¿Por qué el dicho dice que el Sol debe salir por Antequera y no por otro sitio?
El sol se mueve cada día por el horizonte con un recorrido que tiene un punto de salida fijo en el este y un ocaso en el oeste, lo que convierte en ironía cualquier expresión que lo desplace a otro lugar. La frase “que el sol salga por Antequera” juega precisamente con esa imposibilidad física y geográfica, ya que la ciudad andaluza está situada al poniente de Granada, de modo que el astro nunca podría aparecer por allí. Ese contrasentido da fuerza a la expresión y la convierte en un desafío verbal que invita a actuar sin preocuparse por el desenlace. A partir de esa imagen absurda nació un dicho que se extendió como sinónimo de determinación en circunstancias difíciles.
El sermón de El Zagal en 1491 convirtió la frase en un grito de resistencia
El origen más repetido se sitúa en los últimos meses de 1491, cuando las tropas de los Reyes Católicos tenían rodeada Granada. En un sermón dirigido a sus hombres, el rey nazarí El Zagal alentó a sus soldados a mantener la resistencia aunque la derrota estuviera próxima, y esa apelación quedó asociada con la idea de lanzarse a la batalla como si se buscara lo imposible.
Según recogía la revista Alrededor del Mundo en 1899, Luis de Granada apuntaba que la frase tenía un matiz irónico y explicaba que “Antequera está al oeste de Granada, o sea al poniente, no al levante. La frase es, pues, irónica, y equivale a: Salga el sol por donde quiera”.
El académico José María Iribarren también recogió la expresión en El porqué de los dichos, donde precisaba que “a uno le es indiferente que resulte una cosa u otra. Demuestra la mayor despreocupación sobre el resultado de una resolución”.
Esa interpretación refuerza el carácter de reto frente a la incertidumbre, ya que no importa lo que ocurra si la decisión está tomada. El juego de orientar el sol hacia Antequera funciona como ejemplo gráfico de algo que nunca sucederá, y de ahí la potencia de la imagen en boca de quienes querían animar a sus tropas en plena guerra.
La conquista de Antequera en 1410 dio otra versión con Fernando como protagonista
Otra versión, mucho más antigua, lleva la historia hasta 1410, año en que don Fernando, conocido como “el de Antequera”, conquistó la ciudad. Antonio J. Guerrero Clavijo relataba en un artículo recogido por la web de la Diócesis de Málaga que tras la toma de la localidad se celebró una misa en la que se eligió patrón, alcaide y escudo de armas. “Se invocó al Espíritu Santo y se introdujeron en una urna los nombres de los santos que la Iglesia celebra el día 16 de septiembre y salió por designio divino, por tres veces consecutivas, el nombre de Santa Eufemia”, señalaba el autor.
El propio Fernando vinculó la victoria con una visión anterior en su campamento de Córdoba, donde según las crónicas de Juan II dijo: “No temáis que nos salga el sol por Antequera y sea lo que Dios quiera”. La aparición de Santa Eufemia habría guiado la decisión de atacar esta ciudad en lugar de Gibraltar o Xébar, que eran las otras alternativas que barajaba el monarca. Así se consolidó un relato en el que la frase adquiría un carácter espiritual y bélico a la vez, ligado a la idea de que todo quedaba en manos de la voluntad divina.
El historiador Ángel Guerrero explicaba en El Sol de Antequera que las dudas de Fernando en su campamento se resolvieron en favor de la ciudad porque controlaba rutas estratégicas que comunicaban Sevilla con Granada y Córdoba con Málaga. Esa elección facilitó la conquista y convirtió a Antequera en una pieza central en el avance hacia el reino nazarí. La victoria llegó en pocas horas, el 16 de septiembre de 1410, y selló la asociación del nombre de la ciudad con la salida del sol como metáfora de resolución y destino cumplido.
La coletilla sobre la puesta del sol reforzó la ironía y la indiferencia final
El dicho se mantuvo vivo a lo largo de los siglos por la contundencia de su paradoja y por la fuerza con la que evoca una actitud sin concesiones. No resulta casual que la frase completa suela añadirse con “y póngase por donde quiera”, lo que refuerza la idea de indiferencia absoluta frente al desenlace. Esa coletilla prolonga la ironía inicial y convierte el refrán en una fórmula que sirve prácticamente en cualquier contexto, incluido el campo de batalla.
La persistencia de este giro lingüístico demuestra cómo una expresión nacida de un contexto militar y religioso pudo transformarse en un recurso popular que sigue apareciendo en el habla común, siempre con el mismo trasfondo de desafío. Al final, el sol continúa saliendo por el este, aunque en Antequera se le concediera un sitio imposible en el horizonte.
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