o la comunidad URJC da un voto de confianza a su gestión a través de Ramos.

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