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Cada vez más mayores en tratamientos contra el alcoholismo: “Es la manera de manejar el estrés de tener más tiempo”

Foto de archivo de una estantería de bebidas alcohólicas en un supermercado. EFE/Andy Rain

Sofía Pérez Mendoza

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Los terapeutas cada vez lo ven más a menudo: personas mayores que acceden por primera vez a tratamientos contra el alcoholismo. Pasan los sesenta y se han descontrolado en el consumo. Entidades como Proyecto Hombre están inmersas en replantear sus programas para dar cabida a usuarios de más edad tras constatar un aumento de estos perfiles. “Necesitamos iniciar un debate sobre cómo enfocar el abordaje de las adicciones en personas de la tercera edad”, decía la organización en la presentación de su último informe, en el que subrayaron el “reto de hacer una inserción sociolaboral en personas que ya no trabajan o de adaptar el ocio”.

“Se trata de personas que, por lo general, llevan bebiendo muchos años. El consumo se ha cronificado pero se ha mantenido equilibrado en el entorno social y personal hasta que se va de las manos”, explica Julio Nuño, que trabaja en una comunidad terapéutica de la organización en Guadalajara. En los centros hospitalarios algunos profesionales también lo han advertido. No es ni mucho menos el perfil habitual, aclaran, pero llegan más casos que antes y eso llama la atención de los médicos.

Candelaria Martín es internista en el Hospital Universitario de Canarias y trabaja mano a mano con la Unidad de Desintoxicación. “Es un asunto complejo y normalmente hay algún desencadenante: se jubilan y tienen más tiempo libre, pierden a algún familiar, hay más aislamiento y soledad...”, cita la médica, que puntualiza que nada suele responder a una única causa.

El desencadenante no es tener más tiempo, sino gestionar el estrés que eso provoca a través del alcohol. “Es la manera de manejarlo”, apunta Martín, que enumera eventos parecidos que atraviesan la vida de las personas que bordean la tercera edad, como la jubilación. Para Gabriel Rubio, jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital Doce de Octubre de Madrid, dejar de trabajar de un día para otro, “de manera abrupta como se hace en España”, tiene un gran impacto emocional y puede derivar en dolencias psíquicas. También ha observado un crecimiento de estos perfiles en su centro.

El empleo tiene un efecto protector, cuando dejas de trabajar empiezas a competir en el mercado del ocio, donde el alcohol está súper normalizado

Albert Espelt, epidemiólogo y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona

“Tenemos que hacernos la pregunta de qué estamos haciendo por el ocio de los mayores”, aporta Albert Espelt, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona y miembro del grupo de trabajo sobre alcohol de la Sociedad Española de Epidemiología. “El empleo tiene un efecto protector, cuando dejas de trabajar empiezas a competir en el mercado del ocio, donde el alcohol está súper normalizado”, añade.

El Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) publicó esta semana un informe que advierte que el porcentaje de personas que dice ser feliz siempre o la mayor parte del tiempo cae con la edad. 1,7 millones de personas mayores de 70 años viven solas en España y son quienes aseguran tener niveles más bajos de felicidad. “El apoyo social y las relaciones de amistad cobran una mayor importancia en edades avanzadas y pueden ayudar a evitar los riesgos asociados a la soledad”, dice el estudio.

Fuera del radar de los datos oficiales

Lo que pasa con el consumo de alcohol a partir de los 65 años es una incógnita si tratamos de buscar respuestas en los datos oficiales, pese a que ya hay diez millones de personas en España que están en esta etapa de su vida (casi el 20% de la población). Las encuestas anuales del Ministerio de Sanidad (EDADES) que miden cómo se bebe por edades, frecuencia y género no va más allá de las personas de 64 años. Después, en la tercera edad, está mucho menos estudiado.

Sí se sabe que el mayor porcentaje de población que toma alcohol a diario está concentrado en los hombres de entre 55 y 64 años. Uno de cada tres bebe todos los días, según la última encuesta EDADES, correspondiente a 2022. Esto no significa que exista un consumo abusivo ni una dependencia, pero dibuja la normalización de tomar vino –lo más consumido en esta franja– todos los días. También explica la brecha de género entre quienes sí tienen consumos más inadecuados: en los programas de apoyo para abandonar la dependencia sigue habiendo, sobre todo, hombres. “La droga no es tanto el problema, sino la mala solución que le doy a los problemas que voy enfrentando en la vida. El uso del alcohol es una estrategia poco eficaz y se puede producir una inundación de conflictos”, advierte Nuño.

El último informe de Proyecto Hombre pone en cifras la situación: un 18,5% de las personas atendidas por la entidad son mayores de 50 años, la mayoría por consumo de alcohol. Desde 2013, la edad media ha aumentado de los 36 años hasta los casi 40 en el año 2022. Detrás de estos datos, analiza la organización, hay una sociedad que normaliza la sustancia y eso provoca que las personas con problemas tarden “más tiempo en pedir ayuda”. El envejecimiento general de la población es otro factor que hay que tener en cuenta.

Casi un 20% de las personas atendidas por Proyecto Hombre son mayores de 50 años, la mayoría por consumo de alcohol, según su último informe

Ahora bien, no todo el mundo que tiene contacto con el alcohol termina desarrollando un uso abusivo o una dependencia, en los casos más extremos, matiza Nuño. “Efectivamente es más difícil que esto ocurra en alguien que no bebe nada”, confirma Martín, basándose en la clínica que ven en su hospital. Sin embargo, la línea entre el uso abusivo y la adicción es más fina, dicen los expertos. No ocurre en un día o en una fecha concreta. Es difícil encontrar un punto de inflexión.

“Por resumir –explica el terapeuta de Proyecto Hombre– podemos decir que hay tres estadios: el uso, que solo te trae ventajas (de relación social, por ejemplo); el abuso, cuando las ventajas y los inconvenientes empiezan a equilibrarse; y la dependencia, en el momento en el que ya solo hay inconvenientes”. El terapeuta pone un ejemplo: “Un consumo inadecuado, por ejemplo, es salir el fin de semana y el lunes no poder ir a la oficina. Es una dinámica de abuso, aunque no haya adicción es algo que se está descontrolando”.

Otro de los retos de tratar a personas mayores cuyo consumo se ha descontrolado es el efecto sobre su salud. “El alcohol siempre tiene efectos perjudiciales en el organismo pero a partir de los 60 normalmente hay ya alguna patología de base. El alcohol juega un papel relevante en empeorarlas”, afirma Candelaria Martín. Un consumo abusivo de alcohol cronificado da la cara en enfermedades graves pasadas unas dos décadas, según la especialista, de manera que los problemas de salud empiezan a volverse más severos en torno a los 50 años.

La lógica podría dictar que, cuanto más mayor, menos se consume. Sobre todo por la aparición de enfermedades y malestares que lo contraindican expresamente. En la Sociedad Española de Medicina Interna han puesto en marcha un estudio en varios centros hospitalarios de España para comprobar cuántos de los ingresados mayores de 80 años –por el motivo que sea– son consumidores de alcohol. El objetivo es poner un poco de luz a un asunto que todavía está en la sombra.

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